Perfil Cordoba

Sonia nos legó el compromiso de seguir luchando

- ANA MARIANI * * Escritora y periodista

Se fue Sonia a quien tanto amábamos. Entre lágrimas escribo estas líneas, porque cuando se va un ser de luz como ella nos sentimos huérfanos y la vida parece detenerse.

Murió nuestra querida Abuela que con sus 94 años a cuestas, con calor, frío o lluvia, se levantaba cada día a buscar a su nieto y a cada nieta o nieto que nos faltan. Y esos 47 años de búsqueda, de trabajador­a incansable, son los que nos obligan a compromete­rnos para continuar su lucha por Memoria, Verdad y Justicia.

El viernes 26 de marzo (NdR: de 1976), a las 18, una patota de alrededor de ocho personas se presentó en la vivienda del matrimonio, en Coronel Olmedo 1468, armadas y vestidas de civil que dijeron ser policías. Y sucedió lo de siempre en esos días de dolor y muerte, se llevaron violentame­nte a su hija Silvina, embarazada de seis meses, y a su esposo Daniel Orozco.

Y a dos días del golpe más brutal y sangriento de nuestro país, Sonia comenzó su camino de golpear todas las puertas de Córdoba y el país. Detrás de esas puertas, encontró un muro de silencio o el acostumbra­do “no sabemos nada” de quienes se apropiaron de las vidas de tantos compañeros. Pero nada pudo detenerla, ni las amenazas ni el atentado con que los cómplices de la dictadura pretendier­on callarla. No le hicieron mella los caballos que les tiraban encima a Madres y Abuelas que pedían por sus seres queridos en las rondas que realizaban a pocos días del negro 24 de marzo de 1976. Ella siguió adelante.

Y el 23 de julio de 2002 tuvo que soportar el juicio de la ignominia. Un delator sentaba por primera vez en el banquillo de los acusados a una Abuela de Plaza de Mayo. Tránsito Rigatuso, intervento­r de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano en las épocas más sangrienta­s de los ´70, querelló a Sonia, acusándola de injurias y calumnias por haber expresado en una entrevista al diario La Voz del Interior: “Estos son los chicos que delató Rigatuso”, en referencia a los alumnos desapareci­dos del Belgrano, entre los que se encontraba su hija Silvina. Pero también salió indemne de este vergonzoso juicio. Sonia fue absuelta y desde ese día no fue delito decirle a Rigatuso “delator”, ya que quedó demostrado que había entregado listas de alumnos del Belgrano al Tercer Cuerpo de Ejército.

La búsqueda incansable.Después

de muchas averiguaci­ones se supo que Silvina y Daniel tuvieron como destino el campo de exterminio La Perla. Una secuestrad­a declaró que la vio a Silvina en el baño del centro de concentrac­ión: “Un día que me llevaron porque había pedido ducharme, al entrar estaban ella y un guardia.

No nos pudimos ver nunca las caras porque estábamos vendadas y en esa época no nos dejaban sacar la venda. Yo le pregunté delante del guardia cómo se llamaba y me respondió: ‘Silvina Parodi’. Entonces el guardia dijo: ‘Uy, esta agua está muy fría, en cualquier momento ese chico asoma una patita’. Entonces le pregunté si estaba embarazada y me dijo que sí, que estaba de más de seis meses”.

Para junio de 1976, fecha probable del parto, Sonia sumó a la búsqueda de Silvina y Daniel la de su nieto. “Hasta encontrart­e tengo tatuada en el corazón la esperanza”, le dice a su nieto en una carta conmovedor­a que le escribió de puño y letra para cuando Daniel Efraín, así lo llamó Silvina, cumpliría 47 años. Y se fue con esa esperanza, rodeada en sus últimos momentos de sus otros nietos que eran la alegría de su vida.

Murió con la certeza de que su nieto nació y fue apropiado. En la megacausa La Perla-La Ribera-D2 se juzgó por primera vez en Córdoba la apropiació­n de un recién nacido, el nieto de Sonia Torres. La condena recayó sobre Luciano Benjamín Menéndez, como principal responsabl­e, y diez represores más que fueron partícipes necesarios del delito. Silvina Parodi, embarazada de seis meses, y su esposo Daniel Orozco permanecen en calidad de desapareci­dos. Y el hijo de ambos, que de acuerdo con la sentencia nació el 14 de junio de 1976, sigue en manos de sus apropiador­es.

Será triste ingresar a la casa de Abuelas y no abrazarte y verte sonreír, pero seguiremos buscando a tu nieto y tu lucha será ahora la nuestra, como vos querías. ¡Hasta siempre hermosa Sonia!

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