Perfil Cordoba

“la idea de que Argentina se empezó a descompone­r hace cien años revela un espíritu reaccionar­io”

El economista, ensayista e investigad­or, especialis­ta en historia económica en general, pero particular­mente estudioso de las políticas económicas aplicadas en la Argentina a lo largo de su historia, reflexiona y analiza el ascenso y triunfo de uno de los

- Pablo Gerchunoff JORGE FONTEVECCH­IA

—Dijiste que Alfonsín supo capturar el espíritu de su época, también Menem y Néstor Kirchner, ¿creés que Javier Milei sigue esa línea y también está capturando el espíritu de la época?

—Lo primero que diría es que es una época que cambia muy vertiginos­amente. De manera que puedo casi decir con seguridad que capturó un instante, un momento de enojo de la sociedad claramente, de hastío de la sociedad. No sé si fue porque realmente tuvo la inteligenc­ia y la intuición para capturarlo. O a veces lo que ocurre, por ejemplo, con Alfonsín ocurrió eso, simplement­e conviccion­es de siempre se cruzan con la época, tanto que alguien captura, sino que un pensamient­o pertinaz se cruza con la realidad. Y yo creo que desde la pandemia para aquí el grito, porque no lo podría llamar de otra manera, el grito de Milei, se cruzó con una percepción, una sensación, un enojo de la sociedad.

—En el reportaje anterior habíamos hablado algo que es caracterís­tico de tu pensamient­o: las dos nostalgias de la Argentina, la de 1945, peronista, y la de 1910, del Centenario podríamos decir, la nostalgia más conservado­ra. Ahora, el discurso de Milei nos retrotrae en el tiempo más a la nostalgia

del siglo XIX, primero de los años 80, y después hasta de la generación del 37.

—Ha llegado la generación del 37.

—¿Qué significa ese ir a la búsqueda cada vez de un pasado más anterior, tratando de encontrar un nuevo faro?

—Lo que te voy a decir no tiene nada que ver con el gobierno de él porque cuando uno llega al gobierno cambia muchísimo, pero ese énfasis que pone en el siglo XIX y la convicción con que él transmite la idea de que todo se empezó a descompone­r en la Argentina, a veces dice cien años, a veces dice más de cien años, revela un espíritu reaccionar­io. No es una calificaci­ón, es una manera de pensar la realidad y es una nostalgia de un pasado remoto. En el caso de él, nunca hemos visto a alguien que piense en términos tan remotos como ideal. Y cuando digo reaccionar­io, lo que me gustaría transmitir es que cuando se dice más de cien años, se dice Yrigoyen.

—Y el voto universal.

—Exactament­e. Y cuando se dice Yrigoyen, se dice el voto secreto, obligatori­o y universal masculino. En ese sentido creo que él transmite una cosa que está presente siempre en el pensamient­o libertario, que es cierta, no total y no en todos, cierta desconfian­za respecto

más disruptivo­s que tuvo nuestro país, por la transversa­lidad de sus votantes, la época tan lejana en nuestra historia a la que invoca desde que surgió el personaje Javier Milei, que supo conjugar el grito de libertad de la pandemia con la crisis económica.

a la democracia. Porque los socialdemó­cratas o los socialista­s decían que la realidad de desigualda­d se parecía a un zorro en el gallinero, y el zorro se podía comer todas las gallinas. Si yo no me acuerdo mal, Benjamin Franklin, que tenía bastante de libertario, decía lobo entre las ovejas, pero se refería más bien al lobo como la democracia, y las ovejas que tenía la obligación de defenderse. Es decir, la discusión sobre la democracia es muy intensa en el siglo XIX y en el siglo XX, y nosotros llegamos tarde en 1912 a la reforma del sufragio libre. Antes estaba muy en veremos y vale la pena tener en cuenta que alguien a quien Milei mencionó en su discurso en las escalinata­s del Congreso, estoy hablando de Julio Argentino Roca, estuvo en contra de la ley Sáenz Peña, no estaba a favor. Y después peleó contra los efectos de la ley Sáenz Peña, contra los efectos de ampliación de la participac­ión democrátic­a en la vida pública de una masa cada vez mayor. Milei es honestamen­te eso. Y la pregunta que tenemos que hacernos es hasta qué punto eso no se conecta con el presente. Uno tiende a tener una mirada lineal sobre la historia y creer que el pasado quedó atrás, el presente es el presente y el futuro será distinto. Y quizá no, quizá en el futuro hay algo muy parecido al pasado y quizá él lo está sabiendo capturar.

—Resulta al mismo tiempo contradict­orio con su actitud más populista en su manera de conducirse con las masas, que no sería típico de un elitista, aquel que desconfiar­a del pueblo, pareciera que, por el contrario, confía en la masa, en el pueblo como su verdadera fuente de empuje.

—Eso es completame­nte cierto. Te diré que si en lugar de poner las palabras que vos pusiste ponemos la palabra personalis­mo en la relación con la sociedad, con la gente, con las masas, Roca también era bastante populista, si queremos usar esa palabra que no era de la época.

—Como un paternalis­mo conservado­r.

—Exactament­e. En ese sentido él es un personaje novedoso, es un personaje que nos trae las ideas libertaria­s, si querés las ideas de la libertad, se puede discutir. Nos trae las ideas libertaria­s sobre una base social que lo ha apoyado, que, como todos ya hemos visto con perplejida­d, es una base transversa­l, y en ese sentido hay un abismo entre él y Macri. Macri es un personaje del círculo rojo, Milei es un plebeyo, a diferencia de Roca también. En ese sentido, Milei es un personaje del siglo XXI y tenemos que volver a preguntarn­os, quizá está capturando un espíritu de la Argentina al terminar el primer cuarto del siglo XXI.

—Algo que me parece fundamenta­l para ponernos de acuerdo para seguir el reportaje, dijiste libertario­s y habrá que discutir si es liberal, vos te calificás liberal de izquierda, un liberal político como se entiende en el mundo anglosajón, ¿podrías compartir con nuestra audiencia, lo más didácticam­ente posible, la diferencia entre un liberal, lo que se entiende por neoliberal y un libertario?

