Perfil Cordoba

“Sonia siempre va a estar mirándonos y dándonos fuerzas para continuar”

- HUGO CARIC

La nueva titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Filial Córdoba, habla del desafío de sostener las banderas de la democracia y de los derechos humanos en tiempos

“Es una responsabi­lidad enorme, que asumo con mucha seriedad y también con mucho amor, como nos enseñaron nuestras viejitas. Y sabiendo que no estoy sola, porque la nuestra es una causa colectiva”, afirma Belén Estefanía Altamirand­a Taranto, la flamante titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Filial Córdoba. Licenciada en Turismo y orgullosa mamá de Rocío y de Mateo, reconoce estar viviendo “una mezcla de sentimient­os” en su hábitat de lucha, trabajo y militancia, cuya cotidianid­ad está atravesada por la reciente partida física de Sonia Torres, su histórica referente.

“La verdad es que se la extraña horrores. Aún no lo puedo creer y sigo esperando que en cualquier momento ella entre por la puerta, porque venía todos los días. Pero Sonia está entre nosotros y siempre va a estar, mirándonos y dándonos fuerzas para continuar”, señala Belén, quien figura con el número 88 en el listado de los 133 nietos recuperado­s entre 1978 y 2023.

“Estoy llena de gratitud hacia Sonia, que me cobijó con mucho amor y respeto, y hacia todas las abuelas, porque gracias a ellas sé quién soy. Siento que ellas y mis viejos (Rosa Luján Taranto y Horacio Antonio Altamirand­a, ambos desapareci­dos) me dieron esta función que, mirando hacia atrás, nunca me hubiera imaginado estar llevando adelante”, detalla.

“Empecé a trabajar en Abuelas en febrero de 2008, poco después de mi restitució­n, para tratar de aportar mi granito de arena. Tuve la suerte de conocer y de abrazar a mis cuatro abuelos (Haydée, Hugo, Irma y Eleodoro) pero todos vivían en Buenos Aires, así que Sonia fue la abuela que tomé prestada”, cuenta Altamirand­a Taranto, quien también integra la comisión directiva de Abuelas. “Antes era un grupo cerrado, pero las viejas, siempre tan sabias, modificaro­n el estatuto en 2010 porque vieron que los años iban pasando y que faltaba muchíside negacionis­mo y reivindica a las pioneras del espacio que hoy le toca presidir. “Las viejas son irremplaza­bles. Sonia Torres es un emblema de Córdoba y lo que

mo por hacer”, explica.

“Actualment­e quedan sólo dos abuelas, Estela de Carlotto y Buscarita Imperí Roa, que son la presidenta y la vicepresid­enta, y Abel Madariaga, que siempre estuvo acompañand­o a la institució­n y es el secretario general. El resto somos nietos restituido­s y hermanos que buscan”, puntualiza.

“Al principio fue duro ir ocupando esos espacios, porque significab­a el reemplazo de alguien que partía. Sin ir más lejos, mi abuela Irma Rojas integró la comisión hasta que falleció”, comenta Belén. “Esta continuida­d es algo que Estela siempre remarca, porque Abuelas va a seguir. Las viejas son irremplaza­bles. Sonia es un emblema, un símbolo de Córdoba y lo que ella representa es único. Lo que hacemos nosotros es tomar la posta y continuar la ella representa es único. Los nietos restituido­s tomamos la posta para seguir la búsqueda. Es una deuda con todas las abuelas que partieron sin conocer a sus familiares”, enfatiza.

búsqueda. Es una deuda con ella y con todas las abuelas que partieron sin poder ver a sus nietos, algo que nos duele mucho”, añade.

Volver al origen. Belén recuerda como un momento bisagra en su vida la tarde del 29 de junio de 2007. “Ese día supe quién era”, enfatiza. “Me llamaron para que fuera a la sede de Abuelas y cuando llegué sentí mucho ruido y lo primero que pensé fue ‘caí en mal momento’. Me atiende Sonia, me da un beso y me dice ‘te imaginarás por qué estás aquí’, y me muestra fotos de mi mamá y mi papá”.

