El amor en los tiempos del click
revolucionar el arte de la seducción, “normalizar” y liberar el deseo, segmentarlo y, a veces, vaciarlo.
El erotismo digital aparece, en sus formas, como “oferta a la carta”. Cualquier rasgo es suficiente para elegir o descartar una próxima conquista. La fascinación por el descubrimiento, uno de los mitos en los que se basa el amor romántico, es reemplazado por el más puro pragmatismo. La búsqueda digital tiende a reproducir los propios estereotipos y el deseo se direcciona timoneado por un cúmulo de prejuicios. Los filtros catalogan y ofrecen: religiosos, veganos, aburridos, entusiastas y hasta quienes están de uno u otro lado de la “grieta”.
Para quienes buscan vínculos a largo plazo, la web puede ser una opción: constituyen vínculos más duraderos y estables. Las citas online tienden a unir parecidos y separar diferentes. La “unión clasificada” en nivel educativo e ingresos colabora a consolidar la uniformidad y desigualdad creciente en Occidente.
Entre tanta superficialidad uniformada, la “cantidad”sobre la “calidad” debe apostar al marketing duro: la mejor foto, el comentario más vivaz o la originalidad suelen ser recompensados por el éxito.
La tecnología convalida un sentimiento de época marcado por la inmediatez y la autocomplacencia. Nada parece suficiente. En la cultura del consumismo insaciable, las posesiones son eclipsadas por las “carencias”. Se quiere todo, no se renuncia a nada. Cualquier elección es “perfectible”. Lo mejor siempre está por venir o está en otra parte. El mundo de “oportunidades inagotables” convierte en utópicos los amores reales y posibles.
La pregunta inevitable es si se trata de un “orden amoroso” distinto o solo de dilemas eternos bajo apariencias nuevas. Para el pensador coreano-alemán Byung-Chul Han el amor está amenazado por algo más que la libertad y las enormes posibilidades de elección. “La erosión del otro es lo que mata al Eros, porque el narcisista no puede encontrar nada fuera de sí y por tanto no hay nada que pueda amar”. O tal vez se trata de seguir peleándola, como decía Bauman. “Mientras está vivo, el amor está siempre al borde de la derrota”.