¿Las muñecas no sienten?
Prodigiosa Marilú. Historia de la muñeca de moda 1932-1961
Daniela Pellegrinelli, ganadora del primer concurso de ensayo de Estudios de la Moda de Ampersand, vertebra los vínculos insospechados de las muñecas y las tendencias de la moda.
Autora: Género: Otras obras del autor: juguetes argentinos
Editorial: Ampersand, $ 15.900
Los juguetes han sido objeto de abordajes radicales en el último siglo desde los surrealistas a la filosofía posmarxista. Y la literatura argentina los tuvo a mano en tanto ámbito del tiempo perdido, los vestiditos para las Marilú del Toto de Manuel Puig, y a la vez, de libertad, “en la realidad tangible… que verificaban su existencia misteriosa y tierna”, rememoraba Norah Lange. En un novedoso aporte a la cultura material argentina, Daniela Pelegrinelli en Prodigiosa Marilú pone sensibilidad e imaginación a la pasta que modeló las mujeres que iban a ganar las calles.
Historia del juguete, editorial y social de una etapa dorada de las industrias nacionales, la investigadora ganadora del primer concurso de ensayo de Estudios de la Moda de Ampersand, en el cuerpo central vertebra los vínculos insospechados de las muñecas y las tendencias de la moda.
Claro, poco reconocidos para quienes nunca hayan observado detenidamente a una Barbie, la prima fashion doll no muy lejana de nuestra Marilú, con todas las implicancias del caso, “el juego de la costura y el de vestirdevestir con ropa comprada o elaborada en el hogar constituyó el tránsito de la vida doméstica al espacio público, de la laboriosidad doméstica al oficio, del cultivo de la propia imagen a las prácticas del cuidado… Y enseñaba algo más: el lenguaje de la moda”, acota la educadora Pelegrinelli.
En este punto hilvanan finas, desde la investigación a la creadora de las Marilú en 1932, Alicia Larguía, hasta la esencial Sara Souto en el gerenciamiento de la tienda de la calle Florida, más las cartas y testimonios de sobrinitas de Marilú como de la misma Daniela; las fricciones y ambigüedades que definen qué entiende Pelegrinelli, exdirectora del Museo del Juguete de San Isidro, por cultura material.
Diferente a recientes concepciones exhibidas sobre la trama del diseño industrial en el aire, que eludían lo cultural a lo material, separando lo cognitivo y emotivo, éste texto halla más su tono en el pensamiento que complejiza lo dado. En el análisis las muñecas tienen una sensibilidad que centrifuga el maternar en el patriarcado, la pedagogía conservadora de la entreguerra y el ser mujer en la sociedad de consumo, hacia la utopía de una feminidad que da puntadas. Y lo sólido en el juego infantil se sustituye en el aire, “no bien ha entrado en la vida y ya es un cazador: atrapa a los espíritus que husmea en las cosas”, diría Walter Benjamin.
Los sesenta años que duró el proyecto emancipador atemperado de Larguía, revista, muñeca, emporio industrial y tienda prêt-à-porter, resuenan en la documentalista de la revolución cubana y feminista Isabel Larguía. O en Beatriz Haedo, que de ofrecer “prendas para muñecas” en los 30, acompañó a Perón en el regreso del exilio de los 70.
En Wakolda, de Lucía Puenzo, la muñeca criolla y mapuche guarda un talismán que emerge en otra cosmología femenina. Subversivas energías, en las entrelíneas caben de Prodigiosa Marilú de Pelegrinelli, y que las mamitas cosían arropadas en la mirada de cristal de sus muñecas Marilú, sin susanitas que las pudieran acallar.