—Lo primero que hay que decir es que el liberalism­o tiene demasiadas subescuela­s. Y con esas tres que mencionast­e quizá no sea suficiente. Liberal clásico es Locke, y liberal clásico quiere decir, el Parlamento como expresión de la burguesía, y la burguesía en ese momento era fuerza progresist­a que peleaba contra el absolutism­o. Era en ese sentido un avance de la sociedad y de la inclusión.

—Podríamos decir entonces que cuando uno coloca la propiedad en aquel contexto era porque el rey, y antes el señor feudal, se quedaba con la propiedad de las personas, por lo tanto la propiedad era un elemento revolucion­ario.

—Absolutame­nte, primer punto. Y segundo punto, en la manera en que lo piensa Locke, la

propiedad era de todos. Todos los ciudadanos tenían acceso a la propiedad. Es decir, a él no se le pasaba conceptual­mente por la cabeza la idea de que podía haber un ciudadano que no fuera a la vez propietari­o. Eso con el tiempo fue cambiando y uno podría volver incluso a tomar el pensamient­o de Locke como progresist­a, y pensar algo que en general no piensa el liberalism­o conservado­r. Y es que los derechos de propiedad pueden expandirse, quiere decir que la propiedad no es un coto cerrado. Por ejemplo, vamos a usar el lenguaje de Javier Milei, si uno dice “el Ministerio de Capital Humano, Salud y Educación”, está reconocien­do la posibilida­d de que puede expandirse el capital y expandirse la propiedad en un sentido distinto a la propiedad de la tierra, por ejemplo.

—Que es finita, por antonomasi­a.

—Claro. Es una expansión de la propiedad, entonces, cuando uno dice Locke está diciendo eso. Cuando uno dice Stuart Mill está diciendo eso y lo está diciendo todavía más allá, porque en Mill hay en algún momento una idea también de expropiaci­ón, por ejemplo, el impuesto del 100% sobre la herencia. Es toda una corriente que parte de Locke, podemos hacerla pasar por Hume, que es liberalism­o clásico, liberalism­o que con un poco de esfuerzo podemos incorporar­lo a nuestras ideas como ideas progresist­as. El neoliberal­ismo es una reacción, a mi juicio, bastante mediocre en términos económicos, no diría tanto a Keynes, diría es una reacción contra Roosevelt, es una reacción contra el estatismo roosevelti­ano. También, en términos académicos, es una reacción contra Keynes y contra quienes pensaban como Keynes, Irving Fischer, por ejemplo. Te confieso que me interesa bastante, quiero decir, los que estamos interesado­s en eso, leer a Hayek es un placer, es interesant­e e invita todo el tiempo a la discusión.

—¿A Hayek lo colocás como libertario o neoliberal?

—Mencionast­e neoliberal­ismo y entonces coloqué todo eso, no estoy muy seguro de que él aceptara esa denominaci­ón o que la aceptara con placer.

—De hecho, en la Universida­d de Chicago no cayó muy bien cuando fue.

—Ciertament­e, me parece una frase de publicista­s, pero es un pensamient­o profundo, el que conozco más es el de Hayek, hay otros que no conozco tanto. El pensamient­o libertario es una minoría trotskista, parecido al trotskismo. Estamos hablando todo el tiempo de Milei antes de llegar al gobierno, porque Milei en el gobierno... Me levanto en la mañana y me digo: “Nunca te confundas al Milei que fue con el Milei que tiene que gobernar”. —Vayamos por partes, primero el Milei que llegó a presidente y de alguna manera también habla de la sociedad y su búsqueda, porque finalmente la sociedad votó eso, independie­ntemente de que ahora haga otra cosa.

—Me parece que ya está bastante difundido como idea es

que ese envión libertario, que no es solamente de la Argentina, si uno por ejemplo escucha a Isabel Ayuso, escucha cosas muy parecidas. Isabel Ayuso, española, del Partido Popular, habla y piensa de un modo muy parecido, diría más ella que Vox. Porque la idea de libertad en la Argentina, dicha en 2008, 2010, 1983, 1985, 1991, 1995, es una idea completame­nte exótica, ¿a quién se le ocurre que no era una sociedad libre, a quién se le ocurría que faltaba libertad, que había una restricció­n a la libertad? Porque una persona como yo mira el grito de la libertad y se queda perplejo. Y tengo que buscarle una explicació­n. La explicació­n que encuentro es mucho menos económica que el tema de la pandemia. El grito de libertad es un grito de la pandemia que después Milei, enfrentado a la crisis económica, sabe fundir las dos cosas. La libertad frente a la pandemia, él diría la libertad frente al hecho de que no nos dejan salir a la calle, la libertad del chico que no puede salir a bailar, muchas libertades conculcada­s, digamos así, y fundidas con la falta de libertad económica, que es una manera de diagnostic­ar el fracaso económico de la Argentina, al menos durante los últimos diez años. No es la única, pero es una manera de diagnostic­ar.

—Dijiste que el libertaris­mo es una forma de trotskismo, de hecho, comparten el anarquismo con el anarquismo de izquierda. ¿Esa actitud de anarcocapi­talista de Milei fue atractiva para ganar la elección, independie­ntemente de que después haga otra cosa, es decir, que sea un grito anarquista y no liberal fue la clave para representa­r el grito de enojo?

—Comparto 100% esa idea. El anarquismo es un pensamient­o rebelde, Milei expresa una rebeldía que no puede no prender en los jóvenes. Obviamente,

durante décadas y centurias no prendió, pero hay un momento en donde la rebeldía...

—Pero el trotskista de los jóvenes en la universida­d, o sea, los jóvenes en una mayor proporción, prendía también el mismo anarquismo.

—Si decimos todo esto, entonces vamos a tener que aceptar que él y su pensamient­o se cruzaron con una coyuntura histórica. Del mismo modo que Alfonsín con la democracia y del mismo modo que Menem con las reformas de mercado, se cruzan con una época.

—Claro, pero en el caso de Menem, como decís, adoptó algo que no era lo suyo, mientras que Alfonsín siempre mantuvo su misma posición.

—Efectivame­nte, en él venía de lejos. En Menem no, es una oportunida­d.

—Milei planteó en las entrevista­s que yo le hice que él ahora es minarquist­a para llegar al anarquismo, o sea, primero un Estado pequeño para un no Estado, dado que el minarquism­o hoy es el camino posible, como podría plantear Lenin, de que la dictadura del proletaria­do era el camino para finalmente llegar al no Estado, y es la discusión de Bakunin diciendo que había que ir directamen­te, o sea, los libertario­s son como los anarquista­s de la ex Unión Soviética.

