¡Que sepa coser!
La televisión local vio pasar programas como
y que mostraban vestidos con comentarios de locutores, y
donde el conductor y los panelistas criticaban los looks de gente conocida. En ese terreno, recientemente surgió el programa
que dio mucha tela para cortar, donde un grupo de artistas y mediáticos exhiben sus dotes para diseñar y confeccionar ropa, que luego son evaluadas por un jurado de expertos en moda.
Uno se pregunta si los artistas, además de saber actuar, deberían tener las habilidades de una costurera. Algunos lo han demostrado a través de sus papeles en la ficción. En una escena de la película
se la ve a Mirtha Legrand dándole unas puntadas al saco de su marido. de Leopoldo Torres Ríos, estrenada en 1956, muestra a una madre de tres adolescentes (Julia Dalmas) sentada ante su máquina de coser a pedal, cosiendo una sábana mientras el hijo menor le lee la redacción que escribió para su tarea escolar. La encantadora Scarlett O’Hara de
(encarnada por Vivien Leigh), arruinada por la Guerra de Secesión, logra confeccionar un deslumbrante vestido con el terciopelo verde de una cortina para acudir a una cita importante. La protagonista del melodrama
(interpretado en sus tres versiones por Iren Dunne, Margaret Sullavan y Susan
Hayward) es una modista que se convierte en una importante diseñadora y logra presentar su colección en Nueva York y en
Roma. Mecha Ortiz y
Amelia Bence en componen a dos aristócratas en la ruina que consiguen trabajo en una casa de alta costura. Irma Roy en y Leonor Benedetto en dieron vida al personaje creado por Celia Alcántara, de una mucama que con su esfuerzo llega a diseñar ropa y brillar en el mundo de la moda. Entre los hombres que “metieron tijera” se destacaron el francés Fernandel en
y el australiano Geoffrey Rush en
La única incursión de Katharine Hepburn en la comedia musical fue en 1969 en de Alan Jay Lerner y André Previn, donde componía a la famosa diseñadora Gabrielle “Coco” Chanel. La obra tenía un deslumbrante vestuario de Cecil Beaton con réplicas de auténticos trajes Chanel y una elaborada escenografía con plataformas giratorias que incluía escaleras y pasarelas donde desfilaban hermosas modelos. Irónicamente, en la canción final de la obra, la diseñadora que compone Hepburn dice desilusionada: “¿A quién le importa lo que usa una mujer?”.