El momento del compromiso
de una crisis de la Justicia?
Aunque en los tribunales conviven muchos magistrados probos, algunos sospechados y demasiados indiferentes, lo concreto es que la sospecha se extiende sobre el sistema judicial en su conjunto. La credibilidad de la Justicia, entonces, no se juega solamente en los actores directos del caso de los “cuadernos”. Es decisiva, de cara a ese desafío de construir aceptación, la participación de los indiferentes; es decir, de aquellos funcionarios judiciales que en su zona de confort miran sus propias oficinas y se abstraen del contexto crítico; sobre todo, porque ello no los hace mejores ni peores, sino simplemente habla de su indiferencia que es incompatible con la vida pública que alimenta la crisis que los impugna a ellos mismos.
El aparato judicial pide a gritos eso que, coqueteando con Sartre, podríamos definir como el “funcionario comprometido”. En este caso, con la Justicia. El “compromiso”, tiene que ver con la responsabilidad y con el riesgo derivado de la defensa de los principios que edifican la Constitución por la cual juraron. Tiene que ver con no escudarse en las formas porque es incómodo aplicar la ley de verdad. Tiene que ver, en definitiva, con cumplir la responsabilidad institucional con la que ese funcionario fue honrado. Nicolás Maquiavelo describió en los cómo el papado llevó a la crisis italiana porque “el mal ejemplo de [su] corte destruyó en Italia todo sentimiento de piedad y de religión”. El efecto fue la desgracia de ese cuerpo político. Pero el florentino advirtió que esa corrupción podía revertirse de la mano de un regreso a los principios fundadores. En el caso argentino, con una vuelta a dos oraciones del preámbulo que apuntan a afianzar la justicia y promover el bienestar general. Pero tamaña tarea sólo se puede emprender con el compromiso público general y de los funcionarios judiciales en particular.