La mirada lúcida
Un enorme parasol de tela verde
Breve historia de la literatura argentina; Verde y blanco; La fragancia de una planta de maíz; Natural; Lo que no debió pasar y pasó; Saer en la literatura argentina
PABLO DEBUSSY En el prólogo de Un enorme parasol de tela verde, Sergio Raimondi destaca al libro de Martín Prieto como “el testimonio de una experiencia crítica condensada”, identifica en la historia literaria que trazan estos ensayos al autor como elemento central, y habilita la posibilidad de leer sus páginas “como la autobiografía de un lector”.
En efecto, la experiencia crítica condensada se verifica en el primero de los ensayos, el que además le da nombre al libro. Allí, Prieto rememora un viaje en tren que hizo en 2005 de París a Bretaña para dar una charla en la universidad de Bretagne Sud. En el trayecto irrumpe el recuerdo de Saer, quien hacía ese mismo recorrido para dar sus clases de literatura en Rennes; ese recuerdo dispara a su vez el del poema saereano “Rubén en Santiago”, que tiene como figura a Rubén Darío, quien también había tomado un tren en la misma dirección, y da pie a un ensayo notable del propio Prieto sobre la amistad entre Rubén Darío y Ricardo Rojas. Un viaje literario, en el sentido más pleno: se desplaza en el espacio para ir a hablar de literatura (la literatura como destino) y se desplaza en el tiempo, hacia atrás (de hecho, Prieto va sentado en la dirección contraria a la del avance del tren), para ir al encuentro con los escritores admirados (la literatura como tradición y como herencia).
Un enorme parasol de tela verde reúne un conjunto de ensayos, prólogos, ponencias de congresos y reseñas escritos mayormente desde el 2000 hasta nuestros días (a excepción de un texto de 1996). En esa miscelánea textual sobresale la figura del autor: en “En el aura del sauce en el centro de una historia de la poesía argentina” se destaca la figura de Juan L. Ortiz; Prieto se detiene también en la poeta Irma Peirano y en Hugo Diz (hay aquí un trabajo de articulación entre sus biografías y sus obras que esquiva la comodidad del determinismo); indaga a su vez en la poesía de Raúl González Tuñón y de Mirta Rosenberg, al tiempo que reivindica la lucidez crítica de María Teresa Gramuglio, la composición de las frases en El pasado, de Alan Pauls, los procedimientos puestos en juego por Fernanda Laguna, o la multiplicidad de registros en la obra de Martín Rodríguez.
Los ensayos de este libro revelan, como dice Raimondi, “la autobiografía de un lector”: en tiempos de una incesante y alentada autofiguración de los escritores, Prieto expone ante todo (y primero que nada) sus lecturas, en la acepción que le asigna Roland Barthes: la lectura crítica, la lectura del que capta significados y procedimientos dispersos en el texto, que asocia, que establece relaciones y que es capaz de armar sentidos.
En el gesto de Prieto de sentarse en el asiento del tren a contramano de la dirección del viaje se puede cifrar la mirada del crítico que repara en lo que nadie vio hasta entonces, o en un modo oblicuo de observar. Esa mirada le permite captar una imagen casi insólita: Ricardo Rojas “caminando junto al mar, cubriéndose con un enorme parasol de tela verde que le presta Darío”.
La experiencia crítica condensada se verifica en el primero de los ensayos, el que además le da nombre al libro.
Allí, Prieto rememora un viaje en tren que hizo en 2005 de París a Bretaña para dar una charla en la universidad de Bretagne Sud.