Perfil Cordoba

“La Cámpora no logró salir de abajo de la pollera de Cristina”

- DIEGO CANIGLIA

El analista y politólogo sostiene que el ciclo 2019-2023 “fue la última oportunida­d” de la organizaci­ón que “nunca pudo dejar de ser un término

Los títulos de los medios nacionales después de las elecciones de octubre fueron coincident­es: “La Cámpora consolida su poder territoria­l en Buenos Aires”. Controland­o 12 municipios del distrito más grande del país, en la organizaci­ón liderada por Máximo Kirchner se ilusionaba­n con un triunfo de Sergio Massa para tener un protagonis­mo central en un gobierno “al que le faltaban tintes peronistas”. Sin embargo, nada salió como estaba previsto y Javier Milei ganó en el balotaje.

¿Fin de ciclo? Algunos referentes del peronismo habían planteado el “fracaso” de La Cámpora, pero en la semana que pasó, Aníbal Fernández fue mucho más allá: habló de sacar a la organizaci­ón del peronismo. “No representa­n a los jóvenes, quienes a la sombra de Néstor y Cristina han formado una organizaci­ón que sólo se satisface a sí misma, lo único que hace es conseguirl­e conchabo a sus amigos, le ha hecho mucho daño al peronismo y al país”, argumentó Fernández.

Federico Zapata analizó para PERFIL CÓRDOBA la realidad del espacio que lidera el hijo de Cristina Fernández y la influencia que pueden lograr en el peronismo que se viene.

–¿Dónde radica el fracaso de La Cámpora? ¿Por qué el peronismo tuvo tres candidatos –en 2015, 2019 y 2023– que no representa­n la identidad kirchneris­ta?

–Creo que es un fracaso del dispositiv­o de conducción unipersona­l que encabeza Cristina Fernández de Kirchner, porque quizás haya sido la experienci­a generacion­al en la que más se ha invertido desde el punto de vista político, organizaci­onal y económico de los últimos 15 años, con un objetivo, al menos declarado, de que funcione como una especie de cantera de nuevos dirigentes, pero desde el punto de vista de cómo se construyó se logró el efecto contrario, ya que en todo caso sirvió para generar volumen burocrátic­o desde la ocupación del Estado pero muy poca capacidad de interlocuc­ión con la sociedad. Es una organizaci­ón de poder, pero que no ha construido poder. Es un fracaso de La Cámpora, pero el verdadero fracaso está ahí arriba, en la conducción, en Cristina.

–¿Qué lugar puede ocupar La Cámpora en la reconfigur­ación

peyorativo dentro del peronismo para convertirs­e en algo nuevo”. La paradoja de ser una organizaci­ón de poder pero que no ha logrado construir

del peronismo?

–Es difícil pensar en el lugar por cómo se fue armando y no logró salir nunca de debajo de las polleras de Cristina. El liderazgo de Cristina es relevante pero en repliegue, en el ocaso de su vida política. Lo que mejor dejó consolidad­o es (Axel) Kicillof, pero que no es La Cámpora y hay un territorio de muchas disputas. Si orgánicame­nte el kirchneris­mo tiene algún futuro es algo más parecido a Kicillof que a La Cámpora, sobre todo porque ha tenido la posibilida­d de dar un salto a la política pero se ha ido rompiendo, perdiendo dirigencia. Soy bastante escéptico en la capacidad de la organizaci­ón en reconverti­rse, más allá de que probableme­nte algunos dirigentes puedan hacerlo pero por fuera poder: “En ningún caso aparece un interlocut­or claro con proyección de ese espacio. Está Kicillof, pero no es La Cámpora”, sostiene.

de la organizaci­ón. Creo que una organizaci­ón como La Cámpora tiene un ciclo de vida cada vez más corto en la Argentina.

–¿Éstas eran las elecciones para tener un candidato propio? ¿Fue la última oportunida­d cuando Cristina bendijo a Massa?

–El ciclo entero 2019-2023 era la última oportunida­d, donde se estaba dando un salto de madurez, que implicada dos cosas: primero, actualizar y modernizar la estrategia política. La concepción de la economía, y a la par de eso, consolidar algunos liderazgos que permitiera­n interpelar a la sociedad. De alguna manera era lograr que La Cámpora dejara de ser un término peyorativo y se transforma­ra en algo nuevo dentro del peronismo.

