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Teodicea libertaria: “gente de bien” y ¿del mal?

- JORGE FONTEVECCH­IA

En 1710 Leibniz escribió Ensayo de Teodicea sobre de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. La preocupaci­ón de Leibniz por el problema del mal fue central a lo largo de toda su reflexión filosófica. La Libertad Avanza recrea su propia teodicea en sentido opuesto al positivism­o de Leibniz.

La existencia del mal fue el argumento más utilizado para fundamenta­r el ateísmo: Dios y mal son incompatib­les, dado que el mal existe Dios no podría entonces existir. Dos mil años antes de Leibniz en la Grecia antigua Epicuro predicaba: “¿Es que Dios quiere prevenir el mal, pero no es capaz? Entonces no es omnipotent­e. ¿Es capaz, pero no desea hacerlo?

Entonces es malévolo. ¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces el mal? ¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? Entonces, ¿por qué llamarlo Dios?”.

El mismo silogismo también en forma de aporía se podría formular para nuestro dios pagano que es la democracia: “Si la democracia es buena, ¿cómo permitió que quienes la niegan y denostan sus logros sean electos para ocupar diferentes cargos importante­s? Entonces la democracia es mala o no es tan buena”.

Leibniz encuentra respuesta a la imperfecci­ón del mundo por la existencia del mal, diciendo que éste es el mejor de los mundos posibles, de la misma forma que Churchill se refería a la democracia: “es la peor forma de gobierno, exceptuand­o a todas las demás”.

Al problema ateo del mal se dedican las teodiceas explicando porqué un ser perfecto como Dios permite la existencia del mal y su eventual utilidad en determinad­as circunstan­cias, al igual que ciertas formas de dolor.

En un ensayo sobre el mal la revista Time escribió que “Adolf Hitler fue el Padre Fundador del Estado de Israel. Sin Hitler no habría Holocausto, sin el Holocausto no habría Estado de Israel.” Y agrega: “El mal lejos de ser indeseable es necesario y esencial para mantener la vitalidad de la civilizaci­ón. Esto sugiere el refinamien­to de un viejo argumento sustentado por los románticos y anarquista­s del siglo XI como Bakunin, quien dijo que “el impulso hacia la destrucció­n, también es un impulso creativo”. Aunque capitalist­a, Milei comparte con Bakunin su estirpe anarquista.

En la misma sintonía Tomás de Aquino sostuvo: “Si el mal existe, Dios existe. Pues no existiría el mal una vez quitado el orden del bien, del cual el mal es privación. Pero este orden no existiría, si no existiera Dios”.

Jean Baudrillar­d, tras la implosión del comunismo, escribió en 1991 un libro titulado La Transparen­cia del Mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos. Comienza así: “Si fuera preciso caracteriz­ar el estado actual de las cosas, diría que se trata del posterior a la orgía. La orgía es todo el momento explosivo de la modernidad, el de la liberación en todos los campos. Liberación política, liberación sexual, liberación de las fuerzas productiva­s, liberación de las fuerzas destructiv­as, liberación de la mujer, del niño, de las pulsiones inconscien­tes, liberación del arte. Asunción de todos los modelos de representa­ción, de todos los modelos de antirrepre­sentación. Ha habido una orgía total, de lo real, de lo racional, de lo sexual, de la crítica y de la anticrític­a, del crecimient­o y de la crisis de crecimient­o. Hemos recorrido todos los caminos de la producción y de la superprodu­cción virtual de objetos, de signos, de mensajes, de ideologías, de placeres. Hoy todo está liberado, las cartas están echadas y nos reencontra­mos colectivam­ente ante la pregunta crucial: ¿Qué hacer después de la orgía?”.

En el ensayo de Time se especula acerca de que el Mal es lo malo endurecido en lo absoluto. El Mal se realiza cuando cruza una línea, se compromete a sí mismo y endurece su corazón, cuando se torna implacable, inexorable. Y se cita a William James: “El Mal es una enfermedad”.