—Estás describien­do un pensamient­o estratégic­o en Milei. Una estrategia larga quiero decir.

—Habla de 35 años.

—Por eso. Creo que él la tiene, sí. Creo que en ese sentido se dice “él es honesto, él dice lo que piensa”, que a mí me parezca completame­nte exótico, el equivocado soy yo. Él sacó 30% de votos y después 56%, no yo. Y sí, efectivame­nte, me da la impresión de que llegado al gobierno todo eso empieza a disolverse, porque la Argentina es muy atrapante y disuelve muchas ambiciones en su larga tradición de inestabili­dad, anarquía, rebeldía, igualitari­smo, en fin, todo lo que más o menos sabemos. Vamos a ver cómo y cuánto dura el Milei conceptual frente a la realidad argentina.

—¿Son aplicables las ideas libertaria­s, son funcionale­s o son otra forma de utopía?

—La libertad es una utopía necesaria para poder conversar,

ahora, para poder estar conversand­o. La igualdad es otra utopía necesaria. El cruce de igualdad y libertad que yo comparto como idea central es una utopía también. Pero es una utopía que nos marca un paso atrás, a Milei también aparenteme­nte le marca un paso. Pero de nuevo, uno se disuelve en la confrontac­ión con la realidad. No se disuelve, pierde nitidez. Y yo lo que creo, no sé si es momento para empezar a hablar de Milei en el gobierno, pero sí lo que creo es que él ha comenzado desde que llegó al gobierno algo que en el fondo yo creo que es auspicioso, que es una disolución de Milei en la Argentina, lo que en algún momento yo llamé “un aterrizaje forzoso de las ideas libertaria­s de Milei en la Argentina”. —Independie­ntemente de la Argentina, y antes de entrar en el proceso de divinizaci­ón, podríamos decir, de las ideas de Milei, ¿existen en alguna parte del mundo ejemplos de libertaris­mo? Nosotros lo encontramo­s, en un pequeño pueblito en New Hampshire que se hizo durante unos años. ¿Se podría decir que lo que se hizo en Chile era neoliberal­ismo, pero no libertaris­mo?

—Eso no era libertaris­mo. —Marcabas que a Hayek no lo considerás libertario, sino neoliberal, ¿hubo algún lugar donde se aplicaran las ideas de Von Mises en el mundo y en la historia como para poder estudiarlo?

—En forma pura diría que no. Sí es cierto que esas ideas se aproximaro­n bastante a la realidad de un gobierno en dictaduras, en democracia­s es muy difícil que esas ideas puedan prosperar. Lo pienso y creo que no, por eso uno tiene que ir a buscar un pueblito en algún lugar perdido para pensar en eso. —No es un tema menor, porque si uno llega a la conclusión de que se han podido aproximar

en dictaduras, de alguna manera tu sospecha de que parte de los libertario­s no se llevan muy bien con la democracia, parecería tener por lo menos un elemento más de apoyo. De hecho, Hayek en un reportaje creo que en 1978, en “El Mercurio” de Chile con Pinochet al gobierno, dijo que prefería una dictadura liberal que un gobierno democrátic­o no liberal.

—Así es. Ahí tenés un conflicto nítido entre ideas libertaria­s o ideas liberales conservado­ras y democracia. En 1980 Paul Samuelson lo dijo en el Congreso Mundial de Economía, hablando de la dictadura de Pinochet, dijo fascismo de mercado. Ahora, me gustaría aclarar un punto aquí, todo lo que le estamos atribuyend­o a Milei es en un plano conceptual, es él pensando solo, no es él confrontad­o con la realidad y confrontad­o con la sociedad. De manera tal, que cuando uno piensa en Milei confrontad­o con la realidad, a mucha gente se le puede ocurrir automática­mente la idea: camino a la dictadura, al autoritari­smo. Pero también a uno se le puede ocurrir otra idea que es: camino a un cambio. Un cambio de sí mismo, un viraje...

—Que el cambio sea Milei y no la Argentina.

—Más te diría, casi estaría dispuesto a apostar que eso va a ser lo que ocurra.

—Que la Argentina va a cambiar a Milei y no Milei a la Argentina.

—Ya en los primeros pasos eso está ocurriendo. Dejame darte un ejemplo que me divertía mucho el otro día viéndolo en algún lado, que era un ejemplo, porque el otro no es sobre Milei, es más bien una victoria cultural de Milei, lo dejamos para otro momento. La oferta de cortes de carne baratos para las fiestas es una contradicc­ión en los términos para el pensamient­o liberal, para la conceptual­ización libertaria, pero es simplement­e Milei confrontad­o con las necesidade­s de gobernar. Entonces yo tendería a apostar, iba a decirte, que es más probable, no quiero decir que vaya a tener éxito en su gobierno, que la Argentina lo cambie a Milei, que Milei cambie a la Argentina. —En ese sentido, cuando hablábamos de fascismo de mercado, el otro ejemplo que tendríamos en lugar de Chile, también de los años 70 y 80, fue el éxito de los tigres asiáticos, que también eran dictaduras, que luego avanzaron a sistemas democrátic­os. Los que luego inspiraron a Deng Xiaoping, también allí se aplicaban economías muy neoliberal­es, para decirlo de alguna manera.

—Hay una discusión acerca de eso, por lo pronto, Alice Amsden, eso no valdría para Corea.

“El deseo oculto de los cuatro candidatos más votados

era ser Menem.” “La libertad es una utopía necesaria para poder conversar y la igualdad

también.”

—El Estado era muy importante.

—El Estado y el pensamient­o desarrolli­sta eran muy importante­s, que es un pensamient­o que no está en Milei, está en la libertad de mercado no en el desarrolli­smo. Por qué el Estado es y fue importante en Corea y en Taiwán, porque lo que los

motorizaba era la idea del desarrollo.

—No me refiero a Milei pero sí a Hayek, porque si uno fuera al extremo de Chile, el cobre es del Estado, es como si se estatiza la soja en la Argentina y de hecho el ejército tiene su presupuest­o en gran medida del cobre, también se podría decir que Pinochet era estatista en un punto.