Eso es lo que desaprovec­haron estos cuatro años y fue algo que quedó muy marcado con las renuncias al gobierno de Alberto Fernández, eso marca un punto de no retorno. Y después, hay una cuestión de un liderazgo muy clánico, familiar, de Máximo Kirchner, que no está elegido sobre las bases, la discusión, y que carecía de la capacidad para llevar adelante esas dos funciones.

–¿Cuánto influye que hayan perdido predicamen­to entre los jóvenes?

–Ellos crecieron en el marco de una época cuando el kirchneris­mo interpelab­a muy bien la realidad, pero cuando se convirtier­on en una guardia pretoriana dejó de interpelar el clima de época del presente para hacerlo con el pasado. Entonces, dejó de ser juventud, empezó a envejecer y a tener la edad biológica de sus protagonis­tas, son todos dirigentes de 40/50 años y eso implica un proceso de envejecimi­ento, paralelo al proceso de envejecimi­ento del kirchneris­mo: son dos hechos paralelos, casi en espejo. Reitero: la gran oportunida­d la desperdici­an en el 2019-2023, fue algo categórico en el proceso de reconversi­ón del kirchneris­mo, no como una minoría intensa, sino como la posibilida­d de volver a construir una mayoría. Me parece que ese fracaso, que lo es también de los sectores moderados, que Alberto Fernández también expresaba, es el fracaso de quienes en vez de protagoniz­ar el presente y el futuro se guardaron en una especie de guardianes dogmáticos del pasado y perdieron la posibilida­d de diálogo con la juventud.

–¿Cuánto tiene que ver CFK en que La Cámpora no tenga un cuadro político presidenci­able?

–Ella siempre condujo el proceso político de una manera autocrátic­a y la forma en que se construye en La Cámpora es desde arriba hacia abajo, más pensando en la obediencia que en criterios autónomos de poder y eso es casi como no poner a nadie. Si la gente a la que se va a elegir tiene los mismos criterios que quien conduce, no hay mucho para analizar, tiene que ver con el carácter de Cristina, que es muy fuerte, pero también muy difícil para coexistir en un clima plural y eso es lo que condena la posibilida­d de sucesión. Termina con una decisión clánica, con el hijo como dirigente máximo en un gran fracaso porque desde el punto de vista de los estudios de opinión pública es uno de los dirigentes que peor imagen tiene en el país sin haber ocupado cargos relevantes. El gran error es no haberse dado el lugar para construir una organizaci­ón plural, incluso a riesgo de su propio liderazgo, pero me parece que la política cuando se pone muy mezquina en el proceso de construcci­ón lo termina pagando muy caro.

–¿Alcanza con el despliegue territoria­l que van a tener en Buenos Aires para ser “referentes” dentro del peronismo?

–Hoy lo que tiene es paradójico: ocuparon las mejores posiciones del Estado durante cuatro años y sólo se quedaron con algunas intendenci­as, lo que habla de las tremendas dificultad­es políticas. Lo que ellos han logrado es crecer en intendenci­as en el Conurbano y les permite tener un dispostivo de tensión con Kicillof y el diálogo hoy sería más difícil si no hubiera ganado las intendenci­as que ganó en octubre. Hoy la organizaci­ón se permite una proyección provincial en la política pero con dificultad en las provincias. Las figuras que van emergiendo, en lo que debería ser tu territorio, y más después del triunfo de Milei, son Grabois, dirigentes de Córdoba, o Moreno, pero en ningún caso aparece un interlocut­or claro con proyección de ese espacio.

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SIN SUCESIÓN. “No hay ninguna figura política que emerja desde La Cámpora, en gran parte por el modo de conducción de Cristina”, sostiene Zapata.
 ?? ?? MÁXIMA DESILUCIÓN. “La Cámpora tiene que salir del peronismo. El partido se tiene que reorganiza­r sin ellos”, sostuvo Aníbal Fernández.
MÁXIMA DESILUCIÓN. “La Cámpora tiene que salir del peronismo. El partido se tiene que reorganiza­r sin ellos”, sostuvo Aníbal Fernández.
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FEDERICO ZAPATA.

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