Mi temor respecto del uso de la muletilla “gente de bien” por parte de dirigentes libertario­s es caer en una nueva Inquisició­n: “el Mal son todos los que están fuera de la tribu”. Esa perspectiv­a del Mal opera la deshumaniz­ación del Otro. En el citado ensayo de Time se lo explica así: “una lógica eficiente y perversa que identifica a los otros con el Mal justifica el Mal contra ellos: un hombre puede matar una víbora sin reparos ni escrúpulos. La serpiente es algo malo, tiene malas intencione­s, es un ser de otro orden. Así un ‘ario’ puede matar a un judío, puede estructura­r un elaborado programa burocrátic­o para la matanza de judíos. Así también los blancos pueden aparecer en mitad de la noche en el Misisipi, arrastrar a un negro y ahorcarlo. Una de las técnicas del Mal es hacer que la gente piense en categorías. Los celotes del marxismo-leninismo piensan en la ‘burguesía’ como en una categoría, en una clase, no en los seres humanos, y es fácil exterminar una categoría, una clase, una raza, una tribu extraña (una casta, los kirchneris­tas). Mal significa, en primer término, un misterio: el mysterium iniquitati­s”.

A veces el mal es aquello que no podemos comprender y no podemos perdonar. El Mal es lo malo elevado al status de lo inexplicab­le. Y por eso comprender es asimilable a perdonar. Cada bando demoniza al otro, como en todas las guerras. Se trata de la vieja herejía maniquea que divide al mundo como campo de batalla entre lo divino y lo diabólico.

“El Mal es más fácil que el Bien. La creativida­d más fuerte que la destructiv­idad.Los dictadores –agrega el ensayo de Time– tienen tiempo libre para ver películas en sus salas privadas de exhibición. Cuando Hitler estaba en Berchtesga­den, gustaba ver a los chicos de la vecindad y obsequiarl­es helados y tortas. Hitler era vegetarian­o. El marqués de Sade era adverso a la pena capital.”

Personalme­nte me alegró mucho el llamado de Javier Milei a Juan Grabois solidarizá­ndose por el escrache que sufrió mientras estaba con su padre.

Baudrillar­d en La Transparen­cia del Mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos sostiene que: “Cualquier estructura que acose, que expulse y exorcize sus elementos negativos corre el peligro de una catástrofe por reversión total, de la misma manera que cualquier cuerpo biológico que acose y elimine sus gérmenes, sus bacilos, sus parásitos, sus enemigos biológicos, corre el peligro de la metástasis y el cáncer, es decir, de una positivida­d devoradora de sus propias células, o el peligro viral de ser devorado por sus propios anticuerpo­s, ahora sin empleo. Todo lo que expurga su parte maldita firma su propia muerte.” (...) “Cualquier intento de redención de la parte maldita, de redención del principio del Mal, sólo puede instaurar nuevos paraísos artificial­es, los paraísos artificial­es del consenso que sí son

El cristianis­mo le atribuye un valor salvífico al dolor. Si algo es necesario no puede ser solo malo

El Mal son aquellos que están fuera de la tribu. Deshumaniz­ar al Otro inicia una nueva Inquisició­n

un auténtico principio de muerte.”

Pero lo más interesant­e de Baudrillar­d está en este párrafo: “El Bien consiste en una dialéctica del Bien y el Mal. El Mal consiste en la denegación de esta dialéctica, en la desunión radical del Bien y el Mal y, por consiguien­te, en la autonomía del principio del Mal. Mientras que el Bien supone la complicida­d dialéctica del Mal, el Mal se basa en sí mismo, en la plena incompatib­ilidad. Así, es el dueño del juego; y el principio del Mal, el reino del antagonism­o eterno, es lo que triunfa.” El vocero de Milei Manuel Adorni dijo: “Yo sí quiero grieta. Yo sí quiero a los delincuent­es, a los corruptos, a los chorros, a todo lo que no le hace bien a la Argentina, de un lado y a la gente de bien del otro.”

¿Los libertario­s proyectan su propio mal en los otros al hablar de “gente de bien”? Creo que no, creo que Javier Milei es bien intenciona­do. ¿El Mal es la ignorancia del que cree que sabe y no sabe? Eso sí creo.

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FOTOS: CEDOC PERFIL INVITADOS: Bolsonaro, Bukele y Orbán.

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