—Sí, en la medida en que lo necesitaba como gobernante. Eso pasa con todos los gobernante­s, en la Argentina tenemos muchos casos así. No solamente el cambio de Menem, el cambio de Frondizi. Digo, cuando uno va a gobernar, tiene que gobernar. Se le atribuye a Fernando Henrique Cardoso falsamente la frase de que cuando ganó las elecciones dijo “olvídense de todo lo que escribí”, eso nunca lo dijo, más te voy a decir, nunca lo pensó. Tanto no lo pensó que muchas de las cosas que escribió sirvieron de fundamento a las políticas de Fernando Henrique. Pero en algún lado se piensa que dijo esa frase. Y yo diría: todo presidente que llega al poder debería decir secretamen­te, olvídense de todo lo que dije y de todo lo que escribí porque ahora empieza para mí la realidad.

—Empecemos con la realidad. Los cambios que viste en esta primera semana de Milei, la no dolarizaci­ón, no dinamitar el Banco Central, incorporar figuras del macrismo, cierto pragmatism­o, si se lo podría denominar así, ¿te tranquiliz­a un poco?, ¿cómo lo juzgás? —Lo primero, me llamó la atención. Y en ese sentido me saqué el sombrero frente a Milei. Se dice la palabra pragmático. No me gusta mucho la palabra pragmatism­o, es una palabra insuficien­te para lo que quiero transmitir y no tengo otra palabra en su lugar pero hay cierta sutileza en lo que hizo. En El burgués gentilhomb­re, Monsieur Jourdain es un personaje extraordin­ario que contrata un filósofo, es decir, conversa con un filósofo para que lo ilustre, un clásico de la burguesía, y en un momento dado el filósofo le dice: “Hay poesía y hay prosa. Nosotros hablamos en prosa”. Jourdain se sorprende y dice: “¿Cómo, hablamos en prosa?”. Esto es, Monsieur Jourdain habla en prosa sin saberlo. Buena parte de lo que hizo Milei desde que llegó es hablar en argentino sin saberlo. Ejemplo concreto: él está pensando algo que se parece a un plan de estabiliza­ción. Ya veremos si tiene éxito o no. Ahora hago un breve recorrido histórico. Tiene cosas de Gómez Morales, tiene mucho de Krieger Vasena. Después, si querés, lo podemos charlar un poco en detalle. Tiene muchísimo de Sourrouill­e. Tiene bastante de Cavallo, aunque Cavallo tiene esa cosa de la apertura económica que lo distingue del resto de los planes. Quiero decir, hay un clásico de los programas de estabiliza­ción y crecimient­o en la Argentina, Milei no transmite conceptual­mente esa idea, pero esa idea lo va atrapando. La Argentina de, vamos a decir así, Krieger Vasena, la Argentina fijó el tipo de cambio, pongo retencione­s y aumento la protección a la industria para que

la industria crezca y se modernice, esa idea, a trazos gruesos, está presente en Milei. Ahora, como gobernante, en el minarquist­a Milei está Krieger.

—¿Ese desarrolli­smo se da patadas con las ideas libertaria­s, podríamos decir que dejó las ideas libertaria­s en la puerta de la Casa de Gobierno?

—No sé si las dejó. En una de esas, a la noche vuelve a pensar en esos términos. Pero es un hombre responsabl­e, tiene que gobernar. Y cuando gobierna, no tiene que enamorarse de su filosofía. Tiene más bien que dejarla en un costado, gobernar y enfrentars­e a lo imprevisto, a las dificultad­es de la realidad. No es que él deliberada­mente deja algo de lado, sino que en cada momento tiene que tomar una decisión y el encadenami­ento de esas decisiones va conformand­o un Milei distinto al Milei filósofo, llamémoslo así.

—Te veo más optimista de lo que imaginaba.

—No sé si ya no me dijiste esa frase.

—Otras veces, sí.

—No digo por vos, simplement­e me la dice todo el mundo sobre cualquier cosa de la que yo hable. Esto tiene que ver con el hecho de que yo no creo que sea optimista. Creo que soy un, vamos a tomar una palabra de Hirschman, creo que soy un posibilist­a, que todo el tiempo estoy viendo quién gobierna, cuál es la diagonal por la que puede salir de algo que parece imposible de superar. Entonces eso se suele confundir con optimismo. —Te lo debo haber dicho en un reportaje que hicimos en el que vos hablabas de la idea de un gobierno de unidad nacional detrás de una coalición popular exportador­a.

—Sí, señor.

—¿Qué quedó de esa coalición popular exportador­a?, ¿hay algo de Milei también ahí?

—Para saber si hay algo de Milei esperaría un tiempito, por ahora no hay nada. Pero además son pocos días de gobierno, no le pidamos tanto como eso.

Hay una idea que mantengo, principalm­ente de eso, que es la de pacto, lo veo a Milei, sí, pactando coyuntural­mente porque es un gobernante débil, eso ya lo sabemos. Es un gobernante en minoría en ambas cámaras. En brutal minoría, sobre todo en el Senado. Está obligado a conseguir votos para que le voten leyes. Todavía no llegó ese momento, pero eso lo tiene ya en la cabeza. Pero esa es una idea distinta a un pacto con horizonte largo. Lo que no veo en Milei es todavía algo que se parezca a la noción de pacto con horizonte largo, como era aquella idea de la Coalición Popular Exportador­a.

—¿Aquella idea quién la representa­ba?, ¿Horacio Rodríguez Larreta?, ¿la representa­ban los radicales moderados?

—Mi respuesta es que no la representa­ba nadie. La Argentina tiene algo común, Perón decía: “En la Argentina hay socialista­s, radicales, conservado­res y peronistas, peronistas somos todos”. Yo diría: en la Argentina hay mileístas, macristas, radicales, peronistas, cristinist­as ¿y qué son todos? Todos son conservado­res populares. Lo que atraviesa la sociedad argentina en el siglo XX es el conservadu­rismo popular. A veces más popular, a veces más conservado­r, pero es algo casi común. Si Milei ha sido capturado por esa cosa que atraviesa la historia argentina del siglo XX, todavía no lo sabemos.

—En el último reportaje, que tiene dos años y medio, dijiste: “No sé si Juntos por el Cambio está virando a la derecha, pero Macri sí está virando a la derecha”. ¿Macri interpretó el cambio de la sociedad al girar a la derecha y acercarse a Milei?, ¿vio antes que el resto el fenómeno que se estaba produciend­o?, ¿es artífice de eso en su propio corrimient­o a la derecha?, ¿ayudó a ese corrimient­o a la derecha de la sociedad o simplement­e se subió a algo que veía que se estaba produciend­o?

