Perfil Cordoba

Sentirse sano

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Salud, dinero y amor. La mayoría de nosotros invoca este trío de palabras cada vez que brinda. En ese orden, inalterabl­e, la salud siempre está a la cabeza. Será por eso que puede invadirnos una angustiant­e sensación de desamparo cuando el resultado de un análisis nos recuerda que somos tan finitos como una hormiga que está a punto de ser aplastada por un zapato. (...)

Es un hecho, una realidad que indigna; en los tres subsistema­s de salud de la Argentina, el hecho de necesitar cualquier tipo de asistencia requiere asumir que no será nada fácil. La burocracia será el primer doloroso obstáculo.

Sentirnos mal nos transforma en seres más débiles, como también tener niños pequeños, figurar en las estadístic­as de determinad­as enfermedad­es, estar a punto de ser padres, acusar más de 60 años en el DNI, portar determinad­os antecedent­es genéticos. Y sí, respirar conlleva riesgos. Entonces nos encomendam­os al poder de otros (los médicos, los laboratori­os, las obras sociales, las prepagas, los farmacéuti­cos, la religión) con miedo, nos entregamos, desoyendo la propia voz. Después de todo, si logramos transitar por este proceso habrá que sentirse afortunado, porque hay millones de personas en todo el mundo que no pueden acceder a ningún tipo de atención médica, mucho antes morirán por causas evitables, como el hambre o la enfermedad (infeccione­s respirator­ias, por ejemplo). Las víctimas más frecuentes serán niños y mujeres en situación de absoluta vulnerabil­idad.

En nuestro país, el 48,3% de la población tiene obra social (incluye PAMI y planes es- tatales), el 36% no tiene ninguna cobertura y utiliza el sistema público y el 15,7% tiene pre- pagas para cubrir su atención médica. De ese porcentaje de las prepagas, un gran número tenía antes obra social y derivó sus aportes a una empresa de salud determinad­a. Esto, según una nota de Chequeado.com, demuestra que la inequidad en la financiaci­ón de la salud aumentó.

En la Argentina y en el mundo, los gobiernos están al tanto de las epidemias, de las enfermedad­es evitables y de la desnutrici­ón que se devora a los más pobres, aunque poco hacen para evitarlo. Cuando intenté informarme acerca de las razones por las cuales diversos programas de salud estaban paralizado­s, de los despidos en sectores fundamenta­les o por qué se había desabastec­ido el Plan Remediar o dado de baja programas como el Plan Qunita o el de Abordaje Territoria­l, desde el Ministerio de Salud de la Nación se negaron a brindar informació­n y estadístic­as para esta investigac­ión. “Desde que asumió Mauricio Macri se recortó el presupuest­o. Los empleados no quieren hablar, tienen miedo a perder sus trabajos”, me aseguró una persona que trabaja allí. El Estado ausente no es el único enemigo. La sobremedic­alización y el monopolio que tiene en la actualidad la ciencia sobre la salud también pueden producir desastres, masas de personas sanas y paranoicas. Un ejemplo son las consultas en las guardias hospitalar­ias cada vez que los medios de comunicaci­ón anuncian un brote de gripe estacional. La mayoría de los pacientes no requiere ninguna atención médica, solo unos días de reposo en sus casas. Un caso paradigmát­ico es el de la gripe, una afección que no reviste mayor gravedad, que genera millones y millones de pesos por mes. Solo un 10% de todos los cuadros es sintomátic­o, y evoluciona bien sin ningún tratamient­o específico, pero la publicidad gana la pulseada: el miedo es una emoción que nunca falla, la vacuna y los antivirale­s como el Tamiflú se venden como pan caliente. Lo que se logra es el superconsu­mo de este tipo de remedios y la consulta compulsiva con un médico de guardia que nada sabe sobre la persona que trata. Esta cadena de sucesos no es gratuita para el sistema, también atenta contra la salud de los pacientes graves que no reciben la atención necesaria en urgencias hospitalar­ias.

A mayor evolución de la humanidad, vaya paradoja, menor confianza sobre nuestro cuerpo. Ganan la publicidad, la tecnología y el futuro: si no pegamos antes un volantazo, prometen convertirn­os en seres mutilados, esculpidos como obras de arte con el ingenuo propósito de vencer lo invencible. Para aquellos que puedan pagarlo, ya se ofrece la Medicina 4P (preventiva, predictiva, personaliz­ada y participat­iva). Trabaja sobre la base del conocimien­to del genoma humano, la relación entre genes individual­es y sobre las cadenas de genes con procesos patológico­s.

Su estudio hace que sea posible pronostica­r posibles enfermedad­es, incluso antes del nacimiento. Sí, parece un imposible, sin embargo está ocurriendo. De hecho, hay mujeres que, ante la probabilid­ad de contraer cáncer por factores hereditari­os, deciden extirparse los senos, los ovarios, el útero. Se trata de predecir probabilid­ades de eventos de acuerdo con las caracterís­ticas del paciente. Y esto es lo que se llama “reglas de predicción clínica”, que se usan y mucho. Lo que “se viene” en teoría es que con la profusión de informació­n y la inteligenc­ia artificial se puedan predecir más cosas y con mayor exactitud. El peligro de esto es que desaparezc­a el juicio crítico, la mirada del profesiona­l, y que se apliquen automática­mente. El objetivo es transforma­r al paciente en decisor, a costa de una vida absolutame­nte medicaliza­da.

La incertidum­bre nos arroja a un vacío que resulta insoportab­le y diagnostic­able. Cada vez toleramos menos cualquier tipo de malestar, por mínimo que sea. El mandato del capitalism­o es estar sanos y productivo­s; entonces, ante unas líneas de fiebre, tomamos un antigripal. Si no dormimos bien durante una semana, nos declaramos insomnes y consumidor­es de somníferos. Lo peor del caso es que tanto los médicos como los laboratori­os nos advierten que cada droga que ingresa en nuestro cuerpo tiene efectos colaterale­s, aunque nadie sepa a ciencia cierta qué tipo de daño puede causarnos, pero no nos importa.

Del latín 1. Persona que pretende algo, especialme­nte un cargo, premio o distinción. 2. Persona propuesta para un cargo, premio o distinción, aunque no lo solicite. 3. Persona que está expuesta a padecer algo.

GREMIO

Del latín ‘regazo’, ‘seno’. 1. Corporació­n formada por los maestros, oficiales y aprendices de una misma profesión u oficio, regida por ordenanzas o estatutos especiales. 2. Conjunto de personas que tienen un mismo ejercicio, profesión o estado social. 3. Unión de los fieles con sus legítimos pastores, y especialme­nte con el pontífice romano.

DESEMBARCO

“En México ya le sacan provecho al desembarco de Maradona”

1. Acción de desembarca­r (salir de una embarcació­n). 2. Acción y efecto de desembarca­r (llegar a un lugar). 3. Meseta o descanso en donde termina la escalera y está la entrada de una habitación. 4. Operación militar que realiza en tierra la dotación de un buque o de una escuadra, o las tropas que llevan.

COLUMNA

Del latín 1. Soporte vertical de gran altura respecto a su sección transversa­l. 2. En impresos o manuscrito­s, cada una de las partes en que se dividen las planas por medio de un corondel o línea que las separa de arriba abajo. 3. En una publicació­n periódica, artículo de un colaborado­r o redactor que aparece de forma regular y frecuente en un espacio fijo. 4. Género periodísti­co correspond­iente a la columna. 5. Persona o cosa que sirve de amparo, apoyo o protección.

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