Aquella certeza le permitió reconstrui­r su historia y restaurar vínculos: “En el momento del secuestro, el 13 de mayo de 1977, estaban mi mamá, embarazada de siete meses, mi papá y mis hermanos

Cristian y Natalia, de cuatro y dos años, y también se llevaron a mi tía, Adriana Taranto, que tenía 16. A los chicos los dejaron en la casa de un vecino, con una foto de sus abuelos paternos, para que se los entregaran a ellos”.

“En mi caso, me dejaron en un centro de adopción. Luego de mi restitució­n se abrió una causa judicial para investigar si hubo complicida­des de mis padres adoptivos y también la conexión entre Campo de Mayo, donde se produjo el parto, y el Movimiento Familiar Cristiano, que está en Capital Federal y es adonde iban a parar los bebés, a quienes dejaban como NN”, precisa. “Hasta hoy festejo el cumpleaños el 7 de agosto, porque alguien citó esa fecha y quedó, pero sinceramen­te no sé en qué día nací”, subraya.

“De lo que pasó en nuestro país durante la última dictadura me enteré en la facultad. Recién ahí empecé a atar cabos, ya que de chica fui a un colegio católico y en mi entorno hablar de ese tema era mala palabra. La verdad es que me llevó muchos años tomar la decisión de empezar a buscar mi verdadero origen. Tenía miedo, no sabía qué iba a encontrar, o si iba a encontrar algo, y tenía mucha culpa de comentarle a mis padres adoptivos, porque no quería que pensaran que era una desagradec­ida”, relata.

“No fue fácil. No es que te sacás un chip y te ponés otro. Hay toda una construcci­ón”, destaca sobre el proceso de búsqueda de identidad.

—Desde la experienci­a y la perspectiv­a de Abuelas de Plaza de Mayo, ¿cuál es la reflexión sobre los 40 años ininterrum­pidos de democracia?

—Fue un período muy cambiante, teniendo en cuenta que hubo juicios históricos, indultos, leyes que marcaron retrocesos y una gran movilizaci­ón espontánea que hizo dar marcha atrás al fallo del 2x1 de la Corte. En el momento más terrible del país, las Abuelas no se quedaron llorando y, con mucho sufrimient­o y mucho miedo, salieron a defender lo más importante que tenían, que eran sus hijos. Ellas nos enseñaron que la lucha es colectiva y gracias a su trabajo se pudo

llegar hasta donde llegamos. Abuelas se creó por una ausencia total del Estado, que se encargó de asesinar, desaparece­r y secuestrar a nuestros familiares. Con distintos gobiernos, a veces dando pasos atrás, ellas nunca bajaron los brazos y siguieron adelante, y eso es algo que aprendimos. Es el legado que nos dejaron.

—¿Cuál es tu opinión sobre el avance del discurso negacionis­ta?

—Que funcionari­os públicos hablen de esa manera, tan abiertamen­te y con tanta liviandad, genera mucho dolor y preocupa un montón, porque creíamos que había cuestiones saldadas y explicadas. Hay muchas cosas para mejorar, pero los que defendemos la democracia y los derechos humanos sabemos que no hay que dar ni un paso atrás. A eso la sociedad no lo negocia. Las abuelas siempre lucharon desde el amor, sin revancha ni violencia, y todo lo que se hizo fue como tenía que ser, con justicia. Hoy nos toca defender esa postura, con esa mirada que ellas nos enseñaron.

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CEDOC PERFIL SONIA. “Estoy llena de gratitud hacia ella, que me cobijó con mucho amor y respeto”, sostiene la 88ª nieta restituida.
 ?? ?? CAMBIO DE ÉPOCA. “Mirando hacia atrás, nunca me hubiera imaginado en esta función”, afirma Belén Altamirand­a Taranto, la flamante titular de Abuelas Filial Córdoba.
CAMBIO DE ÉPOCA. “Mirando hacia atrás, nunca me hubiera imaginado en esta función”, afirma Belén Altamirand­a Taranto, la flamante titular de Abuelas Filial Córdoba.
 ?? ?? SOCIA CELESTE. Consumadas la anulación de su adopción y la rectificac­ión de su identidad, Belén recibió su nuevo carnet de Belgrano.
SOCIA CELESTE. Consumadas la anulación de su adopción y la rectificac­ión de su identidad, Belén recibió su nuevo carnet de Belgrano.
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PRENSA BELGRANO
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FINO PIZARRO

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