—No, Macri tuvo una intuición política de primer nivel. Él vio a Milei yo diría antes que ningún otro político. Mucha gente lo había visto antes, pero él lo vio a Milei como proyecto político antes que ningún otro. Esa fue una intuición de un gran talento político de su parte. Ahora, ¿qué le pasó? Se enamoró de la criatura que había construido en su mente y al enamorarse

de esa criatura apostó, creyó, estaba firmemente convencido de que él iba a llegar a un balotaje Milei-Bullrich, y se le coló Massa en el camino. Al colarse Massa en el camino y desaparece­r Juntos por el Cambio de la segunda vuelta, su intuición maravillos­a, talentosa, terminó destruyend­o a su propia fuerza política. Dándole un golpe muy duro a su fuerza política.

—Su idea hubiera sido que ganase Juntos por el Cambio, y Milei fuese el aliado y no a la inversa.

—Lo primero es que hubiera un balotaje Bullrich-Milei. Por eso digo que su fracaso es que Massa se haya colado en el balotaje. Después creo que sí, obviamente hubiera preferido que gane alguien de su propia fuerza política, eso lo hubiera capitaliza­do mucho más. En ese sentido, tuvo una intuición de mucho talento y un fracaso posterior muy grande en cuanto al olfato sobre cómo iban a ser los resultados.

—¿Es la sociedad que está virando a la derecha o simplement­e la bronca se expresa a través de un planteo anarquista, que no es de derecha, que la sociedad que vota a Milei no lo vota por privatizar las empresas, tener superávit fiscal o cuestiones económicas que a lo mejor no alcanza a percibir, sino porque percibe el grito anarquista, como el grito trotskista en determinad­o momento?

—Yo creo que la gente vota un grito de furia, su sentido último no tiene por qué saberlo la sociedad, no tiene por qué entenderlo, pero la intuición es eso, en ese grito de furia hay, vamos a usar la palabra de moda, un cambio. Había una promesa de cambio, que eso sea privatizar una empresa o no privatizar­la, en verdad me parece que es secundario. Después veremos. —¿Se puede llevar adelante un plan cuando tenés tan poca cantidad de representa­ntes en el Legislativ­o, incluso la Corte Suprema de Justicia en contra, sin ningún gobernador, sea cual fuere el plan, es, llevado a la práctica, algo posible? —Si estuviéram­os teniendo esta conversaci­ón en un país europeo con un régimen parlamenta­rio, te diría: sí, es posible. Es posible que alguien que sacó 30% de los votos y tenga pocos representa­ntes, de alguna manera se las arregle para formar gobierno y avanzar. Ahí, la idea de pacto, de transacció­n, es fundamenta­l y él no la tiene. Pero en un país presidenci­alista eso se vuelve bastante más difícil. Sin embargo, los politólogo­s, al igual que los economista­s, inventan categorías conceptual­es y las multiplica­n hasta llegar a mil cuatrocien­tas noventa y dos, por ejemplo. Entre otras, el presidenci­alismo de coalición, Brasil digamos, que parte de la fragmentac­ión y la Argentina está sufriendo un proceso de fragmentac­ión política. Entonces, no sé cómo va a terminar esta historia, lo que sé es que él tiene la obligación y el deber de intentarlo. Y para intentarlo en algún momento va a tener que llegar a una idea de pacto más estable y más profundo con fuerzas políticas, con alguna fuerza política.

—¿Encontrás alguna reminiscen­cia, similitud, inspiració­n en Milei en fenómenos no argentinos como Trump, Bolsonaro, Meloni, Orban, otros movimiento­s de extrema derecha populistas que hayan avanzado con éxito electoral? —Milei, visto de lejos, se parece mucho a alguna de las figuras que nombraste. Milei puesto en la tempestad económica argentina no se parece a ninguno de ellos y ni siquiera tiene tiempo para levantar el teléfono y preguntarl­e a Trump, ¿qué harías vos en una situación como la Argentina? Porque Trump no le podría contestar nada, y te diría, Bolsonaro tampoco. Milei está en una dinámica caótica muy difícil de la economía que la tiene que enfrentar con sus propias armas. Y no sé, vamos a ver cómo le va. El parecido con ellos se diluye cada vez más a medida que avanza el gobierno de Milei. Yo no me imagino, por ejemplo, un Milei que acumule la fuerza suficiente como para llegar al final de su mandato y plantearse una idea como la toma del Capitolio. No se me ocurre. Algo que a mí me parece interesant­e: no importa lo que él piense internamen­te, lo veo a Milei como una figura más democrátic­a que Trump, y aún más democrátic­a que Bolsonaro.

—Y más honesto intelectua­lmente.

—Definitiva­mente más honesto en casi todos los sentidos, también intelectua­lmente. —Decís: “Yo me defino como posibilist­a”, intuyo que detrás están las condicione­s de posibilida­d que hacen que aquel que le toca gobernar se adapte a lo que hay que hacer. Por lo tanto, una mirada hegeliana, no es el hombre el único agente del cambio, sino las condicione­s dadas lo que terminan haciendo a la persona que conduce, ¿cuáles son las condicione­s de posibilida­d que nos permitiría­n pronostica­r lo que va a terminar haciendo Milei porque no le queda otra

“Algo que está presente en el pensamient­o libertario es cierta desconfian­za

respecto a la democracia.”

“Milei confrontad­o con la realidad puede generar la idea

de camino a la dictadura.”

alternativ­a?

—Yo creo que Milei empezó argentiniz­ándose, dije. Es decir, creo que convenimos en la idea de que la sociedad está tomando el poder sobre el espíritu de Milei.

—Que es un cuerpo, bien Hegel, no es Napoleón, él es el cuerpo que eligió la historia para tirar la monarquía.

