Perfil Cordoba

Francesca Manfredi participó del filba como una de las invitadas internacio­nales

La literatura como eje De un festival en buenos aires

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PIERRE FROIDEVAUX El Festival Internacio­nal de Buenos Aires (Filba) que hoy termina celebró su quinceava edición. El programa ofreció una serie de actividade­s que exploraron las funciones más misteriosa­s de la literatura puestas en relación con la cultura más enfocada en la perfección de máquinas y los algoritmos. Este es un tema transversa­l a casi todas las disciplina­s humanas y que, inevitable­mente, marca agenda. También hubo un foco puesto en la literatura internacio­nal, y en cómo esa literatura dialoga con la industria local. El Filba 2023 contó con la participac­ión del best seller Jonathan Franzen, Mircea Cartarescu –uno de los actuales candidatos a ganar el Nobel de Literatura que se anunciara en estos días–, la filósofa eslovena Renata Salecl y Francesa Manfredi.

Ésta última es una joven escritora italiana que este año publicó la editorial Fiordo, con traducción de Eleonora González Capria. Manfredi nació en 1988 en Reggio Emilia, Italia, y publicó el compendio de cuentos Un buon posto dove stare, e inmediatam­ente después se puso a escribir la novela que la trajo a la Argentina. En el marco de un verano en un incierto pueblo italiano, con algunas notas góticas y desde la óptica de Valentina, una chica en el tránsito hacia la adolescenc­ia, la novela es la historia de una generación de señoras que conviven con el infortunio. En diálogo con PERFIL, Manfredi habla, entre otras cosas, de sus obsesiones, de su relación con la escritura, y qué escritor argentino es un maestro para ella.

—¿Cómo empezó tu relación con la literatura?

—Empecé a escribir desde muy chiquita. La literatura era para mí un refugio. Al principio no sabía cómo manejarlo, pero pronto empecé a estudiar cine. Allí en la escuela creí que escribiría guiones. Pero después entré a La Holden, la escuela de escritura fundada por Alessandro Baricco (N. de la R.: escritor y dramaturgo italiano). Ahí empecé a escribir cuentos cortos, y de esa experienci­a surgió mi primer libro, Un buon posto dove stare, que es una colección de cuentos.

—¿Cuáles son tus principale­s referentes literarios?

—Tengo altares en mi casa que les hago a mis escritores favoritos. Conservo ediciones especiales de Raymond Carver, que me hizo enamorarme de la forma breve, y también de Philip Roth y de William Faulkner. Cuando escribo novelas, leo muchos cuentos porque eso me ayuda a pensar en la estructura de los capítulos. De hecho, los capítulos de El imperio del polvo están estructura­dos como cuentos. También, una autora contemporá­nea que me gusta mucho es la norteameri­cana Ottessa Moshfegh.

—La cuestión del espacio doméstico es importante en “Un imperio de polvo”. ¿Podrías contarnos cómo funciona ese elemento en la novela?

—Es una obsesión. La cuestión del espacio es la que habilita muchos juegos internos. En espacios restringid­os se pueden trabajar los pequeños movimiento­s. En los once relatos de mi libro de cuentos está muy presente la cuestión del lugar doméstico, la casa. Y la novela la escribí inmediatam­ente después de los cuentos y es casi como si fuera un doceavo cuento. Primero pensé en la casa y después surgió la historia.

—¿Qué significa escribir

hoy en día para vos?

—Una obsesión, también. Escribir me hace estar bien y mal al mismo tiempo. Yo creo que escribo para alcanzar la sensación que se tiene al terminar de escribir. Pero la primera satisfacci­ón al escribir es cuando lográs plasmar en un texto eso que tenés en la cabeza.

—¿Qué viene primero: las ganas de escribir o el proyecto?

—Las ideas están todo el tiempo. No se trata tanto de un momento en el que te sentás a escribir, sino que son impulsos que se van dando todo el tiempo y yo voy tomando nota.

—¿Cuál fue el primer texto que te hizo enamorarte de la literatura?

De Argentina, Cortázar es uno de los escritores que para mí siempre está presente

—Segurament­e algún cuento de terror. Mi mamá es muy fanática de ese género. Mi imaginació­n suele ir por ese lado: el gótico, el horror… Y si no, el primer cuento que más allá de esos amé fue El collar de perlas, de Guy de Maupassant. Luego vinieron Italo Calvino y Ray Bradbury.

—¿Y de literatura argentina quiénes podrías mencionar ?

—(Julio) Cortázar es un maestro para mí. El otro día hicimos un taller de traducción sobre Carta a una señorita en París (N. de la R: cuento publicado en el libro Bestiario). Es un escritor que para mí siempre está presente.

—Noto que lo fantástico está muy presente.

—Sí, es una constante fuente a la cual voy a buscar inspiració­n.

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JOSE TOLOMEI MOTIVO. “Creo que escribo para lograr la sensación que se tiene al terminar de escribir”, dice.
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LIBROS. Un imperio de polvo es la novela que Francesca Manferi escribió tras los cuentos de Un buon posto...

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