Cómo fabricar emprendedores
haber conocido a su padre ni obviamente a su abuelo, admiro la obra que esas tres generaciones de empresarios hicieron: de aquel inicial taller metalúrgico de 1907 a la empresa en que se convirtió Impsa exportando tecnología compleja a toda América y Asia sostenidamente durante varias décadas.
En lo personal, siento empatía por el hecho de Pescarmona definirse como mejor ingeniero que empresario, lo mismo me pasa a mí con el periodismo, como la pasión
al tomar a su profesión como ciencia, algo poco común entre los empresarios.
Conocí a Pescarmona en 1999, cuando Editorial Perfil y el diario eran socios en la subsidiaria argentina de UOL, el mayor portal de internet de Latinoamérica, y Pescarmona tenía Impsat, la versión digital de Impsa. Y a pesar de que nunca tuvimos ningún emprendimiento conjunto, desde entonces nuestra relación personal fue creciendo sobre la base de nuestra empatía personal.
Debo decir también que escuché más de una versión sobre que Pescarmona tiene un doble estándar porque, mientras siempre protestaba por la corrupción política, nunca dejó de adaptarse a los ecosistemas Estado-mercado que se fue encontrando.
Justo esta semana, por una columna que escribí recomendando a Techint una mayor coherencia entre el arrepentimiento judicial de sus ejecutivos y el arrepentimiento frente a la opinión pública, recibí una carta de un alto ejecutivo de Techint que dejó la empresa hace más de una década, casualmente por una instrucción no ética que le dio Paolo Rocca. Y el hombre, a quien luego recibí personalmente,
terminaba su carta diciéndome: “Al contarle esto, no puedo dejar de lado el hecho de que si tuviera que elegir una empresa como ejemplo de lo que quisiera que hubiera más en el país, elegiría, sin dudas, a Techint y sus empresas industriales”. Sin embargo: “La responsabilidad de Techint, como la mayor empresa argentina, es doble porque sus actos construyen una forma de canon para el empresariado en su conjunto” (esto último de su carta es una cita de la columna que yo había escrito).
En mi doble condición de periodista y empresario me siento en la obligación de generar puentes entre la opinión pública y las empresas usando la crítica y el periodismo de investigación para ayudar a mejorar la economía, como también la crítica a los gobiernos contribuye a mejorar el país. Es a favor y no en contra de la política o de las empresas. El país precisa más personas interesadas en la política y más personas creando y engrandeciendo empresas, nunca menos.
El reportaje a Pescarmona por el Cuadernogate merece otra aclaración especial. Dos veces se frustró. Primero iba a hacerse telefónicamente tras la detención del directivo de Impsa, Rubén Valenti, cuando Pescarmona estaba en Kuala Lumpur reuniéndose con el jefe de Estado de Malasia, el viernes 10 de agosto. Sus abogados consideraron que, hasta que no declarara frente a Stornelli