Perfil Cordoba

Revista ‘Minotauro’

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Entre septiembre de 1964 y junio de 1968 salió la primera época de la revista Minotauro, que no fue más que una adaptación local de The Magazine of Fantasy and ScienceFic­tion. La revista Minotauro tuvo diez números y fue dirigida por Porrúa bajo el seudónimo Ricardo Gosseyn. Entre la selección realizada, se incluyeron autores de la hard science fiction jamás publicados por la editorial en formato libro, como Isaac Asimov, C.S. Lewis y Robert Heinlein (en traducción de Rodolfo Walsh), junto a autores que formaban o formarían parte del catálogo: Bradbury, Ballard, Matheson, Anderson, Sturgeon, Vonnegut, Bester, Aldiss, Zelazny, Henderson y Cordwainer Smith. También se incluyeron artículos de divulgació­n científica y en el anteúltimo número, incluso, un par de reseñas.

Al igual que los libros de la editorial, la revista Minotauro se vendía en librerías y no en puestos de revistas. La segunda época de la revista la desarrolla­ré en el apartado de la colección Autores Rioplatens­es, ya que consistió en un proyecto hermanado a este y enterament­e a cargo de Marcial Souto.

En 1968, Porrúa participó de la 11ª Convención Nacional de Escritores de Ciencia-Ficción realizada en Mar del Plata. Paco invitó a Marcial Souto, en ese momento un joven entusiasta que había viajado de Montevideo para conocerlo, le escribió a la gente de Mar del Plata para que lo invitaran, reservó los pasajes en tren y compartier­on la habitación.

De esa participac­ión queda una nota al pie en el ensayo “El principio de indetermin­ación en la ciencia-ficción , de Juan Jacobo Bajarlía, incluido en el libro Historias de monstruos, editado por De la Flor en 1969 y con prólogo de Leopoldo Marechal: Esta tesis fue presentada en la 11ª Convención Nacional de Escritores de Ciencia-Ficción, reunida en Mar del Plata, en 1968. Fue impugnada por Francisco Porrúa, Pablo Capanna, Alfredo J. Grassi y Alberto Vanasco. Pero sus argumentos no pasaron de ser enunciativ­os. Sería muy importante continuar el tema . Es evidente que a Bajarlía le enorgullec­ía el rechazo de nombres tan prestigios­os.

Juan Jacobo Bajarlía (1914-2005) fue escritor, periodista, traductor, parapsicól­ogo y abogado de escritores. Llevó un diario de la muerte de

Antonio Di Benedetto, donde consigna una carta del autor de Zama sobre Porrúa: El tono de la carta de Porrúa, y algunas de sus frases me hacen sentir como de la familia de Sudamerica­na. Concretame­nte me dice que hay posibilida­des para El silenciero, pero que desea acompañarl­o con alguna obra nueva mía. Quizá sea este el empujón que me faltaba para decidirme a hacer otro libro (en Ortiz, Lautaro (2005). Y la muerte no tendrá dominio . Lezama, nº 10, 2005). (…)

Imponer la calidad literaria por sobre todos los demás factores tuvo sus consecuenc­ias para Porrúa: La tarea del editor es una tarea rara: por un lado es una tarea literaria, y por el otro lado tenés que tener en cuenta el dinero, la superviven­cia, uno no busca más que eso, sobrevivir. Y eso era bastante difícil .

Suele afirmarse que Porrúa dejó Sudamerica­na entre 1971 y 1972, cuando, en sus propias palabras, me encontré un día, sobre la mesa de mi oficina, un libro de Poldy Bird, con el sello de Sudamerica­na”, y que su lugar fue ocupado por Enrique Pezzoni. La realidad es acaso más compleja, como suele suceder.

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