Perfil Cordoba

Un dato parcial o erróneo induce al malentendi­do

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En la sección del Correo se publica hoy un mail enviado por el señor Jorge Alfonsin, en el que manifiesta su crítica a un dato incluido en la columna de Luciana Rubinska publicada el domingo 28 de octubre en la contratapa del suplemento Deportes. El lector afirma en su carta que la periodista dijo en su texto que “en el actual Cenard, ubicado en Av. del Libertador y Larralde, el presidente Perón intentó implantar un centro deportivo de alto rendimient­o”. Su cita es incorrecta porque Rubinska no escribió eso, pero permite profundiza­r en torno a la precisión o no de los datos empleados en esa columna.

En verdad, cada vez que un profesiona­l de este oficio se sienta ante el teclado para escribir un artículo, lo hace –cumpliendo con normas elementale­s de seriedad y responsabi­lidad en el manejo de la informació­n– con cada dato chequeado para evitar errores propios y consecuent­es confusione­s en sus destinatar­ios. El malentendi­do es siempre responsabi­lidad del emisor: si transmite informació­n precisa, incontrove­rtible, no habrá receptor que entienda mal su mensaje, al menos no de manera consciente.

En este caso, el lector Alfonsin cometió un error al adjudicar a Rubinska una aseveració­n que no está en el texto de la columna. Contó, para entender mal, con una imprecisió­n en el manejo de la informació­n por parte de la columnista: escribió ella que “la construcci­ón del Cenard empezó en 1953 por un decreto del presidente Juan Domingo Perón” y agregó que “durante la llamada Revolución Libertador­a el centro deportivo cerró sus puertas, lo sumergiero­n en el abandono y la destrucció­n”.

En verdad, Perón no quiso iniciar el Cenard, tal como es hoy, con su decreto (el 15.859, fechado el 26 de agosto del 53), sino instrument­ar un espacio para dar cobijo a actividade­s recreativa­s, artísticas, políticas y deportivas de la Unión de Estudiante­s Secundario­s (UES), rama masculina (la femenina tenía su sede en Olivos). La UES fue imaginada como un semillero para futuros dirigentes,

Defensor de los Lectores

un marco contenedor para las y los adolescent­es de la época. De hecho, las construcci­ones iniciales (el edificio central, al que solía concurrir el presidente, y el cine-teatro para 1.500 espectador­es, que era empleado para funciones de música, para actos partidario­s y para reuniones juveniles multitudin­arias) no tuvieron destino deportivo. En 1954 se le dio al lugar un mayor compromiso con esta área. Con el derrocamie­nto de Perón en 1955, el predio fue entregado a la División de Remonta y Veterinari­a del Ejército y sus instalacio­nes se deteriorar­on aceleradam­ente. Recién en la década del 60 comenzó un creciente desarrollo de actividade­s deportivas, con la construcci­ón de pistas de atletismo, canchas de disciplina­s varias y –más tarde– piletas de natación y otras dependenci­as.

Es seguro que si Rubinska hubiese precisado algunos de esos puntos, sin dejar margen para la mala interpreta­ción, no habría enviado su mail el lector Alfonsin, o lo hubiera hecho con otros conceptos.

Leopoldo Villar Borda, quien fuera defensor del lector del diario El Tiempo de Bogotá, Colombia, señalaba hace algunos años que el problema de la buena comunicaci­ón “es universal y solo puede ser resuelto mediante el esfuerzo de los periodista­s para ser más cuidadosos en la búsqueda de la informació­n, más rigurosos en los detalles y más meticuloso­s en la redacción”. Esas tres patas para una misma base de sustentaci­ón de la credibilid­ad son imprescind­ibles y cada vez más necesarias para el ejercicio de un buen periodismo. Sin intentar criticar las nuevas tecnología­s (internet, las redes sociales, el florecimie­nto de blogs y portales de noticias) por cierta tendencia a la superficia­lidad en el manejo informativ­o, es indudable que el nuevo lenguaje que ellas vienen imponiendo afecta en mayor o menor medida el ejercicio riguroso de esta profesión.

El entredicho Alfonsin-Rubinska compromete a quienes escriben en PERFIL a extremar los cuidados cuando se trata de poner los dedos sobre el teclado.

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MARCELO SILVESTRO PERON EN LA UES. Septiembre de 1954. Homenaje de juveniles basquetbol­istas(los “UES trotters”) al presidente.
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