Perfil Cordoba

¿Es todo lo que tienen?

- ROBERTO GARCíA

Aunque desea ser un rabino, Milei es un cura. Al menos, responde a la definición elemental y bien pensante que describe a un sacerdote: carece de vínculos matrimonia­les, no tiene hijos, parece consagrado a una sola actividad. Para colmo, con escasos amigos, el único espejo examinador del Presidente lo constituye su hermana Karina, también sin hijos, con relaciones no perennes, dedicada a la exclusiva fraternida­d. Esa realidad, frente a otros comunes de su nueva profesión política, lo separa el tiempo más que el pensamient­o: dispone de una progresiva cantidad de horas que, convertida­s en metros, a lo largo de cuatro años pueden ser kilómetros de ventaja. A menos que haya una conmoción. Es igual a la diferencia entre un jugador profesiona­l con un amateur: uno entrena dos veces por semana, el otro los siete días y dos veces por jornada. Será necesario mucho talento para que un aficionado pueda superar a quien se gana la vida con el deporte. O atravesar la vida como un cura sin darle la mamadera al bebé o quejándose por las fiestas electrónic­as a las que concurren sus hijos, sin mencionar el repiqueteo constante del pájaro carpintero en su casa.

Además, si el kirchneris­mo designó al senador José Mayans como portavoz opositor, esa distinción de vida. Simplón y superficia­l, el hombre de confianza intelectua­l de Cristina Fernández de Kirchner jura que detrás de Milei, en forma particular de Federico Sturzenegg­er, se esconde el titiritero Mauricio Macri. Es la crítica más robusta, se cree. Si se ocupara de informarse, Mayans sabría que Macri

hace tiempo que se irrita con Sturzenegg­er: no solo lo despidió de su gobierno, sino que se brotó al enterarse de que la esposa del economista se encarnizab­a con las desventura­s del ingeniero boquense, los fracasos de su Palacio de Hacienda. De esa porfía no se vuelve ni prescribe, más bien proscribe a los protagonis­tas.

Casi frívolo semeja el comentario de Mayans y la ahora mudita Cristina: Macri no puede ganar en Boca y Milei ganó hasta donde no lo conocían. Un desatino la versión. Obvio que, por transforma­rse en cura –casi villero, le falta ir a Mar del Plata en el viejo Chevallier–, al aislado mandatario le escasearon los recursos humanos y apeló a una cantera del PRO sugerida por Macri. Olvidó el senador que esos elegidos ipso facto dejaron de reconocer su origen, se anotaron en el neomargina­lismo austríaco y prescindie­ron de la vacuna para adherir a la fobia al Estado (Michel Foucault dixit). Con Macri nunca se atrevió a ese salto cualitativ­o, hasta le hizo un monumento a Perón, suele decir más que hacer el expresiden­te. Así le fue. Por lo menos, frente a un Milei

que desborda cada 24 horas con más medidas y proyectos, austeras, traumática­s, revolucion­arias según su criterio.

Como a Mayans lo asusta más lo que pasó que lo que está por venir, se unió a la corriente –compartida con exponentes radicales como Rodrigo De Loredo– que objetan en Milei una propensión napoleónic­a, olvidando que

Cristina derramó un lagrimón cuando asistió a su tumba en Les Invalides. Una comparació­n necia con el mayor héroe francés, al que solo ven como un emperador guerrero y no como el responsabl­e de las mayores reformas liberales en Europa, de la creación del Código Civil a la igualdad para los judíos, abolió el gremio de comerciant­es, suprimió la Inquisició­n y transformó las leyes de propiedad. No debe preocupars­e el senador y el

coro que repite la misma cantinela de la “dictadura”: tampoco Milei debe estar demasiado enterado de la magnitud napoleónic­a en la que podría escudarse.

La moda totalitari­a atribuida al Ejecutivo, a imponerse por la gracia popular y no por las bayonetas, ignora dos puntos: 1) le ha trasladado a la Justicia la mayor parte de los emprendimi­entos para ser revisados, incluso aquellos que podrían modificar los privilegio­s comunes a ese poder. No es de un tirano esa propuesta. También, casi apresurada­mente, traslada la Justicia nacional a la Capital, una caldera de conflictos y lo que, en términos de buscapleit­os significa pasarles nuevas influencia­s a dos capitostes facilitado­res de los tribunales porteños: el macrista Daniel Angelici y el filoperoni­sta Juan Manuel Olmos. 2) decretos y leyes de su coleto no son a libro cerrado, ya han empezado a corregirse, sea por errores de la UTE que lo rodea en el gabinete o por diversas presiones de los grupos involucrad­os. El mundo empresaria­l se despertó con rapidez, sea el sector petrolero, el de los laboratori­os, la industria. Y, como correspond­e, los artífices de ese ejercicio correctivo lo personaliz­an los legislador­es, la casta, una muchachada radical, macrista, peronista, con loables intencione­s unos y otros con intereses crematísti­cos.

Nadie sabe si Milei aludió a esos “coimeros” cuando hace pocas horas castigó a ciertos políticos, perezosos en su mayoría. La revisión de las medidas pasa hoy por la clásica reglamenta­ción, una máquina de afeitar o guillotina para muchas iniciativa­s de la Casa Rosada. Pregunta: de todo el proceso reformista de Milei, ¿quedará el 80, el 60 o el 50 por ciento? Dicen que estos recortes y modificaci­ones se explican por la mínima experienci­a presidenci­al. Habrá alteracion­es como la fingida que hizo Axel Kicillof, en un “ejercicio democrátic­o” (con los legislador­es de Macri y Milei en el rubro) para subir los impuestos a los contribuye­ntes de la Provincia. Gratis todo, por supuesto. Solo los ciudadanos pagan en el matadero.

Un prestigios­o noqueador, luego de recibir distintos mamporros en el ring, le preguntó a su rival: “¿Es todo lo que tenés?”. Parece un interrogan­te que Milei hoy le formula a la oposición, incluyendo la fantasía de un fondo especial de Máximo Kirchner para mantener el presupuest­o de una obra pública que su amigo Lázaro Báez supo sacarle un provecho infinito. A pagar, claro, también por los contribuye­ntes, y desatendie­ndo una realidad del pasado, medio liberal, que enfrentó el programa económico de José Alfredo Martínez de Hoz: una cantidad exuberante de obras públicas que satisfacía­n el ego militar y cierta necesidad del país (de Yacyretá al Mundial del 78) vulneraban cualquier presupuest­o. Y así fue.

a mayans lo asusta más lo que pasó que lo que está por venir

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CEDOC PERFIL MAYANS. Si el senador lleva la voz cantante contra el Gobierno, el Presidente puede estar tranquilo.
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