¿Cómo se fabrican los hombres?
Tusquets, $ 13.300
Frente a la pregunta: ¿qué es una mujer?, Simone de Beauvoir explora cómo la opresión de las mujeres a lo largo de la historia ha surgido de su “otroización”, es decir, de ser consideradas como el “otro” en relación con los hombres. Si la subjetividad de las mujeres se construye en oposición a la de los hombres, entonces: ¿qué es un hombre?
Esta es la pregunta en la que bucea Enzo Maqueria en La higiene sexual del soltero. Este viaje a la novela personal de Junior Martínez, un tipo que fue construyendo su propia masculinidad a los ponchazos.
“Fue cuando supe que papá no había tenido educación, que no sabía ser padre porque el suyo lo había abandonado cuando era chico, que lo habían criado a golpes: de la madre, de la celadora del internado de monjas donde lo habían dejado pupilo, de un sargento en el servicio militar… Había trabajado desde los nueve años para salir de la pobreza. Lo había logrado; gracias a él teníamos un buen pasar. Papá a veces parecía malo, pero era generoso. Mamá me dijo que yo tenía que estar agradecido por todo el trabajo que hacía por nosotros. Yo estaba agradecido, pero era lo que los padres hacían. No se me ocurría que estuvieran para otra cosa”.
Junior creció junto a un grupo de amigos loser y pajeros que tenían serias dificultades en la socialización con las mujeres y tramitaban sus frustraciones con revistas porno y puteríos. Si bien Junior era parte del grupo, había algo distinto en él, una sensibilidad musical, una búsqueda permanente sobre sí mismo que hacía que no termine de encajar en ningún lado, ni siquiera en el grupo de los que se juntaban porque no encajaban.
“Mariano Puente había dicho que a las putas no se las besaba; por supuesto que yo no pensaba hacerlo, pero entonces iba a tener mi primera vez sin haber besado antes. Quizás la situación cambiaba en esas dos semanas que faltaban, aunque parecía difícil”.
Los primeros noviazgos, los celos, el sexo, las drogas, los trabajos, la carrera, la música, la procrastinación de los propios sueños, el sida, el amor libre, todo es relatado por Maqueira de manera precisa, contundente. El autor construye un narrador que está sentado en frente tuyo y te cuenta su historia sin vueltas, pero sin omitir poética cuando es estrictamente necesario.
“Era un hombre. Había aprendido a fuerza de golpes, pero también de experiencia. De hecho, me acerqué mejor al espejo, porque descubrí una arruga que antes no tenía, y me estaban saliendo canas por todas partes. Quise apagar la computadora antes de salir, pero
Junior creció junto a un grupo de amigos loser y pajeros que tenían serias dificultades en la socialización con las mujeres y tramitaban sus frustraciones con revistas porno y puteríos
tenía un mail de un remitente desconocido. El asunto era: ¡¡Importante!! Un correo con copia, once nombres, todos varones; Junior Martínez era uno de ellos. Decía: ¡Muchachos! La puta de Renata tiene sida”.
Un hombre está hecho de historias, vividas, pero fundamentalmente contadas, ficciones, construcciones. De la misma manera se deshace, se desarma para armar otra cosa, otra manera de vincularnos con las mujeres, con las drogas, con el sexo que, según Higiene sexual del soltero, es “nuestro antídoto contra la muerte”.