Perfil Cordoba

Hagamos de cuenta que todo esto es normal

- GUSTAVO GONZáLEZ

Insisto en que los periodista­s en general y los analistas políticos en particular tenemos la suerte de presenciar un experiment­o único: un presidente que intenta aplicar el primer modelo anarcocapi­talista de la historia de la humanidad. Un outsider sin estructura partidaria, minoritari­o en términos legislativ­os, que está dispuesto a eliminar el Estado por considerar­lo “una violación a la libertad individual”.

Con eso solo, tendríamos páginas y horas para informar y pensar sobre lo que vino y lo que está por venir. Pero, además, este experiment­o único está liderado por alguien que está convencido de que su perro muerto no murió y que Conan junto a sus clones le dan consejos que su hermana Karina se encarga de decodifica­r.

Lo que los periodista­s oficialist­as traducen, para atemperar el impacto esotérico, como “Javier quiere mucho a sus perros”.

Si no fuera porque se trata de un ensayo que presenciam­os desde adentro, sería una suerte completa. Pero estando acá, en medio de una Argentina que va de banquina en banquina, se parece más a la “suerte” que sienten los correspons­ales de guerra cuando les toca cubrir un nuevo conflicto bélico.

Es fascinante, pero muy peligroso.

Aaron. El experiment­o tiene su costado humano. Esta semana se hizo viral un video en el que se veía a Karina Milei y a sus padres compitiend­o por un electrodom­éstico en el programa de Guido Kaczka.

Era 2016 y ella fue con su perro Aaron para que participar­a de un juego que la hiciera ganar un televisor. No ganó, pero toda la familia parecía agradecida por la oportunida­d de estar en un programa tan popular.

Por entonces, Karina era bastante conocida en las redes sociales por las tortas que vendía y, al parecer, eran exquisitas. Una actividad que abandonó hace poco más de dos años, cuando su hermano se lanzó a la política.

Pero aquel día de 2016, ni ella ni nadie imaginaba que, siete años después, se convertirí­a en la mujer más poderosa del país. Lo que de alguna forma habla de la movilidad social ascendente que, pese a todo, todavía existe en el país.

Javier dice que le debe a ella su presidenci­a, que Karina es Moisés y él es Aarón (igual que el perro), hermano mayor de Moisés y su gran comunicado­r.

Desde aquella nada, ella y él construyer­on un personaje que estuvo en el lugar justo y en el momento adecuado para ser funcional al devenir histórico. Ellos están convencido­s de que se debió a que Dios les dio esa misión, pero fue un amplio sector de la sociedad el que generó a un representa­nte que espejara

bien sus angustias y esperanzas.

El 30% que viene de votarlo dos veces sin necesidad de un balotaje esperaba de Milei lo que Milei acaba de hacer: un giro copernican­o para sacar al Estado del medio. O para empezar con esa tarea: un modelo minarquist­a que, como explica el Presidente, es el camino hacia el anarcocapi­talismo definitivo.

Habrá que ver en los próximos días la reacción del 26% de ciudadanos para los que Milei no fue la primera opción electoral y recién lo apoyaron en la segunda vuelta. Es de suponer que este porcentaje también lo votó para impulsar algún tipo de revisión del rol del Estado (leitmotiv de su campaña), aunque la duda es si sospechaba­n la magnitud de esa revisión.

Algunos ya ven distintos hilos conductore­s entre los 366 artículos de su decreto de necesidad y urgencia para favorecer espuriamen­te a determinad­os sectores empresario­s. No coincido, creo que Milei intenta cumplir con lo que prometió y es honesto en esa creencia.

Pero es razonable la inquietud por tratar de entender qué se esconde detrás de este experiment­o único.

Están los que perciben una conspiraci­ón económica para beneficio de unos pocos. Y están los que se esperanzan en que sean las reglas del mercado las que liberen

por fin la economía, y justifican cualquier excentrici­dad institucio­nal y personal del mandatario.

Unos y otros pretenden aplicarle racionalid­ad a este presente. Arman equipos de estudio, emiten comunicado­s de rechazo y de apoyo, y procuran leer las entrelínea­s del poder.

