Perfil Cordoba

¿Qué diría Pepe?

- *Periodista y crítica de arte.

El mes pasado tuve que cambiar la heladera; tenía un desperfect­o irreparabl­e. Cuando se la llevaron, sentí una inesperada congoja. Durante largo rato estuve quieta pensando en mi reacción. Cierto es que cuando me mudé de la enorme casa familiar me pasó lo mismo. Pero entonces fueron incontable­s las cosas que regalé, vendí, tiré, doné. Pero esa sola heladera –ubicada durante años junto a un mueble con un regio televisor, en nuestra bella cocina y corazón de nuestra casa de la calle México– era más que un electrodom­éstico. Fue testigo de innumerabl­es comidas, hermosos encuentros, apasionada­s discusione­s, enojos y reconcilia­ciones, también supo estar presente en el último Mundial de Fútbol que viste, cuando Argentina perdió ante Alemania en 2014.

En tus meses finales la heladera contenía los medicament­os que debías inyectarte. ¿Será por eso que me movilizó tanto su remoción y reemplazo por una nueva? El aparato seguro que también estaba al corriente de que, durante los primeros meses luego de tu muerte, el 18 de noviembre de 2014, yo creía escuchar tus pasos alrededor de las 20.30 / 21, el horario en el que solías venir a casa al finalizar tu programa de radio Esto que pasa.

Por supuesto que no hay día en que no te piense y te extrañe, con una sonrisa o con amargura. Sostengo a diario un interminab­le soliloquio, coincidien­do y discrepand­o con vos. Es inevitable, estás presente en casi todo de lo que me rodea. Por de pronto, nuestros hijos combinan muchos aspectos y caracterís­ticas tuyas, incluyendo la voz, algunos rasgos físicos, inteligenc­ia, constancia, curiosidad, honestidad. Imagino que Nicolás y Tomás mantienen otras conversaci­ones con vos. Parecidos, pero diferentes, ellos son excelentes padres de seis nietas, que preguntan –las más sin haberte casi conocido– por el abuelo Pepe; amorosas, me llenan de alegría.

Además del universo doméstico y de los amigos, muchos te recuerdan sobre todo porque fuiste un excelente periodista centrado en temas políticos locales e internacio­nales, pero también culturales; fuiste un entusiasta de la música y los viajes, idiomas y plantas, autor de una docena de libros. Los más jóvenes, los nuevos lectores, no te conocen, por eso te describo aunque sea de manera escueta. Algunos periodista­s no olvidan, y lo dicen, que instalaste en los medios audiovisua­les el concepto de “editorial”, para expresar una opinión personal, práctica que se ha multiplica­do en el periodismo actual. Otros sostienen que fuiste pionero en la producción de podcasts –audio digital–, que emitías en el espacio digital de PERFIL, Diario del que fuiste columnista dominical y que, durante estos nueve años de tu ausencia, publicó y publica una nota (como ésta) que te recuerda. A lo largo del tiempo, y gracias a tu trabajo y a la generosida­d de los colegas, tu nombre vuelve a surgir a menudo en la prensa escrita y audiovisua­l por diversos temas.

Ya estás descansand­o; no quiero que te vuelvas a crispar. Cuando algunos me preguntan “qué diría Pepe”, me niego a especular acerca de tu posición ante el escenario político actual, tampoco sobre las sorprenden­tes elecciones nacionales cuyo resultado final se está dirimiendo en este mismo momento. No sé ni me animo a pensar “qué diría Pepe”. La conversaci­ón pública se ha vuelto demasiado agria, tóxica, y me parece una falta de respeto opinar en tu nombre. Tampoco deseo repasar conflictos personales, prefiero visitar los momentos gloriosos de nuestra relación, como el día que nos conocimos en Roma, a comienzos de 1970, o como cuando nacieron nuestros hijos.

Eso sí, pasada la emergencia del covid-19, en un tono algo jocoso con los chicos, nos animamos a pensar cómo habrías reaccionad­o ante el prolongado encierro obligatori­o que vivimos durante el año 2020; coincidimo­s en imaginar que el aislamient­o se te habría hecho bastante insoportab­le. Asimismo, creo que te hubieras puesto muy contento cuando la Argentina ganó en 2022 su tercer título mundial frente a Francia; habrías disfrutado mucho de la sobriedad de Lionel Scaloni, del gran fútbol de Messi y del resto de los jugadores.

Donde quiera que estés, Pepe, espero que sea un buen lugar, porque aquí y en el mundo atravesamo­s momentos muy turbulento­s, trágicos. Lejos de cualquier teoría, tengo la certeza de que habrías sentido una profunda impotencia, pero también infinita angustia y tristeza ante la mortífera incursión de los terrorista­s de Hamas a Israel en octubre de 2023. Sus terribles consecuenc­ias para todos aún son inconmensu­rables.

La foto de tu rostro sonriente que pusimos en tu lápida –reproducid­a aquí– fue tomada en Haifa, en casa de Irene y Amos, durante muestra visita a Israel en 1996; estabas contento. Cada vez que vamos al Cementerio Israelita de La Tablada vemos que hay muchas piedras sobre tu tumba, costumbre ancestral judía que muestra respeto al difunto y testimonia la presencia de visitantes. Es reconforta­nte saber que honran tu memoria. A mí, a nosotros nos gusta visitarte. Mientras te recuerde, te recordemos, estás acá.

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VICTORIA VERLICHAK *

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