“El periodismo de guerra fue perder tonos”
El editor de Política de murió hace una semana, pero poco antes brindó un reportaje inédito que forma parte de un libro de Fontevecchia de próxima aparición. Aquí, el adelanto.
—Fuiste el primero en hablar de “periodismo de guerra”. ¿A qué te referías exactamente?
—A la necesidad de defendernos, de sobrevivir a una guerra que nos habían declarado. Me acuerdo de la canción de Serrat que terminaba diciendo “padre, deje ya de llorar, que nos han declarado la guerra”. Y nosotros lloramos un tiempo pensando en por qué atacaban al diario, que es una entidad y que para muchos de los periodistas era ajena, impersonal, el empleador, el patrón. En el diario, los periodistas de vimos que era contra nosotros también. Lo ubico en un día preciso: el día en que Néstor Kirchner maltrató a Leonardo Mindez en una conferencia de prensa. Leo era un cronista joven, del equipo de redactores. Me acuerdo del impacto en la redacción mientras veíamos por televisión esa conferencia de prensa durante el conflicto con el campo. Ahí cambió algo. Puede ser que toquen a Van der Kooy o Kirschbaum o Blanck pero a Mindez… Y ahí cambió la cabeza de la gente: también era contra los periodistas; no solo contra los medios.
—Eso fue 2008.
—Después vino la Ley de Medios. Ahora estamos en la posguerra; terminó eso. Nos vimos obligados a defendernos. ¿Es el periodismo que queríamos hacer? No. Pero es el que tuvimos que hacer. ¿Tenemos que hacer lo mismo ahocomo ra? ¿Nos sale bien no hacerlo? ¿Hacer una cosa más ecuánime, más ponderada? A veces nos sale y a veces, no. Eso fue el periodismo de guerra. Fue una situación de excepción en la cual tuvimos que corrernos de algunos de los parámetros clásicos con los que trabajamos porque, si no, la compañía no sobrevivía. El que no tenía la misma decisión se sumaba al kirchnerismo, como muchos compañeros lo hicieron, o se refugiaba en un lugar menos expuesto. Si vos querías seguir haciendo lo que hacías, estabas sometido a esas leyes que no pusimos nosotros.
—Horacio González decía que el periodismo había nacido en los partes de guerra de los generales que, al terminar una batalla, relataban cómo había sido. Dice que el periodismo fue siempre periodismo de guerra, más solapado a veces, más evidente otras.
—No comparto esa idea. No es solamente un cambio de tono. El periodismo de guerra fue la pérdida de tonos. Era el blanco o el negro. Perdimos la capacidad de los tonos, la resignamos o no nos salió mantener el tono en determinado momento, sobre todo en los últimos años. Conflictos con el kirchnerismo o con todos los gobiernos tuvimos siempre. Hemos tenido conflicto con el kirchnerismo en la época en la que el diario y el gobierno de Kirchner se llevaban estupendamente. Daniel Fernández Canedo y yo estábamos a cargo de la edición los sábados, editores jefes del diario, allá por junio de 2005. Dedujimos que el gobierno preparaba un aumento a jubilados. Estábamos en el camino de la primera elección de Kirchner. Ismael Bermúdez le pregunta a Massa, que era jefe de la Anses –la praxis periodística más elemental–, que no le contesta. Tenían, desde el principio, una disciplina espartana en el control de la información. El subsecretario de Estado no podía hablar con la prensa; el secretario solo podía hablar con autorización del ministro; los directores no podían hablar con los medios. Y los ministros hablaban. Acá Massa hizo lo que tenía que hacer: “Che, me están preguntando esto desde
Me llama Alberto Fernández y me asegura que no había nada de eso. “No lo pongas porque te vas a equivocar”, decía. Al rato, me llama otra persona que trabajaba en el gobierno y con la que yo tenía una relación de mucho tiempo y confianza. Me dice: “Julio, no publiques eso”. “Pero ¿por qué?”. “Porque te va a desmentir el presidente mañana”. 2005 no era un momento feliz para que te desmintiese Kirchner, por la popularidad que tenía. En la conversación, le digo a Alberto Fernández: “¿Vos me estás diciendo que esto no va a suceder, que no va a haber aumento a jubilados?”. “Te lo puedo firmar. Si hay aumento a jubilados, yo te pago una cena. Y si no, me la pagás vos a mí”. No hubo desmentida; nosotros fuimos cautos. Lo publicamos bajándole el tono con un título grande adentro, pero muy poquito en la tapa. Y en julio anuncian el aumento a partir de agosto; se cobra en septiembre; la elección fue en octubre. Teníamos una línea de tensión amable, pero de tensión al fin, eran naturales. También con Menem. Si no tenés una línea de tensión, estás jodido, estás trabajando para el gobierno aunque no te des cuenta, aunque no quieras. Así que no es guerra, es tensión. Si vos hacés periodismo militante, decidís hacer propaganda, decidís transmitir el parte de un bando de los generales. Nosotros intentamos hacer otra cosa, y eso te lleva a una tensión inevitable, aun para lo bueno.
—¿Cómo fue durante el gobierno de Raúl Alfonsín?
—Yo era cronista en esa época. El gobierno de Alfonsín te corría con que si hablabas mal del gobierno, estabas poniendo en riesgo la democracia, que estaba tan débil y tan nuevita. Y muchos de nosotros éramos sensibles a esas cosas. Después venía Menem, Raúl Delgado, que había sido compinche mío cuando él estaba en y yo en en Deportes. Y lo nombran vocero. Yo ya era jefe de Política del diario. El Flaco (Delgado) me dice: “Yo, operar, tengo que operar sobre y
Me estaba diciendo: vamos a tener que pulsear un poco porque yo tengo que operar sobre ustedes. Es natural que haya tensión. “Información es lo que alguien no quiere que se publique; todo lo demás es propaganda”: nosotros trabajamos con esa idea. Tratamos de publicar información, de molestar un poco al poder, de incomodarlo. Hay un sector del periodismo, entre ellos periodistas muy valiosos y entrañables, que se amputaron la profesión para hacer militancia y otros que estuvimos a punto de hacerlo. Algunos se la amputaron y no se dieron cuenta o se dieron cuenta y hacen de la amputación un sentido contrario, un marketing hoy.
—Hoy C5N mide más que TN, parece que hoy rinde más la crítica al actual gobierno o el elogio al anterior, que viceversa.
—En un punto, sí. Por un lado una de las explicaciones es que hacen un tipo de propaganda muy empática con su audiencia. Por otro lado, lo que era una enorme red de medios que difundían esa voz hoy se concentró por razones económicas, porque se acabó la pauta del Estado. C5N, Radio 10, un poquito Del Plata, tienen ese público, y no es poco, es un 25 por ciento.
—¿Siempre el periodismo crítico es opositor?
—No necesariamente. Mu-
“Nos vimos obligados
a defendernos. No es el periodismo que queríamos, sino el que
tuvimos que hacer.”