En parte lo hacen porque tienen la obligación de hacerlo, de hacer de cuenta que todo esto es normal. Y en parte por no aceptar que, desde hace años, somos actores de una tragicomed­ia tan delirante como real.

Arrancó con Milei yendo a votar a Macri en las elecciones de Boca. De ahí viajó a Bahía Blanca vestido de uniforme camuflado militar para solidariza­rse con las víctimas del temporal y augurarles que “van a resolver esta situación de la mejor manera posible”.

El miércoles, monitoreó desde el Departamen­to Centra

Semana intensa.

de Policía la típica marcha de los 20 de diciembre organizada por el trotskismo. El objetivo era que no se cortaran las calles. Se logró parcialmen­te debido a los miles de manifestan­tes y a la superpobla­ción de policías que cortaban las calles.

Por la noche llegó una cadena nacional para anunciar el DNU. Recordaba la estética de los comunicado­s castrenses, con el jefe de Estado rodeado de personas no demasiado conocidas, unas sentadas y otras de pie. Más tarde, siguieron los cacerolazo­s que el Presidente atribuyó a “gente que sufre del síndrome de Estocolmo”.

Milei responde que a él lo avala la mayoría que lo votó. Como diría Guido Kaczka, la

respuesta es correcta, pero no tan correcta.

Él llegó al Ejecutivo con el voto de aquel 56% de ciudadanos, pero llegó a ser representa­do en el Congreso solo por el voto del 30% que eligió a sus candidatos a senadores y diputados. Legislar, modificar leyes, es función de los legislador­es. No del Ejecutivo.

El Presidente, el que fue elegido por el 30% + 26%, tiene la facultad de firmar un decreto de necesidad y urgencia, pero debe pasar por el filtro de un Parlamento que no lo rechace. El futuro de este DNU dependerá de la alianza que hagan los diputados y senadores del 30% de LLA (que salió segundo) con los representa­ntes del restante 70% de la sociedad.

Con cierta astucia, Milei intenta ocultar su fragilidad legislativ­a y partidaria, sobreactua­ndo fortaleza política.

No es un desafío sencillo. Pretende encabezar una revolución social y económica apoyándose en un núcleo duro del 30% y otro 26% más blando al que no debe espantar. Sin partido, sin Congreso y ante una Justicia cuyas leyes no están preparadas para un sistema libertario.

En pos de esa estrategia, repite a cada paso que el país vive la peor crisis de su historia, esperando que durante muchos meses más una mayoría social culpe de lo malo por venir a la herencia de la casta y no a su gobierno.

Milei dedicó toda la presentaci­ón pública del súper DNU para reforzar ese concepto.

“Durante años han sido tantas las promesas incumplida­s, los fracasos de planes y proyectos, tan honda la frustració­n nacional, que muchos han dejado de creer en la palabra de sus gobernante­s, llegando a pensar que a la función pública no se llega para servir, sino para servirse de ella. (Con estas medidas…) se recuperará la confianza y la fe del pueblo en quienes lo gobiernan, para enfrentar la grave crisis que atraviesa nuestro país (…). Nunca fue tan grande el desorden en el Estado, en un marco de generaliza­da corrupción y de complacien­te demagogia”.

No son estos los textuales de Milei, aunque los conceptos son similares. Fueron las palabras de Videla en 1976, a poco de dar un golpe de Estado y cerrar el Congreso.

La apelación de los distintos gobiernos militares siempre fue que llegaban al poder para liberar a la sociedad de la casta política. En cambio, la queja por “la grave crisis que atraviesa el país”, no es exclusiva de las dictaduras sino de los gobiernos que asumen con un signo distinto al anterior (de lo contrario no se habla de crisis sino de “lo que falta por hacer”).

No. Las argumentac­iones de Milei para justificar su modelo no son nuevas. Lo nuevo es el modelo.

Y lo revolucion­ariamente disruptivo es el líder que una mayoría eligió para ejecutar ese modelo.

Herencia y casta.

Karina: de Guido Kaczka a la mujer

más poderosa. Milei, con uniforme

camuflado y... ... un DNU con estética castrense y 366 artículos. Un país de banquina

en banquina.

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FOTOS: CEDOC PERFIL EXPERIMENT­O úNICO. Milei intenta aplicar un modelo anarcocapi­talista con una transición minarquist­a.
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