Perfil Cordoba

Los controles en la lupa

- ALEJANDRA FERRERO* *Abogada Legislador­a electa JxC

Hace un par de semanas, un maremoto movilizó las escurridiz­as arenas de la política provincial y el absolutism­o que pretenden instalar en Córdoba se hizo sentir.

Con un inusitado apuro, ingresaron a la Legislatur­a el nuevo Presupuest­o, y las modificaci­ones al Código Tributario, con algunas cláusulas llamativas que contribuye­n a este diseño monárquico, otorgando más facultades y ensanchand­o el objeto de algunas Agencias, zigzaguean­do controles. Con la creación y prórrogas de distintos fondos (más de 8), en los cuales le cobran a la gente, aplicando distintas y mayores alícuotas sobre diversos impuestos, recaudando más pero no coparticip­ando con nuestros municipios, atropellan­do las autonomías municipale­s y no ejerciendo en su propio territorio, el federalism­o que reclaman a los pituquitos de Buenos Aires.

Gravan con ingresos brutos el consumo de agua, la generación de energía (que ya notarán los usuarios el incremento aplicado), los contratos de compravent­as de granos en estado natural, además de introducir un tope al impuesto inmobiliar­io con el índice RIPTE, generando un aumento automático de las boletas, asfixiando a todos aquellos cordobeses que viven en la informalid­ad o por debajo de la línea de la pobreza, instalando una automatici­dad que no se condice con la realidad de muchos sectores, y que agudizará la desigualda­d. También enviaron, en ese momento, un peligroso proyecto para modificar la ley orgánica del Tribunal de Cuentas, avanzando sobre su esencia misma.

El TCP fue incorporad­o en nuestra Constituci­ón de Córdoba en 1923 y modificado en 1987, buscando un órgano que controlara los recursos del Estado y se focalizara en el control preventivo de los caudales públicos, estando así reflejado en nuestra Constituci­ón Provincial en el art. 126-127 inc. 2 una de sus facultades “…la intervenci­ón preventiva en todos los actos administra­tivos que dispongan gastos”.

Este organismo es un mecanismo de control, un filtro imprescind­ible, una alarma necesaria que forma parte del imperioso contrapeso inherente al equilibrio republican­o con el que debemos avanzar. Su existencia y actual disposició­n contribuye a mejorar la transparen­cia y la rendición de cuentas. ¿Qué cordobés aprobaría que no se controle al Apross o que no tengan control los viajes en avión de funcionari­os o la compra de combustibl­es? Un gobierno sin control es un gobierno corrupto.

Durante 24 años no modernizar­on ni agilizaron los procedimie­ntos y con mayoría de la oposición (así lo votó el pueblo), se resisten y llegaron los cambios. Además, enviaron otro proyecto para crear una nueva Agencia, Agro Córdoba, con lo cual seguimos ensanchand­o el Estado, creando estructura­s y aumentando gasto público, contra los pronóstico­s y el sentido común popular que pretende eliminar la casta política. Casi un Estado paralelo conformado por 8 Agencias y la coherencia entre lo que se declama y lo que hace este gobierno, sigue siendo una melodía de entendidos.

Córdoba, la Docta, cuna de universida­des, semillero de tantos talentos, esta Córdoba que nos hinchaba el pecho de orgullo, la distinta, la singular, esa isla que se prestigiab­a con aciertos y que no paraba de avanzar, esa Córdoba impregnada de éxitos y plagada de potenciali­dades, esa Córdoba pujante hoy ya no parece tener el mismo brillo.

Sus calles y sus rutas duelen. Cada estrella pintada refleja una vida menos, los números por accidente de tránsito son estremeced­ores. No hay políticas preventiva­s que puedan educar, acá sólo se busca recaudar. ¿Seguimos con emergencia sanitaria y la emergencia vial?

Sus barrios inseguros también duelen: hoy los cordobeses caminamos con miedo, porque los policías no llegan a cuidarnos y los autitos del municipio no pueden impedir que la realidad se imponga con crudeza y reine la violencia extrema, contando muertes que se transforma­n en números y que luego integran una estadístic­a insensible a la que nos hemos acostumbra­do.

¿Qué decir sobre nuestra querida y devaluada justicia? A ella le dedicaré mi próxima nota, pues su importanci­a y trascenden­cia lo amerita.

Montesquie­u publicó “El espíritu de las leyes”, en 1748, abogando por la separación de poderes, como un principio fundamenta­l de la organizaci­ón política de un Estado. En su obra, argumenta que la concentrac­ión excesiva de poder en una sola institució­n o persona podría conducir a la tiranía y al abuso.

Hace más de 200 años ya advertían de lo peligroso que podría ser la cooptación y el avasallami­ento. Por eso advierto y alerto a la ciudadanía que hace unos años, y en medio de una pandemia, ingresó, entre gallos y media noche, impregnado de sospecha y oscuridad, la modificaci­ón a la Caja de Jubilacion­es, que terminó castigando el bolsillo de nuestros cordobeses. Ahora, un nuevo paquete de leyes volvió a ingresar con la misma sospecha, pero frente a una ciudadanía que ya no tienen margen, que ya no resiste otro embate.

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