Barra chalaca
Es el nuevo proyecto de Gastón Acurio en Buenos Aires. Cocina asequible y sabrosa en clima informal. Un formato que después de plantar bandera en Lomas de Zamora desembarcó en una esquina de Palermo. Conseguir lugar no es fácil, pero insistir vale la pe
Me encanta la cocina peruana. Toda. La de los restaurantes de mantel blanco, la de los mercados, los bares, las picanterías, las sangucherías. La criolla, la chifa, la nikkei, la amazónica. Hecha con productos de la tierra, del río o del mar.
¿Por qué prendió fuerte en Buenos Aires? Es cierto que en la ciudad hay una comunidad peruana grande en la que circulan ingredientes, tradiciones, orgullo patrio. También es cierto que está el enorme trabajo de Gastón Acurio como promotor de esta cultura. Lugares como La Mar o Tanta – no son los únicos claro, Gaby Oggero entre otros hizo lo propio– ayudaron a difundir nuestros pescados, apostaron al trabajo directo con pequeños productores, armaron redes de compra y sublimaron nuestros productos de mar en mesas llenas de sazón, color, alegría latinoamericana.
La nueva apuesta de Acurio es Barra Chalaca, en Arévalo y Niceto Vega. Un espacio popular, con toda la iconografía de los bares típicos que proliferan en el Puerto de Callao: a los que nacen y viven allí se los llama “chalacos”, de ahí el nombre. La carta es larga, difícil elegir, pero si me piden recomendaciones les diría que prueben cualquiera de los arroces; el tiradito de pesca del día sobre emulsión de vieiras y aceite de albahaca, más chips de ajo, coriando, alcaparra y ají panca –un shock de umami–; el cebiche del puerto (pesca del día –lisa en este caso–, que llega de la mano de pescadores artesanales chicharrón de calamar y tortitas de choclo: pídanlas por separado, me lo van a agradecer).
Los que saben apreciar las virtudes del pescado entero prueben la versión a la chorrillana, con yuca frita, criolla y arroz, producto fresco, sabores intensos. Se comparte y disfruta de a dos o más. De postre prometen picarones –mis favoritos a la hora dulce–. Mientras tanto, pueden animarse al suspiro limeño, una interpretación más sutil y menos empalagosa que la habitualmente pruebo. El mérito es de la chef Anna Montalvo, una colombiana que fue jefa de barra fría del restaurante La Mar y conoce bien los secretos de esta cocina. En esta encantadora cebichería de barrio las porciones son exuberantes, el formato –cocina asequible y sabrosa en clima informal– cierra por todos lados. No es casual que los fines de semana en el local no quepa ni un alfiler.
Barra chalaca. Arévalo 1392. Palermo, CABA. De lunes a lunes 12.30 a 00. Precios accesibles. @barrachalacaarg