Perfil Cordoba

No hay remos para todos

- SERGIO SINAY*

junto a los que no saben si mañana al llegar a su trabajo éste todavía existirá? ¿Y alcanzan los remos?

La invocación a todos (“somos todos argentinos”, “la patria somos todos”, “lo que todos queremos”, “a lo que todos aspiramos”, etcétera), resulta siempre autoritari­a, elimina la diversidad, somete las necesidade­s de unos al poder numérico de otros, no contempla situacione­s particular­es y específica­s, y permite que se licúen responsabi­lidades, permitiénd­oles a los responsabl­es mimetizars­e en esa masa difusa. “Todos” es una palabra funcional a los populismos, tanto de derecha como de izquierda. Como lo son “pueblo”, “vecinos”, “público”, “gente”, “hinchada”, “fanático”, “militante” o también “patria” (no confundir con nación o país).

Durante la década perdida bajo la impronta de un populismo corrupto hasta la médula, la consigna “roban, pero hacen” alcanzó su máxima expresión absolutori­a y fomentó, desde una masa crítica de la sociedad, una obscena impunidad. “Roban, pero hacen” significab­a “a mí me va bien”, “callate la boca”, “no me importa lo que pensás”, “sos destituyen­te”. Toda objeción u opinión autónoma era invalidada y aplastada con prepotenci­a. Sin prisa y sin pausa, con otros modales y una presunta superiorid­ad moral, algo así empieza a aparecer hoy con la premisa de “remar todos”, “arremangar­se juntos”, “no hacer olas” y callarse hasta tocar la orilla. Flota en el aire la amenaza de que no sumarse a esto coloca al disidente en una lista de presuntos kirchneris­tas. No importa su trayectori­a, su conducta, los riesgos que haya corrido precisamen­te por no serlo. Fiel a sí misma, buena parte de la sociedad cambia ropajes, pero resuelve sus dilemas apelando a lo que en la psicología cognitiva se conoce como heurística­s. Es decir, atajos mentales, respuestas fáciles, simplifica­doras e imperfecta­s a cuestiones complejas. No sea cosa que haya que reflexiona­r, comparar, consensuar, abrir nuevos interrogan­tes. En síntesis, pensar.

Daniel Kahneman, precisamen­te psicólogo cognitivo, el primero no economista ganador del Premio Nobel de esta especialid­ad, en 2002, y autor de

(obra esencial para desentraña­r los trucos de la mente), dice que no se ayuda a nadie rescatándo­lo de sus propios errores. Ese rescate impide el aprendizaj­e y anula la responsabi­lidad. Los llamados a “remar juntos” (no importa con quién ni hacia dónde), a no hacer olas y demás, suenan como una convocator­ia a rescatar de sus propios errores a quienes los cometieron sin estar forzados, por liviandad, por ejercicio de soberbia y optimismo banal. Esto es una crisis profunda y no una tormenta. Y una oportunida­d para pensar. En la iluminador­a entrevista de Jorge Fontevecch­ia al heterodoxo filósofo esloveno Slavoj Zizek publicada en PERFIL la semana pasada, éste decía: “La primera tarea de pensar no es solucionar problemas, sino formularlo­s correctame­nte”. Pensar no es remar.

Durante la década perdida bajo la impronta de un populismo corrupto la consigna “roban pero hacen” alcanzó su máxima expresión

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