El dirigente con perfil técnico que lo consiguió casi todo
José Manuel de la Sota fue elegido gobernador el 20 de diciembre de 1998 tras una campaña de alto impacto que se basó en una promesa inédita: reducir 30 por ciento los impuestos. En mayo de 1999 realizó una gira por Europa junto a una decena de dirigentes, la mayoría de los cuales serían integrantes de su equipo de gobierno.
Cuando la delegación cordobesa llegó a Alemania, la fundación Konrad Adenauer puso a disposición un vehículo que fue utilizado para recorrer ese país de norte a sur. El raid se inició en Wolfsburgo y finalizó en Munich. En una parada, los compañeros de ruta de De la Sota se mostraban inquietos porque no se sabía nada sobre los futuros ministros. “Yo no tengo idea de nada. A mí, José no me llamó ni me dijo nada”, contó Juan Schiaretti a sus interlocutores.
Luego, muy sobre el filo de la asunción, el gobernador designó al ahora gobernador saliente
El gobernador saliente terminó su primera gestión ante la casi indiferencia de la sociedad provincial. Sin embargo, se va con prestigio y con más del 70 por ciento de imagen positiva. Ahora va por otra meta de difícil cumplimiento: convertirse en uno de los principales referentes del peronismo a nivel nacional. En el medio de sus gestiones, rechazó una invitación de Néstor Kirchner para convertirse en diputado del kirchnerismo, lo que valió la ruptura con ese espacio. ganó la Gobernación con más del 54 por ciento de los votos.
Ese día, todos los peronistas del país se prepararon para montar en la capital provincial “la resurrección nacional del peronismo” y, sin decirlo, le ofrecieron trabajar para su candidatura.
El macho Alfa. Se paró de manos Schiaretti y, tozudo y cascarrabias como es, alambró la provincia e impidió el desembarco de sus colegas de otras provincias y de un cúmulo de dirigentes que buscaba acompañarlo. Dijo que él no era “el macho Alfa” del peronismo.
Si ese día hubiera dicho que sí, hoy la historia podría ser otra aunque lo que se acaba de escribir es un homenaje a lo contrafáctico, de modo que carece de sustento y no va más allá de una especulación. De todas maneras, puede inferirse que se trató de un error.
Pero también tuvo un gran acierto del que no se habla: Martín Llaryora. ¿Qué queremos decir con esto? Que fue el primero en apoyar al gobernador electo porque De la Sota le puso piedras en el camino cuando quería proyectarse provincialmente. Le puso un