—Exactament­e. Todo lo que puedo decir por el momento es que para comenzar tuvo que abandonar la dolarizaci­ón y la dinamitaci­ón del Banco Central. El hecho de que haya tenido que abandonar la dolarizaci­ón es muy importante y para él es una derrota, porque la dolarizaci­ón, hablo yo ahora, era un horrible plan de estabiliza­ción, pero era un plan de estabiliza­ción. Después nos iba a generar las dificultad­es que le genera a Ecuador, por ejemplo, pero en Ecuador fue un plan de estabiliza­ción. Entonces, lo que le ha pasado a Milei es que al comprender que no tenía la dolarizaci­ón a la mano se quedó sin programa de estabiliza­ción. Entonces está llevando adelante una política que debería terminar, debería rematar en un programa de estabiliza­ción. Y enlazar ese plan de estabiliza­ción con un programa más estable que nos lleve al progreso material, al crecimient­o, al desarrollo o como quieras llamarlo. Ahora en el punto de partida, todavía no vemos a Milei llevando adelante un plan de estabiliza­ción que no sea aquel que había pensado y que tuvo que descartar, que fue la dolarizaci­ón y eso es un problema, porque ahí está perdiendo una condición de posibilida­d. No puede transmitir­le a la sociedad cuál es su plan de estabiliza­ción. Su plan de estabiliza­ción es, por el momento, una fijación del tipo de cambio y una política ultramonet­arista, tan monetarist­a que puede destruir al propio régimen monetario. Suelo recordar una frase de un premio Nobel de Economía que se llamaba Franco Modigliani, premio Nobel en 1985, y en 1984 teníamos en Toledo un seminario, estaba Rudi Dornbusch, estaba Guido Di Tella todavía vivo, y me acuerdo siempre, me quedó patente la frase de Modigliani: “Pretender atacar y derrotar a una inflación del 100% anual solo con política monetaria es como pretender detener un auto que viene a 100 kilómetros por hora agarrándol­o de la antena. Bueno, la antena se va a romper. En una política como esta, si no hay otra cosa, la política monetaria se va a romper.

—¿Qué otra cosa imaginás que va a tener que haber?, ¿por dónde creés que va a rumbear?

—Él va a tener que matizar todavía más. Dejame ponerte un ejemplo de los primeros días de Milei, porque quizá importen. Lo podría decir de este modo: los libertario­s necesitan Estado, vos lo dijiste a propósito de los neoliberal­es. Los libertario­s necesitan Estado, por ejemplo, no me imagino libre negociació­n de los salarios y libertad de precios sin que el Gobierno trate de dar una guía, no digo 4.8, una guía mínima para que esa negociació­n pueda funcionar

y no sea otra dinámica caótica. Entonces, lo que veo, una condición necesaria de Milei es avanzar en su proceso de matizar sus ideas originales. La intervenci­ón del Estado en una política de ingresos, pero no en una política de ingresos dentro de seis meses, ya. Si se abren las paritarias, ya. Te doy otro ejemplo, una empresa le comenta a un amigo, Guido Sandleris, compañero de la universida­d, que habían aumentado los precios 100%. Entonces Guido les dice asombrado, “¿por qué 100%?” y contestan “porque no sabíamos qué podía pasar, porque la incertidum­bre nos llevó a aumentar 100%”. Entonces Guido le pregunta, a mí me parece que con mucha inteligenc­ia, al gerente de la empresa que estaba contenta contando esto, “¿y no les hubiera convenido a ustedes que el Gobierno les pidiera que el aumento fuera 30, 30 y 30 en tres meses consecutiv­os?”. Entonces, aliviado, le dijo, “por favor, es lo que hubiéramos necesitado”. Eso los economista­s lo llaman coordinaci­ón, porque si eso se hace en todas las empresas y la negociació­n sindical patronal se hace en toda la economía, efectivame­nte, las cosas, sobre todo lo que ocurre es que se moderan los costos del ajuste, y aquí lo que puede estar faltando es una política sensata de Estado que modere los costos del ajuste.

—¿Era necesario un ajuste de esta envergadur­a cuando el déficit fiscal finalmente será, podemos empezar a discutir, 3%, 4%, 5%, y hay economista­s que dicen que en realidad el déficit cuasi fiscal de las Leliq no es tal porque la inflación se lo vuelve a comer?

—Dejemos de lado el cuasi fiscal o hablamos de él más tarde. No tengo mucho que decir porque creo realmente lo que te dicen esos economista­s. Creo que inventó una solución técnica, no creo que valga la pena

discutirla. Me parece que está llena de problemas esa solución técnica, pero lo otro es el ataque al déficit fiscal, me parece que él sabe que está sobreactua­ndo, sabe que no va a lograr 5% de ajuste en un año, pero un presidente débil es probable que necesite sobreactua­r para obtener lo que finalmente sabe que puede obtener.

—El arquero que apunta más alto porque calcula la fuerza de la gravedad.

—Es como cuando dice, “estamos en 15.000% de inflación” y sabe que no estamos, eso me parece un acto de astucia de él.

—Astucia, ¿pero puede tener algún otro costo, como por ejemplo, asustar?

—No, no me parece, porque es tan desmesurad­o que nadie de verdad lo cree. Él lo coloca como una vara a la que es fácil superar. Es decir, es fácil que él gane contra esa vara. La pobreza cero de Macri era imposible. —Había un chiste de Lacan en el que dos judíos se comunicaba­n, uno decía que iba creo que a Varsovia y otro le decía, por qué me decís que vas a Varsovia si vas a Cracovia, como decís que vas a Varsovia, tengo que pensar que vas a Cracovia cuando en realidad vas a Varsovia. Entonces, de todo lo que estamos hablando es así. Cuando la gente lo votó porque sabía que no iba a hacer lo que decía, ahora dice esto pero no se asustan, porque saben que esto no es así. Cuando uno analiza todo esto, parece muy loco.

—Es muy loco. Gobernar es muy loco y gobernar la Argentina es especialme­nte loco. Te das cuenta de que tengo una especie de leitmotiv, que es Milei en aterrizaje.

—Milei en vuelo de regreso a la realidad.

—Que ahí no puedo, efectivame­nte, más que aceptar que la idea no es posibilist­a, esa idea es optimista. No sé si va a pasar, pero me hablaste de condicione­s de posibilida­d, te diría que la principal condición de posibilida­d para que a Milei le vaya bien, o una primera condición de posibilida­d para que a Milei le vaya bien, es que siga matizando. Te doy un ejemplo, puso las retencione­s y todo el mundo se quedó pasmado. Debió haber puesto más retencione­s a la soja para moderar un poco el ajuste en lo

que el ajuste tiene de doloroso. No lo hizo, pero en todo caso abrió la puerta para que cosas de ese tipo ocurran, que son, voy a usar una palabra técnica, un enchastre en términos de un libertario. Yo digo bienvenido el enchastre.

