Enarbolando en alto la bandera de la ciencia y la cooperación
Mientras en todo el mundo estamos esforzándonos por encontrar la solución eficaz para enfrentar la incesante mutación del nuevo coronavirus y la distribución desigual de vacunas, unos políticos y medios de comunicación estadounidenses y europeos, a los cuales no les importa nada el problema más urgente de la humanidad, mediante hechos preocupantes, incalificables y deplorables –como la manipulación política sobre el estudio del origen del virus SARS-CoV-2, la predicación del nacionalismo de vacunas, así como la interferencia en la lucha científica y cooperativa contra la pandemia– solo se dedican a echarles la culpa a los demás, intentando convertir en chivo expiatorio de a más de 160 países y organismos internacionales a través de donaciones y suministros, hecho que no solo demuestra la gran responsabilidad que nuestro país ha asumido en el liderazgo en la lucha contra la pandemia, sino que también ha recibido amplios elogios de la comunidad internacional.
No hay ninguna evidencia para dar por comprobado que el nuevo coronavirus se haya originado en China, país que desde el principio ha venido apoyando a la OMS en el estudio sobre el origen del SARS-CoV-2. A comienzos del año en curso, los expertos internacionales realizaron en la revista una declaración conjunta, en la que demostraron que el virus se originó y evolucionó en la naturaleza, contradiciendo la teoría de algunos políticos estadounidenses de que el virus se escapó de un laboratorio.
El estudio sobre el origen del virus es un tema científico complejo y serio, que consiste en una obligación de todos los países y que debe realizarse por los científicos en el ámbito global. Unos pocos países, con sus engaños sucios de politización, clasificación geopolítica, difamación, e incluso con la básicas de las relaciones internacionales, contra lo cual hemos luchado y seguiremos haciéndolo con toda firmeza. Estamos convencidos de que la luz de la ciencia y la justicia disipará la tenebrosidad.
China se encuentra en la primera fila del mundo en la investigación y desarrollo, fabricación y suministro de las vacunas contra el covid-19. Desde el brote, en enero de 2020, China ha venido fomentando fuertemente la investigación y desarrollo de todos los tipos de vacunas, tales como las inactivadas, atenuadas, de proteína recombinante, de y beneficiar a toda la humanidad. China, fiel a su promesa de garantizar que las vacunas sean un producto público global, concede gran importancia al problema de la distribución desigual de las vacunas en el mundo, se opone firmemente al nacionalismo de vacunas y apoya decididamente el mecanismo Covax para eliminar la brecha de vacunas. A pesar de la inmensa demanda doméstica, China es el país que más vacunas contra el covid-19 ha enviado a todo el mundo, habiendo proporcionado hasta la fecha más de 500 millones de dosis a más de 120 países y organismos internacionales junto con la fabricación conjunta en países en vías de desarrollo como Egipto, Indonesia, Brasil, México, Emiratos Árabes Unidos y Marruecos. Irónicamente, los países desarrollados, con palabras vacías, prefieren acaparar las vacunas, cuya cantidad es mucho más que la necesidad doméstica,