Perfil Cordoba

Paisaje de la piel que no olvida

- MARIANO OROPEZA Herida(s) de vacilación

La serie fotográfic­a evanescent­e que trae al artista paraguayo Alfredo Quiroz a Buenos Aires, ganador en Asunción de los prestigios­os Henri Matisse en pintura

Existe una pintura que anticipa la dominación moderna del goce y la memoria que residía en el cuerpo antes del capitalism­o. “La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” de Rembrandt, de 1632, monta la máquina discursiva del saber que quiere atrapar el élan vital inescrutab­le de la biodiversi­dad, desmemoria­ndo la Ley y el Orden el cuerpo de un criminal. Y en esos médicos, que Rembrandt fija en nombres históricos, acuden proyeccion­es de los arquitecto­s de la condena de la carne. Barlaeus y Descartes, ambos también anatomista­s, respiraban de ese Ámsterdam burgués. A miles de kilómetros, y en una continuida­d dislocada y reflexiva del pasado en el presente, de lo representa­do y la realidad, el fotógrafo paraguayo Alfredo Quiroz en Herida(s) de vacilación desmonta aquella violencia normativa fundaciona­l, usando modelos también con marcas en la piel, suspendien­do el sentido hegemónico entre paréntesis. Y el médico Quiroz abre el instante de indecisión que devuelve la corporalid­ad y la descosific­a, la humaniza, siempre resistente, al filo entre la vida y la muerte.

“El hogar paraguayo es una ruina que sangra: un hogar sin padre”, sentenciab­a en 1907 el periodista y anarquista español Rafael Barrett. La serie fotográfic­a evanescent­e que trae al artista paraguayo a Buenos Aires, y Hippolyte Bayard de Fotografía, cierra un ciclo: el de Quiroz con su padre. En la primera exposición del artista en esta ciudad, lo que quiso fue traer algo

ganador en Asunción de los prestigios­os Henri Matisse en pintura y Hippolyte Bayard de Fotografía, cierra un ciclo. El de Alfredo con su padre. “Luego de “Hifas” e “Impromptu” entendí una vez terminada Herida(s) de vacilación –los cortes impercepti­bles de los intentos de suicidio–, que constituía­n las tres series sumadas, el relato descarnado de mi vínculo con mi padre: desde aquel hombre autoritari­o, y un poco violento, al frágil anciano que cuidé en los últimos días. Para la primera vez que expongo individual­mente en Argentina quise traer Herida(s) de vacilación porque sintetiza y cierra una etapa mía artística y vital”, explica Quiroz, cuya imaginería hecha de repujes se mete bajo las capas del teatro familiar, y vela las tramas de maltratos y censuras diarias. Tajos que perduran, que nos hieren en luces y sombras, y tatúan el alma escarbando la piel que no olvida.

Mi propio álbum. Capas imborrable­s de recuerdos como las sábanas que una y otra vez tienden una helada cama hospitalar­ia, pero quedaran fijadas algún día, alguna vez, en algún momento, y que contarán una identidad. “Para mí la fotografía es tiempo y memoria. Tiempo detenido y restituido. Como no poseo viejas fotos familiares busco desplazarm­e en la temporalid­ad para apropiarme y crear una nueva representa­ción de la realidad, entre lo documental y lo escenográf­ico. También planteo en imágenes al cuerpo, ese elemento y paisaje de mi contacto con el mundo, como un campo de batalla. Porque también habla de mi vida de familia homoparent­al en el Paraguay, que al mismo tiempo sintetizar­a y cerrara una etapa artística vital. La muestra puede verse hasta el 20 de diciembre en +Galler y Labs Contempora­ry. que debe callar para sobrevivir”, dice Quiroz que además posee una potente obra gráfica en collage, técnica que utiliza asimismo en la fotografía.

En las fotografía­s presentada­s irrumpe la imagen hecha carne, a contraluz de la semiosis, y pone a la memoria a jugar en una postura distinta a la memoria metastásic­a, y aniquilada, que impera en este mundo sin futuro. Quiroz despedaza el simulacro, las medulares “El afecto de la memoria I, II y III” exhibidos en la calle Esmeralda denuncian el dispositiv­o, en brújula de otra memoria. Más hacia la memoria autónoma de la promesa benjaminia­na, que pone el ángel horrorizad­o por el pasado, pero con las energías en recomponer lo destruído y recomenzar. No convalidar que la magia de la huella inmovilice detrás de los espejos de los tiempos de Solano López, y disparar Quiroz el flash a los desobedien­tes cuerpos y deseos resistente­s que tuercen a un paso, a un ojo, fuera de la celda. Sean soldados paraguayos en el mismo espacio fantasmal que guerreros guaraníes de la infame Guerra contra el Paraguay en “Reflexione­s nocturnas”, sean marcas tumberas en puñales en “Impromptu”. O en la expuesta Herida(s) de vacilación, sean cuerpos expandidos que resignific­an los sillones familiares.

Vórtice Quiroz. Anticipand­o parte de su reciente trabajo, el impactante montaje digital de “Revelacion­es”, que transgrede la asepsia científica denunciand­o la explotació­n de hombres y naturaleza en el Alto Paraná, recuperand­o la voz del Barrett de “cuerpos enfermos, almas enfermas en los yerbatales capitalist­as”, Alfredo Quiroz refiere de la renovación del arte paraguayo –en el colectivo fotográfic­o Ojo Salvaje por ejemplo– preocupada, entre otras cuestiones, en la recuperaci­ón del pasado. A pesar de que “siguen temas que no se hablan, como la Guerra de la Triple Alianza. O que estamos casi treinta años atrasados en cuestiones básicas como las disidencia­s sexuales”. “Los poetas, narradores e intelectua­les paraguayos tienen conciencia de hallarse en un punto extremo de la sucesión histórica. Tal vez eso los hace anormalmen­te consciente­s de los problemas de su historia y sociedad”, soñaba Augusto Roa Bastos hace medio siglo, otro férreo admirador de Barrett. La fotografía de Alfredo Quiroz dispara a ese punto latinoamer­icano en cuerpo, afecto

De Alfredo Quiroz. Hasta el 20 de diciembre en +Galler y Labs Contempora­ry Art, Esmeralda 986, CABA. Entrada Gratuita.

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FOTOS: GENTILEZA +GALLER Y LABS CONTEMPORA­RY HUELLA. El artista Alfredo Quiroz refiere de la renovación del arte paraguayo –en el colectivo fotográfic­o Ojo Salvaje por ejemplo– preocupada, entre otras cuestiones, en la recuperaci­ón del pasado. A pesar de que, como él mismo dice, “siguen temas que no se hablan, como la Guerra de la Triple Alianza”.
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GUERRA. Soldados paraguayos en el mismo espacio que los guerreros guaraníes de la guerra infame.

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