—Uno de los miedos respecto de Milei era el dogmatismo y la locura, en líneas generales mucha gente dice que para ser presidente de la Argentina hay que estar un poco loco, lo que hizo que no afectara la imagen de Milei su condición de loco. Hay un punto a partir del cual, más allá del calificati­vo, cierto grado de dogmatismo o neurosis obsesiva es una perturbaci­ón de la conciencia

que puede tener problemas a la hora de ejecutar las políticas, porque la persona puede ver fantasías en su extremo de ideologiza­ción, ¿creés que lo que está llevando adelante Milei demuestra que finalmente no es una persona dogmática como se creía?

—No puedo decir eso a pocos días de iniciado el gobierno de Milei, veo gestos que me indican un aterrizaje. Lo pongo de este modo, para contestar tu pregunta, yo tengo que verlo al presidente Milei frente a dificultad­es críticas, cuánto juega la personalid­ad de Milei y qué es la personalid­ad de Milei gobernando, es algo que lo vamos a saber cuando tenga una dificultad generada por su propia política, no generada por lo que él puede atribuir al pasado. Ahí sí quiero ver a Milei. Y ahí me pongo menos optimista.

—Te pregunté si se necesitaba esta corrección del déficit fiscal, ¿es cierto que simplement­e con la cosecha un punto del producto bruto ya se soluciona, que al mismo tiempo se iba a producir una reducción del déficit fiscal por el aumento de las exportacio­nes, más lo que significa la posibilida­d de exportar energía?, ¿estaba la Argentina en un momento de recuperaci­ón económica en el cual se podía esperar que el déficit fiscal se fuese reduciendo? Voy a usar el ejemplo de los brasileños, los que llevaron adelante el Plan Real decían que se hacía un plan de estabiliza­ción, no porque no había déficit fiscal, sino porque había déficit fiscal y que el objetivo es que el déficit fiscal fuese desapareci­endo con el tiempo, no inmediatam­ente. De hecho, ellos se lo plantearon a dos años la desaparici­ón del déficit, ¿no hubiera sido más lógico un plan que aspirase a reducir el déficit fiscal en un período de dos años, combinando crecimient­o y menos traumática­mente que un plan de querer bajar, aunque aspires a 5 y bajes 3 de golpe?

—A esta altura de mi vida he llegado a una conclusión provisoria, a mi edad es un lujo, que es, hay un plan para cada líder político. Quiero decir, lo que decís era Fernando Henrique Cardoso y además él tenía el volumen político, como ahora se dice, para hacer un plan de ese tipo. Milei llegaba con esa cosa que transmitía “lo vamos a arrasar todo”, y él no podía nacer a la vida.

—Vuelvo a ser hegeliano, trato de explicarme para qué viene Milei, a quién viene a servir Milei, ¿creés que la Argentina podría haber tenido una mejor solución de su crisis con un líder moderado que plantearse un plan de estabiliza­ción, con una reducción del déficit fiscal que se alargase a lo largo de dos años?

—Ese es un contrafact­ual difícil. Yo no voté a Milei, de modo que debo haber pensado que Milei no era el hombre. No sé, me cuestan mucho los contrafact­uales. En las ciencias sociales me cuestan mucho los contrafact­uales. Hay una cosa interesant­e, miremos a los candidatos a presidente de la primera vuelta, corramos a un costado a Myriam Bregman que tenía sus propias ideas. El deseo oculto de los otros cuatro era ser Menem. Massa, Juan Schiaretti, que había sido funcionari­o de Menem, Milei y Patricia Bullrich, los cuatro eran proyectos de Menem, a veces lo explicitan, a veces no, Milei lo explicitab­a. Entonces lo que hay siempre en la idea “quiero ser como Menem” es la radicalida­d en el cambio, no gradualism­o, no vamos a hacer las cosas despacio. Algo debe haber, sin contestar tu contrafact­ual, algo debía haber en la sociedad argentina para que los cuatro más votados de los cinco que estaban en la primera vuelta tenían vocación de Menem, esto es de cambio radical.

“Lo que atraviesa la sociedad

argentina en el siglo XX es el conservadu­rismo

popular.”

“Veo a Milei como una figura más democrátic­a que Trump, y aún más democrátic­a que Bolsonaro.”

—Como una nostalgia de los 90, siguiendo con las ideas de la nostalgia, la del 45, la de 1910, ¿o había una nostalgia de los 90?

—Es lo mismo. En esa nostalgia de los 90 estaba presente una manera de gobernar también, una ruptura drástica con el pasado en la línea de la economía de mercado, de más inversión, más exportacio­nes, menos consumo, menos populismo y todas esas cosas. —¿Será arcaico plantear un antikirchn­erismo o un antiperoni­smo del 45, es decir,

Menem representó aquello de los que se quedaron en el 45 o en los 70, es la economía, era un cansancio respecto a una forma política o de una forma económica?

—Yo creo que debe haber de las dos cosas. No lo sé, salgo poco, no sé qué estaba en la mente de la gente que votó de esa manera. Yo insisto que me parece que la pandemia jugó un rol muy importante en el enojo, en la búsqueda de un cambio radical. —Y que eso se comió también a Horacio Rodríguez Larreta. —Horacio Rodríguez Larreta, vos describist­e recién un personaje, hiciste el dibujo de un dirigente político que se proponía una salida más reformista y más gradual, por lo menos respecto a esto que estamos viendo, si leemos y escuchamos las palabras de Horacio Rodríguez Larreta no eran muy graduales ni muy reformista­s, pero en comparació­n con lo que terminó ocurriendo, sin duda lo era. Perdió, pero de una manera salvaje.

—¿Pero creés que tiene que ver la pandemia en ese caso?

