TEATRO: CONVIVENCIA CREATIVA Y PACíFICA

A.M. —¿Por qué, para qué, para quién, el teatro?

R: El teatro brinda la posibilidad de pensar una sociedad que pueda convivir en forma creativa y pacífica: eso es lo que pasa en la función teatral. Hay un montón de gente que no se conoce y se junta para compartir un rito, para pensar juntos, para imaginar, en forma colectiva, una realidad distinta, a través del trabajo de los actores. En particular, el teatro en el contexto de infancias, de escuelas, cuando las personas se están formando, es el momento para pensar que lo social es lo colectivo, lo positivo, lo bueno, donde nos espera la posible salida.

M: El teatro es una forma de filosofar a través de la praxis. Como también interviene el cuerpo, a quien está dirigido es un par, con quien uno se dispone a conjeturar, a comunicarse sensaciones y pareceres. Siento al teatro como un templo en el que se juegan verdades genuinas. Somos un colectivo, los que hacemos teatro y los espectadores. Gracias a ello subsiste en el mundo el carácter que los griegos le daban a la mitología: la búsqueda denodada por la comprensión pero dentro de un marco de conflictos de vida o muerte o de farsa sin piedad. Así es el mundo. Una actividad como el teatro es capaz de andarle alrededor, intentando atajar sus embates o poniéndole los puntos sobre las responsabilidades y las vacilaciones de cada uno. Esto vale para el ámbito escolar o para un público con determinadas características: miramos y somos mirados; de esa conexión surge una fuerza repartida que puede todavía hacer algo por mejorar las cosas.