La ‘transformación’ de Schiaretti: de administrador a hacedor de obra pública
Acomodó los números provinciales, impulsó programas que vincularon a la administración pública con los privados y se retira luego de tres
El ‘Gringo’ es un caso típico de militante anfibio: su trayecto fue de la política estudiantil a la actividad privada para volver a la política. “Se había formado en la academia y en la calle”, describe Federico Zapata en su libro ‘Los Muchachos Cordobeses’.
Ingresó al círculo de José Manuel de la Sota junto con otros dirigentes con el objetivo de ‘profesionalizar’ a la, por entonces, nueva camada de líderes que querían gobernar la provincia.
Su paso por la Facultad de Ciencias Económicas, sumado a la experiencia gerencial adquirida en Brasil, lo empezaron a posicionar como un administrador. Su origen fue un hogar obrero de barrio Talleres, más una disciplina militar y austera por su paso por el Liceo. Declinó un ofrecimiento de Fiat para continuar en la sede central de la compañía, en Turín, para volver a Córdoba.
En ese sentido, introdujo los lineamientos esenciales del modelo cordobés: gobernar junto a los privados.
En junio de 1999 asumió como ministro de Producción de José Manuel de la Sota y, trabajando codo a codo con el ministro de Finanzas José María Las Heras, lograron impulsar el desembarco de empresas internacionales e implementar los programas Primer Paso. Fue consolidando un perfil de gestor eficiente y con mucha vinculación con la economía del conocimiento, que lo llevó a ganarse un lugar en la fórmula que reelegiría en la provincia en 2003.
El ‘Gallego’ le dejó el lugar en 2007 para medirse en las urnas contra el exfiscal Anticorrupción mandatos no consecutivos con una inversión récord en obra pública provincial. Ante las críticas de la oposición por el endeudamiento en
Luis Juez. Luego de un resultado exiguo y con denuncias de fraude electoral, Schiaretti se vio obligado a consolidar legitimidad en su gobierno.
Ahí nació el ‘ordenador de las cuentas públicas’. En su gestión debió acomodar los números de la provincia y tomar partido por el campo, en el inesperado conflicto con el Gobierno nacional conducido dólares, la respuesta nunca varió: “Las obras están a la vista y significan progreso”. Su sucesor confirmó que las “obras no se van a parar”. por Cristina Fernández de Kirchner en 2008. Una pelea que alejó a la provincia de la caja nacional.
En aquel momento, amenazó recurrir a la Justicia por fondos de coparticipación y planteó quejas por los haberes de los jubilados provinciales. Esa falta de recursos trajo duras peleas con los gremios. Primero, se opusieron al recálculo de la fórmula jubilatoria y luego al diferimiento de los aumentos a los pasivos. En el medio, Schiaretti fue consolidando el equilibrio fiscal como la piedra basal del funcionamiento de la administración provincial.
En 2015, alternando mandato con De la Sota, Schiaretti vuelve a conducir Córdoba. En su nuevo gabinete aparecen ministros con fuerte impronta técnica: Osvaldo Giordano en Finanzas y Fabián López en Obras Públicas. La austeridad obligada, producto del ‘cordobesismo’ y el alejamiento respecto al poder central, fueron un combo perfecto para encarar uno de los mayores planes de obras públicas provinciales con financiación extranjera. Schiaretti mutaba de ‘administrador’ a ‘hacedor’.
Siempre siguió de cerca los números provinciales, fue un hombre ‘acostumbrado a las señales más que a las palabras’ y quizás por ahí se
explique el motivo del escaso contacto con la prensa a lo largo de sus mandatos.
Obras y más obras.
La obsesión por la obra pública lo llevó a tomar deuda, siempre cuestionada por la oposición pero defendida con uñas y dientes por el oficialismo: “Las obras están a la vista”, fue la muletilla de defensa. En 2021, la Provincia estuvo a horas de caer en default en medio de una dura negociación con sus acreedores para reestructurar los pasivos en dólares.
En concreto, en los dos últimos períodos Schiaretti destinó más de 8.300 millones de dólares en rutas, autovías, la Circunvalación, cloacas y desagües pluviales, escuelas Proa, sistemas de cuencas hídricas, hospitales, fibra óptica y redes de gasoductos. Además de impulsar el desarrollo de biocombustibles, bioetanol de maní y más de 50 parques industriales. Hasta llegó a levantar un faro en la capital mediterránea cordobesa.
En total, la Provincia tiene compromisos en dólares, euros y dinares kuwaitíes, por US$ 2.161 millones. Una provincia endeudada en obra pública pero con balances positivos en pesos que le permiten estar al día con los proveedores y empleados públicos.
En contacto con los empresarios en la Bolsa de Comercio, el pasado jueves (tal vez el último mano a mano con hombres y mujeres de negocios), Schiaretti no dejó dudas respecto a su pensamiento sobre la obra pública. “Cuando yo escucho que hablan de pararlas, digo que acá en Córdoba están paradas, acá nunca hicieron una obra”.
Fue crítico con los últimos dos gobiernos nacionales, y reclamó: “Está parada desde hace meses la autopista de San Francisco a Córdoba, es una vergüenza. Ocho años hace que la Nación firmó con (Mauricio) Macri como presidente, que íbamos a hacer esa autopista”. Un día después, para que no quedara ninguna duda de que las obras continuarán en Córdoba, el gobernador electo, Martín Llaryora, dijo: “Las obras públicas no van a parar porque forman parte del progreso”.