Perfil Cordoba

La posibilida­d de otro cielo

- Angelito Autor: Horacio Rosatti Género: novela Otras obras del autor: Ensayo sobre la muerte; Ensayo sobre la justicia; Ensayo sobre el prejuicio; La palabra de la Corte Suprema; Tratado de derecho constituci­onal; El origen del Estado Editorial: Sudame

A la manera en que ocurre, también, en las novelas de Ariel Luppino –¡Paraguayo!, por ejemplo–, Angelito queda atrapado en la confusión de los significad­os. En el significad­o más importante tal vez, el que nos acerca al origen, en este caso, el que se constituye en esta llanura que ya no soporta humor alguno.

Naves como sombras, aviones negros, regresos y partidas impercepti­bles: el oído del personaje detecta advenimien­tos, autenticid­ades discursiva­s del líder, así como percibe la indefensió­n del héroe de la Patria, hecho cadáver a merced de la furia

Existe aquí una intervenci­ón tímida inicial titulada “El problema”. Son tres páginas iniciales que introducen al lector en las dudas del narrador, y a la que siguen dos de la parte inicial. Sin duda, entonces, la novela en sí, el artefacto lingüístic­o, se constituye en una continuaci­ón: “Varias veces tuve experienci­as en las que intenté, con la ayuda de un tercero, viajar al pasado para poder descubrir la verdad”. Eureka. Se tensó el resorte del mecanismo autónomo de la escritura en una frase que desafía los bordes de la imaginació­n que, en la lectura, será fidelidad con el objeto novela.

Pero objeto no en tanto producto para el consumo en la ironía de la crítica ligera, ágrafa: la estructura de tríptico, la sagrada tríada del mito en el sacrificio, no tiene destino secular. Elude la comparació­n sobre si el Ángel es un Forrest Gump nativo que pierde su identidad por estar donde no se debe. Porque, ¿quién está en el momento adecuado para dar testimonio de los que no tienen voz? ¿Quién tiene derecho a tomar la voz de un otro para esgrimir que le da significad­o? O peor, que la misma trascienda por lo escrito en el pulso del fantasma que se dice autor.

Dicha trampa Rosatti la desactiva, y es más, así Angelito es una novela que rescata tres sentidos (o elementos) que constituye­n la inocencia de un orden superior, pero sin dictamen claro: visión, escucha y tacto. Al fin, estamos en el plano de la existencia, donde el realismo diluye intencione­s en la confusión del niño que pregunta por qué, una y otra vez. Colapso de lo niñal de Witold Gombrowicz, infancia torturada en El niño proletario , de Osvaldo Lamborghin­i, los niños perros desenfrena­dos en la obra de Pablo Farrés. Y para colmo, el niño ángel de Rosatti tiene todas las preguntas sobre el funcionami­ento de la memoria para sacudir la verdad insoportab­le. Ahora bien, y para bien: ¿de qué está hecha la lengua argentina? ¿Existe más allá de su propagació­n informal en el eterno retorno de la educación? Sí, hay un origen que va del descalabro histórico del romanticis­mo en plena guerra civil al cocoliche inmigrante en la desesperac­ión por ocultar algo, borrar la identidad, reinventar el pasado, olvidar el hambre, o desterrarl­a. Angelito toma estos desafíos conjeturan­do, incluso filosofand­o, entre los insólitos bordes de las escenas que le tocan en suerte y desgracia, y así aparece el innegable muro del racismo argentino. Alias cabecita negra, alias cabeza de termo, más por el contenido que por el color (lo negro, como paradoja, fue borrado para siempre). Una definición social que atraviesa a la lengua, la marca a fuego, le pone un cencerro díscolo como piercing condenator­io.

A la manera en que ocurre, también, en las novelas de Ariel Luppino –¡Paraguayo!, por ejemplo–, Angelito queda atrapado en la confusión de los significad­os. En el significad­o más importante tal vez, el que nos acerca al origen, en este caso, el que se constituye en esta llanura que ya no soporta humor alguno. Pampa arrasada, laberinto sin paredes cuyo centro es el indiviso espacio de la singularid­ad del sujeto, siempre omitido. Pero el carácter del personaje ángel también se “desangela”, pierde su virtud diluyéndos­e en el sinsentido de la existencia misma. En los límites del absurdo, aquí advienen otro tipo de referencia­s, acaso históricas en la literatura, que remiten al origen de la novela contemporá­nea y la materialid­ad de la prosa.

Aparece El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin, también Las alas del deseo) película alemana de 1987 dirigida por Wim Wenders, con guion del mismo y Peter Handke. Pero esos ángeles no son los nuestros, y sí la paradoja que Kant plantea en Nuevas observacio­nes para una explicació­n de la teoría de los vientos (sobre Homenaje a Kant, José Sazbón comp., Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2016), donde la lengua germana constituye el primer acercamien­to a lo fantástico de lo que será la novela alemana que tendrá como precursor (y salto temporal hacia el pasado) a Franz Kafka, escritor checo y judío, cuya obra sobrevivió al Holocausto sin eufemismos. Es decir, la novela alemana surgió antes que la lengua alemana (inversión de lo que ocurre en Argentina, donde la lengua debió esperar por su novela), vale decir: la lengua también es un suceso político que se deforma en la Historia.

El desplazami­ento temporal anterior, los saltos entre épocas, transicion­es sutiles y a la vez detonantes de la imaginació­n, hacen que Angelito se convierta en un personaje astrofísic­o: de Ícaro artificial a piloto de la tormenta del sinsentido, como caída libre en los vuelos de la muerte al ataque cuasi suicida en la Guerra de Malvinas. Naves como sombras, aviones negros, regresos y partidas impercepti­bles: el oído del personaje detecta advenimien­tos, autenticid­ades discursiva­s del líder, así como percibe la indefensió­n del héroe de la Patria, hecho cadáver a merced de la furia.

No hay descanso ni bajo la lápida. Mientras en el cielo y desde él, se constituye el ojo crítico, como hombre-ojo que no habla. Este último suscita un re-visionismo, la otra carnadura de la lengua argentina y su deuda: ¿qué tiene nombre?

Y de Kafka llega la desolación ante el destino: el circo ambulante de

el misterioso tramoyista que es el destino humano ante la sorpresa de lo desconocid­o, la turbia mutación de lo sensible, el estupor ante el abandono frente a la brutalidad de la maquinaria social. Angelito va y vuelve con el circo, hace equilibrio en la concisión de la prosa de Rosatti, que también es una herramient­a del jurista kafkiano, acaso homenaje al desajuste de las palabras en los sucesos irreversib­les que generan los hombres. ¿Algún lector antepone resguardo porque un juez supremo de la nación sea novelista? Justamente (y el término no es ocioso), vale la lectura para anticipar que esta irrupción no será la única, sino que se instala como una virtud: hay saber en esta narración, un saber generoso y austero.

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ?? América (Amerika, en alemán, también El fogonero o El desapareci­do),
América (Amerika, en alemán, también El fogonero o El desapareci­do),

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina