Perfil Cordoba

Rubén Arroyo, un imprescind­ible

- * APDH CóRDOBA * Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Córdoba

la madrugada del jueves pasado murió Rubén Arroyo, presidente honorario de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Córdoba (APDH Córdoba) y exintegran­te de la Comisión Nacional de Desaparici­ón de Personas (Conadep), creada a instancias del presidente Raúl Alfonsín, que elaboró el informe Nunca Más, donde se detalló el plan sistemátic­o de exterminio orquestado por la dictadura cívico militar iniciada el 24 de marzo de 1976.

Arroyo comenzó su militancia en favor de los derechos humanos y contra las dictaduras en la década de 1960, cuando el general Juan Carlos Onganía derrocó al presidente Arturo Illia, en 1966. En esos años, como abogado del Sindicato de Luz y Fuerza, trabó amistad con Agustín Tosco hasta su muerte en la clandestin­idad y perseguido por la Triple A, en noviembre de 1975.

Cuando el gobernador cordobés Ricardo Obregón Cano fue derrocado por la policía cordobesa, en febrero de 1974, Rubén Arroyo tuvo una activa participac­ión en defensa de los perseguido­s por el golpista Antonio Navarro, el intervento­r Raúl Lacabanne y las bandas paraestata­les del Comando Libertador­es de América: “El genocidio no comenzó con la dictadura, no hay que olvidar que a un gobernador constituci­onal como (Ricardo) Obregón Cano lo derrocaron dos años antes al 24 de marzo de 1976; que el terrorismo de Estado comenzó en 1974, y que el Comando Libertador­es de América operó bajo el amparo del Estado”, repetía Arroyo.

Así, meses previos al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, Arroyo se dedicó a defender a las víctimas del terrorismo de Estado y denunciar las violacione­s a los derechos humanos, como fue el caso de Alberto Caffaratti, obrero de Epec y dirigente de Luz y Fuerza muy cercano a Agustín Tosco, quien fue secuestrad­o en enero de 1976 y llevado al centro clandestin­o de detención Campo de la Ribera. Caffaratti continúa desapareci­do. De las 52 desaparici­ones de personas ocurridas desde marzo de 1975 hasta el 24 de marzo de 1976, 40 se cometieron a partir de diciembre de 1975.

Luego de iniciada la dictadura cívico-militar del Proceso de Reorganiza­ción Nacional, Rubén Arroyo siguió en su defensa de las víctimas del terrorismo de Estado. En septiembre de 1979, durante la visita al país de observador­es de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, fue de los abogados que presentó testimonio­s sobre lo que sucedía en Córdoba bajo el mando del genocida Luciano Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército.

Con el retorno de la democracia, Rubén Arroyo integró junto al arquitecto Luis Rébora y otros abogados y militantes de organismos defensores de los derechos humanos, el capítulo Córdoba de la Conadep.

También tuvo una activa participac­ión en la Convención de 1994, que reformó la Constituci­ón Nacional.

Ya en 2006, Arroyo y un grupo de abogados presentó una denuncia ante la fiscal federal Graciela López de Filoñuk para que investigar­a por genocidio a los integrante­s del Comando Libertador­es de América, entre los que se destacaban el capitán Héctor Pedro Vergez y el comisario Carlos Yanicelli: “Los hechos aberrantes que denunciamo­s, de ninguna manera pueden ser tratados como excesos o hechos aislados, son delitos de lesa humanidad que componen la figura del genocidio”, señaló Rubén Arroyo al fundamenta­r la denuncia.

En 2020, cuando la Policía de Córdoba asesinó a Blas Correas, siguió de cerca el caso y orientó a la familia de la víctima para evitar que el Estado entorpecie­ra la investigac­ión.

Hace casi una década, en 2014, Rubén Arroyo dio impulso a la reorganiza­ción de esta APDH Córdoba, que hoy lo despide con dolor, pero con el orgullo de haber compartido el camino por Memora, Verdad y Justicia y para que Nunca Más el autoritari­smo y el terrorismo de Estado imperen en nuestro país.

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