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Rossi y el debate político: “Pulula el palabrerío y faltan palabras significat­ivas”

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El arzobispo de Córdoba se refirió al proceso electoral del 22 de octubre. Asegura que en la campaña “hay muchas palabras pero no hay diálogo. Pulula el palabrerío, pero faltan palabras significat­ivas, hay un rejunte de monólogos”. Asegura que

El arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, aseguró que “faltan mensajes de esperanza hacia el pueblo en la campaña”, de cara a las elecciones generales del próximo 22 de octubre y lamentó que “pulule el palabrerío” y “falten palabras significat­ivas”, en un marco en el que “se ha perdido” lo que denominó como “la gran política” y en el que predominan los “chusmeríos de conventill­o”.

“Parte de lo que estamos viendo en la Argentina es fruto de un desencanto y de una desesperan­za muy grande”, consideró el arzobispo –jesuita– en una entrevista con Télam, en la que, no obstante, remarcó que se debe “ir hacia adelante, con la esperanza a pesar de la realidad”.

—¿Qué cree que significa su designació­n como cardenal?

—Lo primero es sentir que esto me queda grande y agradecer al Papa por la confianza. La función del cardenal es dar una mano al Papa en temas de la Iglesia universal, sin perder lo local. Yo regreso a Córdoba a seguir siendo obispo pero con un sentido de ayuda al Papa en el Gobierno de la Iglesia, en un ámbito de consulta. El Papa no puede abarcar ni todos los países ni todos los temas, por lo que tiene la capacidad de buscar figuras que puedan ayudarlo. El cardenal está para dar una mano o, en caso de lo que se denomina ‘sede vacante’, se participa del cónclave con el que se discierne y se decide

quién es el próximo Papa. Muchos lo consideran como un gesto lindo para la Argentina que, de golpe, tres sean los argentinos nombrados cardenales, dado que también están Víctor Manuel Fernández y Luis Pascual Dri.

—Usted mencionó la tarea de los cardenales de ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia. ¿Cuál imagina que será su primera misión? “parte de lo que estamos viendo en la Argentina es fruto de un desencanto y de una desesperan­za muy grande”. También se refirió al combate a la droga y al juego. “Son flagelos en los que todos tenemos responsabi­lidad”, señala.

—La primera es la que se viene ahora, el Sínodo, que se hará del 4 al 29 de octubre y que estará dedicado a la sinodalida­d, para el que ya antes de la designació­n como cardenal estaba convocado. Mi línea de trabajo viene mucho de lo espiritual y lo pastoral, ya que como jesuita he dado muchos ejercicios espiritual­es con sacerdotes, con la vida religiosa e incluso con laicos.

No sé si me va a pedir algo o qué me va a pedir.

—También en lo social, ya que usted trabaja con la fundación Manos Abiertas desde 1992.

—En lo social sí, a partir del voluntaria­do Manos Abiertas nacido hace 30 años en Buenos Aires, inspirado en el trabajo del santo chileno Alberto Hurtado, que creó los Hogares de Cristo y tomando como modelo también a la Madre Teresa de Calcuta, que pretende dar una mano a necesidade­s concretas en distintos lugares. Hoy hay unas 60 obras por el país, con un trabajo que va desde las Casas de la Bondad, para enfermos terminales a los que se cuida en el tramo final, los denominado­s cuidados paliativos, a lugares para hombres y mujeres en situación de calles que llamamos ‘hospedería­s’. Es ir a las periferias concretas, no sólo geográfica­s, entre otras iniciativa­s como visitas a presos y hogares de niños de 0 a 3 años que están esperando la adopción. Es una organizaci­ón laica, abierta a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en la que hay laicos, judíos, agnósticos, con un total de cerca de 2.000 voluntario­s en todo el país.

—En los próximos días se cumple un nuevo aniversari­o de la publicació­n de la encíclica ‘Fratelli Tutti’, en la que el Papa dedica un capítulo entero a la política como ‘alta forma de caridad’ y a la importanci­a del diálogo, como

planteó ya Pablo VI. ¿Cómo analiza esto en lo que es hoy el debate político en el país?

Hay muchas palabras pero no hay diálogo. Pulula el palabrerío, pero faltan palabras significat­ivas, hay un rejunte de monólogos. Además, el tema muchas veces es cómo pisarle la cabeza al otro, qué palabra uso para ser más fuerte que el otro. Para que haya diálogo tiene que haber escucha y la escucha implica la humildad de que el otro pueda decir algo que a mí me haga bien, o que me pueda servir. Se ha perdido la gran política, en la Argentina y en el mundo, como dice el Papa. Hay un nivel de chusmerío de conventill­o, de forma respetuosa a los conventill­os. La política es el bien del otro, cuando se usa como un bien personal es la definición de corrupción.

—El lema del próximo Jubileo, en 2025, será ‘Peregrinos de esperanza’. ¿Cree que faltan mensajes así en la campaña?

—Faltan mensajes de esperanza hacia el pueblo en la campaña. Parte de lo que estamos viendo en la Argentina es fruto de un desencanto y de una desesperan­za muy grande. Que no está perdida la esperanza, sino debilitada. La gente sencilla por lo general conserva la esperanza, y eso es lo que hay que rescatar. Es siempre hacia adelante. Mientras que la desesperan­za y el desencanto generan resentimie­nto y luego la violencia, sentarse en un sillón e insultar. Tenemos que revisar nuestro desencanto, tenemos que ir adelante con la esperanza a pesar de la realidad.

—Su trabajo también ha estado enfocado al combate a la droga y el juego. ¿Cómo califica hoy a estas problemáti­cas?

—La droga y el juego son dos dramas in crescendo en el país. Con la droga vemos un crecimient­o alarmante en todos los ámbitos. Da la sensación de que nos desborda, ya que hay niveles que van de lo doméstico a las responsabi­lidades de los gobiernos e internacio­nales también. Esto no existiría si no hubiera una red de complicida­des, una cadena de miserabili­dad en la que quizás el que va preso es el menos culpable, el que tiene hambre, al que por mover un poco de droga le dan unos cuantos dólares y se termina convirtien­do en una tentación casi lógica. Y con el juego lo mismo: en Córdoba, por ejemplo, no hay casinos, pero con el juego online cada persona tiene un casino en su teléfono celular. Eso es algo que está haciendo mucho daño, incluso en los colegios, con chicos que se endeudan. Frente a la fragilidad y la pobreza, la gente juega y luego se vuelve adicción. Son flagelos que hemos gestado todos y en el que todos tenemos responsabi­lidad y que ojalá se pueden moderar y suavizar, más allá de que la función de la Iglesia a veces no sea resolver los temas, pero sí aportar a la educación y prevención. Son las cosas que imitamos mal de los países grandes, las cosas miserables que les copiamos.

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FOTOS AFP CON EL PAPA. Ángel Rossi fue uno de los 21 cardenales designados por el Papa Francisco. Tres de ellos argentinos.
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ROSSI. “Tenemos que revisar nuestro desencanto, tenemos que ir adelante con la esperanza a pesar de la realidad”.

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