“Nos interesa abrir un montón de preguntas y debates”
El protagonista y la directora de El rapto analizan la década de los años 80, donde transcurre esta historia, basada en hechos reales en la argentina posdictadura. Personajes, caracterizaciones, e historia se entrecruzan en este diálogo.
S“No fue fácil pasar de la noche
a la mañana a una democracia.” Rodrigo de la Serna
e estrenó primero en los cines y ya está en la plataforma la película El rapto, que fue producida por Paramount Television International Studios, Rei Cine e Infinity Hill, con la ayuda del Incaa. La directora, Daniela Goggi compartió el guión con Andrea Garrote. Ya pasó por importantes festivales internacionales –Venecia, Mar del Plata y Toronto– y ahora está en salas nacionales. El elenco está encabezado por Rodrigo de la Serna, junto a Julieta Zylberberg, Lautaro Pérez Hillal, Lola Loyacono, Andrea Garrote, Germán Palacios y Jorge Marrale.
—Tanto en tus anteriores películas como “Abzurdah” (2015) y “El hilo rojo” (2016) te habías basado en novelas. Ahora fue “El salto de papá” de Martín Sivak para el guión de “El rapto”. ¿Qué encontrás en el mundo literario para trasladarlo al cine?
DANIELA GOGGI: Es un camino, un recorrido, cuando lees el relato encontrás ya la esencia. Con Andrea Garrote estábamos en otro proyecto y apareció esta novela. Entendimos que trabajaba un modo de duelo. Nos permitía entender la relación entre los duelos personales y las políticas. Reunía dos condiciones: la desilusión política y cómo explicarle a los hijos los duelos de quienes mueren arbitrariamente jóvenes. Fue una adaptación muy libre. Así descubrimos como funcionaron los secuestros extorsivos, como seguía trabajando la mano de obra y como colaboraban los servicios de inteligencia. Lo difícil que fue que las instituciones de control de la dictadura se modificaran, porque había llegado la democracia. Nos abrió un campo de investigación y construimos una ficción dramática. Fue muy interesante observar la opinión pública de la época a través de los diarios y de las sentencias. No hay ningún nombre real de esa época (1985) salvo el del presidente Alfonsín. Sería el lado B de Argentina 1985.
—Encarnaste varias personas reales, desde San Martín hasta Jorge Bergoglio. En este caso, tu personaje está inspirado en quien escribió un libro sobre el suicidio de su padre. ¿Por qué lo imaginaste así?
RODRIGO DE LA SERNA: Con Daniela (Goggi) nos pusimos de acuerdo en que era una persona que asume el peso del mundo. También que fumaba mucho, como que ese humo es un mandato genera
cional. Con frases como “los hombres no lloran y no comunican sus emociones”. Pertenece a la generación de mis viejos, cuando los hombres asumían todas las responsabilidades, no importa cuáles pero las mantienen hasta las últimas consecuencias. Aparece en el tema de no poder decir: “no”. Los kilos y la barba son míos y me ayudaron muchísimo a construir a este Julio Levy.
G: Siento que esa generación fue la más golpeada, la que hoy tiene cerca de los 60 años. Construir desde lo psicológico la culpa del sobreviviente, con su decisión del exilio y el no habérsela jugado políticamente. La vuelta para recuperar esos sueños, no poderlos cumplir y quedarse a mitad de camino de su ideología.
—¿Sienten que la película tiene otro peso histórico y político del que ustedes imaginaron cuando empezaron a filmarla?
G:
Creo que no, por suerte. Empezamos la película juntos y discutiendo mucho lo que queríamos contar como relato histórico. Queríamos hablar de lo que costó esa transición de la dictadura hacia la democracia. Había por un lado una mirada muy naif, y otros, más comprometidos con la política se preguntaban cuánto iba a durar, con temor. A la gente y a la sociedad no se le iba la paranoia. Nos interesa que la película abra un montón de preguntas y debates, que creo que está bien que se actualicen.
D.L.S: Creo que es un compromiso extra, que uno asume cuando toca temas históricos. A la vez con una responsabilidad con respecto a esa mirada. Siento que es necesario revisitar esos años, sobre todo seguir reflexionando para que esas cuestiones no sigan ocurriendo. Nací en 1976, por lo cual estoy atravesado por la dictadura, pero las generaciones que me siguen, por ahí dan por sentadas cuestiones como votar o poder iniciar un juicio. Aquel estado de violencia era lo que se imponía, en la década del 70, pero venía de antes como herramienta política, casi con inercia, como establecida. No fue fácil pasar de la noche a la mañana a un estado democrático. Me parece que está bueno que sepamos todos que costó mucho construir lo que hoy tenemos y disfrutamos. Sepamos que nos fue difícil como sociedad conseguirlo y que lo debemos valorar. Me gustaría si hoy pibas y pibes ven esta película y se hacen algunas preguntas. Estaría más que satisfecho. Sería feliz.
—¿Qué piensan de esta pareja cine y plataformas?
D.L.S: El mercado cambió muchísimo y hoy las plataformas son socios naturales. Es la manera de producir. Celebro que esta plataforma haya apostado por un relato tan coyuntural, tan singular del pueblo argentino. Esta es una tragedia nacional sin lugar a dudas y que una plataforma como Paramount, que es más global se haya interesado lo celebro.
—¿Cómo fue la reacción en los festivales internacionales?
D.L.S: Maravillosa, imagínate después de cinco años de trabajo de Daniela y de dos años y medio mío la vas a presentar por primera vez en Venecia… Lo que significó para nosotros estar ahí y encima fuimos ovacionados. En definitiva es la tragedia de un hombre, de una generación y mucho más.
D.G: Hay dos personajes femeninos en la película que le dan al protagonista dos opciones, que si él las hubiera podido escuchar todo hubiera sido distinto: Pero para eso tendría que haberse sacado de encima el peso del patriarcado.
—¿Hay algo del mundo de teatro?
D.G: El ambiente en la actuación. Busqué que la forma de filmar tuviese algo de la puesta en escena y la cámara lo sigue permanentemente a Rodrigo, no le da respiro, casi no sale de cuadro en toda la película. Tiene que ver con la atención. Hay algo que pasa en la actuación teatral que es la emoción, que siempre está funcionando y encima a veces tiene tiempos de transición para nosotros.
“Quería entender la relación entre los duelos personales y la política.” Daniela Goggi