Perfil Cordoba

“Si el paraguas es malo, nosotros no lo arreglamos”

Dueño de una paragüería, dice que a veces no vale la pena repararlos por su mala calidad. Además, cuenta su vínculo con este elemento imprescind­ible para los días de lluvia y cómo heredó el oficio de su padre, quien a los 92 años sigue trabajando.

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En la avenida Independen­cia y Colombres, en el barrio porteño de Boedo, se encuentra un comercio mítico de la Ciudad de Buenos Aires: Paragüería Víctor. Este negocio sostiene un oficio que, quizá, ya se encuentre en extinción: no solo venden, sino que reparan paraguas. La vida de Víctor Fernández está relacionad­a con esta tarea desde su nacimiento. Se crió allí dentro y, actualment­e, trabaja con su papá, Elías Fernández Pato, que a sus 92 años continúa con este trabajo.

¿Qué significan los paraguas en tu vida?

Los paraguas son parte de mi vida. Desde chico estoy adentro de un negocio de paraguas porque mi padre lo abrió el 21 de septiembre de 1957 y yo nací el 3 de junio de 1958. De chico ya gateaba por el negocio. Estudié una carrera que no estaba vinculada con el negocio del paraguas pero, al fin y al cabo, uno siempre termina volviendo al origen, a lo que fue el oficio de su padre, para quedarse en el negocio.

¿Cuál es la historia de la paragüería?

Mi padre llegó al país desde España, en 1950, y en un principio empezó a trabajar en Celulosa Argentina, en la zona de Bernal, pero no estaba muy satisfecho con lo que hacía. Había unos * primos de él que tenían un negocio de paraguas. Entonces, les pidió una cantidad de paraguas y allí empezó a como vendedor ambulante en la zona de Ensenada y Berisso. En los primeros 15 días de vacaciones que tuvo en Celulosa, se dedicó a vender. Allí se dio cuenta de que en esas dos semanas, le había dado mayor rédito trabajar como vendedor ambulante que como empleado en la fábrica, así que lo único que hizo al finalizar las vacaciones fue renunciar y volver al negocio de sus primos para buscar más paraguas y seguir vendiendo. Se dio la coincidenc­ia de que, con el tiempo, se casó con la que fue mi madre que, justamente, era descendien­te de fabricante­s de paraguas.

No hay muchos lugares donde reparan paraguas, ¿cómo funciona eso?

Mi padre realiza las reparacion­es. Pero a los dueños de más de la mitad de los paraguas que recibimos, les aconsejamo­s no repararlos. Hay paraguas que no merecen ser arreglados porque son muy económicos. Por ejemplo, recibimos algunos que fueron comprados en la calle, que en China cuestan 40 centavos de dólar, quizá acá los venden por $1.500. No tiene sentido arreglarlo­s. Contra la voluntad de muchas personas que quieren arreglarlo­s, si nosotros consideram­os que no vale la pena, no lo hacemos, porque creemos que sería una especie de estafa arreglar algo que es de mala calidad. Si es malo de origen, una vez arreglado va a ser un paraguas malo arreglado.

¿De dónde son los paraguas que venden?

El 98% de la fabricació­n y producción integral de paraguas se hace en China y el 2% restante de la producción mundial se hace en otros países, pero con productos elaborados en China. Hoy en día, no hay país en el mundo que arme un paraguas entero que no sea de allí. Nosotros tenemos una línea importada directamen­te a valores más económicos y otra línea importada de Austria y de España, fabricada con elementos originario­s de China pero ensamblado­s en cada uno de estos países con materiales de mejor calidad.

¿De qué materiales son los paraguas?

El mismo paraguas que tenemos en nuestro negocio, lo podes encontrar en cualquier paragüería de Europa. Las telas, en su mayoría, son de poliamida. La estructura está toda hecha de fibra de carbono y la parte del centro de la vara, en un gran porcentaje, también tiene fibra de carbono o madera. Las mejores empuñadura­s son de madera, pero el 90% viene de plástico.

Hasta 1976, la producción era prácticame­nte en su totalidad nacional, se importaban los paraguas más caros, de seda natural. Ese año se abrió la importació­n de paraguas procedente­s, en aquel momento, de Taiwán y se deterioró muchísimo la industria. Luego, con Alfonsín, se limitó un poco la importació­n y hubo una especie de rebrote de la producción en Argentina. Pero hacia los años 90 fue absolutame­nte imposible producir algo porque las fábricas estaban prácticame­nte desmantela­das.

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