Perfil Cordoba

“Plata-no”, la creación cordobesa que se anticipó 20 años al “no hay plata de Milei”

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En el último tramo de la gestión municipal de Germán Kammerath, la subsecreta­ría de Cultura del municipio creó un logo en el que se dejaba claro que no había fondos para proyectos. Cómo se gestó la idea del “plata-no”, qué impacto tuvo en los empleados municipale­s y cómo se logró revertir el rojo con acuerdos con privados. “No me creían que no había plata. Lo primero que hice cuando asumí fue parar todas las actividade­s y mensualmen­te me fui poniendo al día”, recuerda

Lucero.

JUAN BERNAUS “No hay plata”, dijo en reiteradas oportunida­des el presidente Javier Milei. Lo hizo durante la campaña, también en la transición hasta asumir el poder y lo reiteró cuatro veces en su discurso de asunción. Sus funcionari­os no se quedan atrás. Luis ‘Toto’ Caputo mencionó la frase cuando presentó las bases de su plan económico. Sin embargo, el “no hay plata” de Milei tiene un antecedent­e en Córdoba. Aquí, en plena crisis del 2000, un funcionari­o de Cultura, cansado de los reclamos por deudas de los cuerpos estables inventó un logo para resumir el estado de situación de la Municipali­dad de Córdoba en ese momento. Así surgió “Plata-no”.

Orestes Lucero es uno de los publicista­s más reconocido­s y premiados de Córdoba. Sin embargo, tiene un paso por la política: fue funcionari­o municipal durante la gestión de Germán Kammerath, el intendente con origen en la Ucedé que llegó al Palacio 6 de Julio de la mano de José Manuel de la Sota. Con el país inmerso en una profunda crisis, la Secretaría de Cultura, a cargo de Lucero, arrastraba una deuda que llegaba a 700 mil pesos, unos 250 mil dólares por aquel entonces.

“No me creían que no había plata. Lo primero que hice cuando asumí fue parar todas las actividade­s y mensualmen­te me fui poniendo al día. Luego, con el tiempo y la ayuda de algunos privados reiniciamo­s las actividade­s. Cerré la gestión con superávit, pero me comí todas las puteadas”, le cuenta Lucero a PERFIL CÓRDOBA.

A los 15 días de haber asumido, las manifestac­iones públicas habían cesado, pero los reclamos en las oficinas eran constantes. El plan del flamante secretario de Cultura fue compromete­rse con los cuerpos estables artísticos del municipio a pagar todo lo adeudado. Primero, se reunió con el secretario de Gobierno de aquel entonces y luego con el responsabl­e de Finanzas. Le autorizaro­n una caja de $ 70 mil mensuales, por lo que en 10 meses podía quedar al día. Obviamente sin hacer nada nuevo.

Del dicho al cartel: “Platano”.Lucero

llegó a la secretaria de Turismo y Cultura luego de la ruptura entre De la Sota y Kammerath, a mediados del 2002. “Cuando ingresé había una colección de quilombos y gastos”, remarca el exfunciona­rio. “Durante los primeros días, los empleados desconfiab­an de que les fuera a pagar. Al tercer mes ya estaban calladitos y aceptando que la deuda se iba saldando”, recuerda Lucero que debió completar 24 meses con arcas vacías.

La Casona Municipal por ese entonces necesitaba reformas, no había dinero ni para hacer obras o para disponer de afiches para las exposicion­es. Todos los meses, con el poco dinero que le iban liberando, Lucero apenas podía pagarle a los músicos, actores, coordinado­res y algunos traslados. La deuda incluía, además, el bono mensual salarial que percibían.

“Luego de pagar los primeros meses, los trabajador­es de cultura me comenzaron a traer proyectos, pero yo no tenía un mango. Me decían que era un asesino de la cultura, pero en realidad no tenía plata”, rememora. Cansado de las críticas, Lucero, quien mantenía fluidos contactos con publicista­s, mandó a hacer un nuevo logo que identifica­ra su gestión en la Secretaría de Cultura: el resultado fue una banana como imagen.

“Era una banana muy linda, de un banco de imágenes, no pagamos ni por el dibujo porque era de catálogo, sin licencia. Le dije al diseñador: me encanta, poné debajo Subsecreta­ría de Cultura. Y mandé a hacer cinco banners. Nunca más me hicieron una manifestac­ión. Me miraban mal, me odiaban, pero nunca más me trajeron proyectos que no se podían financiar”, explica.

De deuda impagable a superávit.

La falta de recursos obligó a todos a ser más creativos. Lucero comentó que los mismos artistas buscaban la manera de conseguir recursos. Por ese entonces no era común coordinar con los privados. “No teníamos plata, pero sí lugares y difusión. Entonces comencé a organizar muestras con los consultado­s y con los privados. Yo ofrecía el Cabildo de Córdoba y la propaganda. Ellos ponían el resto”, describió el exfunciona­rio.

La gestión pasó de un rojo de $ 700 mil a un superávit de $ 80 mil al finalizar. Algo muy similar a lo que está pasando ahora con la presidenci­a de Javier Milei. “No es sencillo, pero se puede. Hay muchas capas geológicas en el Estado, sobre todo en las áreas de compras. Muchas veces los privados pagan menos que lo que debe abonar el municipio o una empresa estatal. Todo tiene coto y dueño”, concluye Lucero.

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FEDERICO RODRÍGUEZ B. PLATA-NO. “Me decían que era un asesino de la cultura por no avanzar con los proyectos, pero la realidad es que no había plata”, señala Orestes Lucero.
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CINCO BANNERS. “Para eso me alcanzó. Después de que apareciero­n los carteles no se hicieron más manifestac­iones y empezamos a mejorar”, recuerda Lucero.
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REMERAS Y TAZAS. Los productos con la frase que pronunció el presidente Milei se pueden conseguir en Mercado Libre.
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