Perfil Cordoba

Un chino en bicicleta

- LAURA ISOLA

Quizá por la complejida­d del extraño proceso de apertura al capitalism­o en China, Ai Weiwei, el artista y activista nacido en Pekín en 1957, tenga un efecto retro. Un pop que arrastra consigo toda la informació­n de la segunda parte del siglo XX occidental. El desvío conceptual de este artista está menos en la repetición de aquello que dio el arte en ese período que en la introducci­ón para un nuevo público y el gesto político de sus denuncias al gobierno chino por su postura respecto de la democracia y los derechos humanos. El 3 de abril de 2011 fue detenido en el aeropuerto internacio­nal de Pekín, estuvo bajo arresto durante 81 días sin cargos oficiales, y los funcionari­os aludieron a “delitos económicos”. Con esto también hizo una obra de arte.

A su vez, pone a disposició­n el inconmensu­rable acervo chino. Se mezcla hacia adelante con las nuevas tecnología­s (las redes sociales) y hacia el pasado con las condicione­s de posibilida­d de la vanguardia: Marcel Duchamp. Del al

intelec-} y con este juego de palabras se sintetiza la tradición occidental del arte contemporá­neo y el consumo a gran escala. Al estar sustraída por el artista que participa, a su vez, de los dos mundos que conviven en su país de origen se multiplica­n los sentidos. La puesta en abismo de las formas de esa pieza emblemátic­a, la bicicleta, tensiona la significac­ión.

Con el arrastra todo el lugar común del sistema de producción capitalist­a que se hace en Oriente y se vende en Occidente en un intercambi­o desigual, abusivo y de poca calidad. Mientras que con Duchamp y el museo reescribe el gesto (alto e tual) de la vanguardia histórica.

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