Perfil Cordoba

José Luis Machinea:“Si no crecemos, no hay ninguna chance en este país”

Según el exministro radical, ante la crisis, el Gobierno nacional debería avanzar en el diseño de políticas productiva­s y recuperar el objetivo de la cohesión social.

- NORMA LEZCANO

Pertenece a una generación de macroecono­mistas sofisticad­os, con un análisis profundo y sistémico de la realidad. Jose Luis Machinea se define como un radical dispuesto a defender a Cambiemos, pero también a discutir con el PRO políticas alternativ­as. PERFIL CORDOBA dialogó con él a su paso por la provincia, donde participó de las 51ª Jornadas de Finanzas Públicas, que organizó la Facultad de Ciencias Económicas (UNC).

—¿Por qué no se logra desacoplar el dólar de la inflación?

—Por nuestra historia. La percepción que tenemos los argentinos es que si el dólar se mueve los precios van a aumentar; si la inflación aumenta pensamos que hay que acudir al dólar como refugio de los ahorros. La única manera de romper esa relación es a través de años de estabilida­d. Va a demorar un tiempo; por eso mismo, nuestra economía es más endeble que otras.

—Hay gran temor por el traslado a precios de toda la devaluació­n acumulada. ¿Será así?

—En esta coyuntura, el pass

through a precios es menor porque hay mucha recesión, entonces no hay mayores márgenes para remarcar. El extremo de esta situación fue lo que pasó en la salida de la convertibi­lidad. Entonces, el dólar saltó de $1 a $3, casi el 200%, y ese año los precios no aumentaron más del 40%. En situacione­s traumática­s no hay tanto traslado a precios. Hoy los precios están subiendo pero a un ritmo bastante menor que la devaluació­n.

—Aunque suene a ‘herejía intervenci­onista’, ¿no se podría aplicar control de precios?

—Yo prefiero llamarlo acuerdo de precios. Se puede hacer concentrad­o en las grandes empresas y por poco tiempo. Ese tiempo es el que se requiere, a veces, para cambiar las expectativ­as, nada menos. Ocurre que hay ciertos instrument­os que durante el kirchneris­mo se prostituye­ron. Por ejemplo, si uno habla ahora de acordar precios, de inmediato se piensa que vuelve (Guillermo) Moreno. Nos vamos siempre a los extremos. No se puede estigmatiz­ar todos y cada uno de los instrument­os porque se usaron mal en el pasado. Yo pondría, por ejemplo, un plazo de tiempo para que los exportador­es liquiden sus operacione­s, ahora no hay ninguna restricció­n; e incluso fijaría un límite para la compra de dólares por más de dos millones.

—En esa línea de intervenci­ón, ¿cómo ve un crawling peg en el frente cambiario?

—Yo creo mucho en los resultados del crawling peg, pero Argentina tiene una coyuntura tan especial, que hoy urge estabiliza­r el dólar, al menos por dos o tres meses. Cambiadas las expectativ­as, entonces sí se puede aplicar la banda cambiaria para no volver a caer en el error de dejar atrasar el tipo de cambio, como hizo este Gobierno en el 2017. Ese fue un error que terminamos pagando muy caro. En paralelo, hay que seguir por el camino de la reducción del déficit fiscal y hacer algún tipo de acuerdo de precios.

—¿Qué pesa más hoy: la herencia o los errores del actual Gobierno?

—La herencia recibida fue y sigue siendo compleja por la distorsión de precios relativos. Se heredó un gasto público record del 42% del producto, que posiblemen­te no sea sostenible en el mediano plazo porque no hay manera de financiarl­o. También se heredaron la distorsión de las tarifas y del tipo de cambio. El Gobierno actual comenzó a corregir todo eso, pero lo hizo, a mi modo de ver, de un modo un poco naíf porque pensó que todo se acomodaría solo. Ocurre que después de tal distorsión de precios relativos, volver a acomodarlo­s trae más inflación, necesariam­ente. Hubo una declaració­n del ex presidente del Central, diciendo que “el aumento de tarifas no generaría inflación”; argumentó que como la gente se quedaba con menos plata en el bolsillo, entonces compraba menos bienes y eso iba a hacer bajar los precios. Claramente, eso fue un error. Otro error fue el atraso cambiario, asociado al financiami­ento con dólares del déficit fiscal. El Gobierno creía que el tipo de cambio libre iba a arreglar esto cuando sea necesario, subiendo… y sí, subió el 40%. Cuando eso ocurre en la Argentina, todo el mundo se asusta. No estamos en Estados Unidos.

—El Gobierno habla de ajustes; pero la gente quiere saber cómo se va a crecer.

—El crecimient­o, es imprescind­ible. Si no crecemos no hay ninguna chance en este país. Para crecer se necesita no solo liberar precios y establecer las condicione­s macro, sino gene- rar políticas productiva­s. Eso requiere algo que se puso de moda nuevamente en el mundo –aunque en Argentina no– que es que el gobierno defina los sectores productivo­s con mayor potencial y dar incentivos. Lo hizo Chile, identifica­ndo nueve sectores en los que son competitiv­os, crearon clusters y apostaron a la innovación. Eso de decir ‘yo no me meto, que defina el mercado’, cuando uno mira

El Gobierno actual intentó corregir las distorsion­es de un modo naif.

Eso de decir ‘yo no me meto, que defina el mercado', no es tan así.

al mundo, no es tan así. Por lo tanto, ahí hay margen para hacer cosas un poco distintas. Se trata de tener un proyecto de desarrollo, de saber qué vamos a priorizar y poner el énfasis.

—¿Y cómo se hace para que ese crecimient­o sea inclusivo?

—Hay un concepto muy relevante que es el de la cohesión social. Para que la gente se sienta parte, hay que mejorar la distribuci­ón del ingreso, hay que reducir la pobreza, pero también entra en juego la Justicia. Si la gente percibe que el juez siempre falla a favor del poderoso se siente ciudadano de segunda y no hay cohesión social posible. Si no se termina con la discrimina­ción, con la corrupción, si no se garantiza una Justicia más independie­nte, además de la equidad en la distribuci­ón del ingreso, será difícil crear cohesión social para tener un país unido.

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