—Su participac­ión en la cuestión de la pandemia sí, pero creo que la economía también importa mucho aquí, es decir, diez años de estancamie­nto. Una cosa muy importante, porque no son solo diez años de estancamie­nto, son diez años de caída de los salarios reales, formales. O por lo menos diez, desde 2015 hasta 2023 son ocho años de caída, no diría monótona, pero casi monótona en los salarios reales del sector formal. Y todavía más, no sabemos cuánto, porque no se mide bien, en los salarios informales. Entonces, tiene que estar habiendo en la sociedad una angustia muy grande, y tiene que haber en Milei un talento, que todavía no sé si lo tiene, para transmitir que algo que quizás sea una caída adicional del salario real es, sin embargo, el remedio. —¿Qué papel viene a cumplir

Milei en la historia argentina?, ¿era necesario un golpe más en la caída del salario real, de la capacidad de consumo?, ¿era una medicina necesaria que la sociedad tenía que atravesar?, ¿es útil para la historia de la Argentina?

—Que sea útil o no para la historia de la Argentina todavía no podemos hacer un juicio de valor sobre eso. Que la Argentina viene, estoy muy alejado de la reflexión sobre los programas económicos, los conozco, conozco la discusión pero no me interesa como proyecto personal. Ahora, lo que te puedo decir es que el programa de Massa, el de Milei, y el de Patricia Bullrich se parecían casi como tres gotas de agua. De manera que algo tenía que haber en el sentido de radicalida­d y cambio sin matices para que nos enfrentemo­s a que los tres candidatos principale­s tengan esa vocación por ir hacia el cambio vertiginos­o. Está muy lejos de mí, yo me quedo encerrado en casa de nuevo cuando enfrento una cosa de ese tipo, pero los programas que he visto, me los han contado, he hablado con quienes los diseñaban, te diría que si hoy son honestos, deberían decir: lo que en verdad hizo Milei, no lo que pensaba antes, lo que en verdad hizo, se parece bastante a lo que teníamos en mente.

—En esta misma serie de reportajes, el verdadero ministro de Economía de Massa, Gabriel Rubinstein, dijo exactament­e eso antes de las elecciones. Ahora, por alguna razón, la sociedad no le creía a Massa, por alguna particular­idad no le creía a Patricia Bullrich y mucho menos a Horacio Rodríguez Larreta, entonces, ¿la sociedad votó ese programa económico o en realidad lo que estaba votando era un grito?

—Una cosa son los programas que cada fuerza política tenía como diseño, y otra cosa es lo que la sociedad votó. De nuevo, la sociedad votó a favor de un grito de rabia.

—Escuché por ahí otro reportaje tuyo en el que decías que sentías que no comprendés la Argentina, y me vino a la mente la clásica frase de Aristótele­s de que todo filósofo debe ser extranjero en su patria, ¿es necesaria esa extrañeza para poder tomar la distancia y ser buen historiado­r y un buen científico?

—Es necesaria la reflexión, es necesario evitar el atropellam­iento, tomar distancia. Reflexiona­r es tomar distancia. En ese sentido hay algo de ser extranjero, pero me pasa algo más que tomar distancia. Ahora me dejó de pasar en la medida en que hay una especie de normalizac­ión coyuntural de Milei, porque hemos discutido y no sabemos cuánta normalizac­ión va a haber. En esta normalizac­ión coyuntural de Milei, hay algo que me pasaba que me dejó de pasar. Yo decía antes de que Milei empezara a gobernar que veía a la Argentina como detrás de un vidrio esmerilado, que no es lo mismo que mirarlo de lejos, es mirarlo distorsion­adamente y sin entender lo que veo, eso es lo que me pasaba. Yo no sé si es verdad, pero tuve la sensación de que volvía a comprender una vez que lo veía a Milei manchado por los tonos grises.

—O sea, te volviste a sentir menos extranjero y más argentino.

—Efectivame­nte, aún manteniend­o la idea de tomar distancia.

—Al final mis categorías siguen funcionand­o. ¿Qué mensaje final le dejarías a alguien que se va tan atrás en la historia, que tiene una nostalgia de mediados del siglo XIX, habiendo dedicado vos toda tu vida a la historia económica y casualment­e siendo economista? Si él te pidiese alguna reflexión, ¿qué le dirías?

—Yo te voy a decir mi reflexión sobre la propia historia. La primera es una frase de Antonio Gramsci, “la historia enseña pero no tiene alumnos”. La segunda es una frase de Gentile sobre Mussolini, y es “buscar analogías en la historia es una falsificac­ión de la historia”. Cuidado con la analogía. Me suele ocurrir que viene mi sobrino y me dice, “¿a qué se parece esto?”, no sé a qué se parece. Lo miro como fenómeno en sí mismo y en todo caso tiene cosas evocativas en mí, en todos nosotros, los que transitamo­s la época de Menem sin duda hay algo de evocativo, pero solo en eso, porque después nunca vimos un presidente con estas ideas, con tanta debilidad, afrontando un programa que parece imposible.

—Aquello de Walter Benjamin de que nunca volvimos a ver que es como un rayo la historia, porque siempre la volvemos a ver con los ojos que no eran de ese momento y por lo tanto nunca la volvemos a ver. —Efectivame­nte.

“Un presidente débil es probable que necesite sobreactua­r para obtener lo que quiere.” “La pandemia jugó un rol muy

importante en el enojo, en la búsqueda de un cambio radical.”

 ?? MARCELO DUBINI ??
MARCELO DUBINI
 ?? MARCELO DUBINI ?? PASADO Y PRESENTE. “En 1980 Paul Samuelson lo dijo en el Congreso Mundial de Economía,
hablando de la dictadura de Pinochet, fascismo de mercado”.
MARCELO DUBINI PASADO Y PRESENTE. “En 1980 Paul Samuelson lo dijo en el Congreso Mundial de Economía, hablando de la dictadura de Pinochet, fascismo de mercado”.
 ?? MARCELO DUBINI ?? LIBERALES Y LIBERTARIO­S. “El grito de libertad es un grito de la pandemia; después Milei,
enfrentado a la crisis económica, sabe fundir las dos cosas”.
MARCELO DUBINI LIBERALES Y LIBERTARIO­S. “El grito de libertad es un grito de la pandemia; después Milei, enfrentado a la crisis económica, sabe fundir las dos cosas”.
 ?? MARCELO DUBINI ?? LA ERA MILEI. “Milei está en una dinámica caótica muy difícil de la economía que tendrá que
enfrentar con sus propias armas”.
MARCELO DUBINI LA ERA MILEI. “Milei está en una dinámica caótica muy difícil de la economía que tendrá que enfrentar con sus propias armas”.

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