El desierto come castillos
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Otras obras del autor: Manual del café; Diccionario del café; Cuatro comidas; Café: de Etiopía a Starbucks
Editorial: Seix Barral, $ 10.300
MARIANO OROPEZA Iban de la mano derecha de Callao a Pueyrredón, en Santa Gay, y la gente de bien circulaba aterrada, enfrente. En la esquina de El Ombú unos viejos maricas elegían la carne fresca con la complicidad de los mozos. En este ambiente rodeado de ruinas de la sociedad a los pies del shopping, del Obelisco a Belgrano, un joven periodista “onda nada que ver” conocerá a su Virgilio para navegar en la espuma y los túneles que bifurcaban en Bunker, o un piecita del Conurbano repleta de VHS de clásicos de Disney y el cine argentino de teléfono blanco. Busco similar, de Nicolás Artusi, en su primera ficción contamina memorias personales con el registro periodístico y documental de una década que hizo la culminación de la fachada un modo de vida.
La década de los 90 fue ambigua en cuanto a los libertades individuales. Hubo liberación económica y posibilidades insospechadas para ciertos segmentos, que Artusi subraya en varios pasajes División Miami, y fueron los años de la primera marcha del orgullo o legislaciones en Buenos Aires y Rosario que prohibían la discriminación por la orientación sexual; pero las apertura horizontal de deseos, acaecida en la primavera democrática, se había privatizado en baños de McDonald’s y departamentos minúsculos, al ritmo de Vogue. La colonización mercantilista había llegado a los cuerpos, además azuzada con el fantasma represor del HIV, “encandilados por los brillos norteamericanos, no pudimos resistirnos a la más fabulosa propuesta comercial de la época ¿querés agrandar tu combo por cincuenta centavos?...el gusto incontinente por el sexo al paso hizo del polvo algo tan fugaz como la comida rápida” Como anticipaba Jorge Gumier Maier en 1987, “los chicos se harán a la idea que pueden llegar a ser más libres en privado. Sí, SOLOS”.
De puro teatro es la trama que sostiene estas páginas bien caminadas por Artusi. Caminadas por los anuncios, que reproduce el narrador al igual que referencias a personajes del ambiente homosexual de fin de siglo, más o menos veladas, y andadas en las fábulas de Javier, un muchacho que esconde mucha capa, “un actor sin obra de tiempo completo”. Y que encuentra un final anunciado, y bocetado desde el
Las sombras de José Bianco, el asfalto de Renato Pellegrini –de quien conlleva la nouvelle de Artusi una noventosa reinvención– y las arañas de Manuel Puig, son los marcos y arquetipos precursores del agitado periodista.
primer encuentro “entre el polvo de los ladrillos y el ruido de los taladros. Brrrrrr.Brrrrrr”, porque “la escritura probablemente destruye más del pasado de lo que sin duda conserva”, en la mención a una maestra del autor.
Las sombras de José Bianco, el asfalto de Renato Pellegrini –de quien conlleva la nouvelle de Artusi una noventosa reinvención– y las arañas de Manuel Puig, son los marcos y arquetipos precursores del agitado joven periodista, gajo del “periodista que no fui”, reconoce el autor, y su enigmático amigo, en fuga, en la farsa y traición menemista. Justamente la cita de Góngora en uno de las ficciones de Bianco, acápite de 1941, invariante ejerce atracción en el cuento de iniciación y desencantamiento de Busco similar: “El sueño, autor de representaciones, en su teatro sobre el viento armado, sombras suele vestir de bulto bello” La clase ha terminado.