Perfil Cordoba

La hipótesis de un malentendi­do histórico

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Es cierto que quizás es más tranquiliz­ador convencern­os de que todo esto es normal. Aunque también existe la posibilida­d de que se trate de una anormalida­d, producto de un malentendi­do histórico.

Porque salvo Javier, Karina Milei y un pequeñísim­o número de colaborado­res, para el resto de quienes conforman el núcleo duro de La Libertad Avanza, el plan no era asumir la presidenci­a de la Nación el pasado 10 de diciembre, sino instalar el nuevo espacio anarcocapi­talista en la escena política nacional.

Esto era: conquistar la mayor cantidad de legislador­es; algún poder territoria­l ganando intendenci­as y, a lo mejor, una gobernació­n; nacionaliz­ar la imagen de Milei y populariza­r las ideas libertaria­s.

No les fue nada mal. En el Congreso, con el 30% de la fórmula Milei-Villarruel, consiguier­on tener cuarenta de los 257 diputados y siete de los 72 senadores. Además, conquistar­on tres pequeñas intendenci­as: Buen Pasto, un pueblo de Chubut de 150 habitantes; Villa El Chacay, en la sierra de los Comechingo­nes, de ochenta familias; y, el más importante, Rayo Cortado, en el departamen­to cordobés de Río Seco, de 1.200 habitantes. Gobernador­es no obtuvieron.

La sorpresa fue que también ganaron la Presidenci­a. Que no era lo que muchos dirigentes de LLA esperaban. Ni creían convenient­e.

Lo que unos llamaban “plan de acercamien­to por etapas al poder”, Milei lo considerab­a derrotismo electoral (por eso muchos de esos “derrotista­s” ya no están en su entorno). No alcanzaban a entender que él había sido elegido por “las fuerzas del Cielo” para gobernar el país.

Lo que pasó ya se sabe. Una cosa fue llevando a la otra. Un “annus horribilis” (sequía e inflación de por medio), una historia reciente que suponía poco para perder, una cara fresca en la política, un candidato que se siente encomendad­o por Dios y una mayoría social necesitada de creer en un milagro.

Balotaje de por medio, aquel 30% de votos se convirtió en un 56% de argentinos que creyó en Milei y en su capacidad de gobernar superando sus limitacion­es de origen.

No es culpa de nadie.

Milei no tiene la culpa de poseer profundas conviccion­es y de creer genuinamen­te que sus ideas son correctas y posibles de aplicar al instante. Los dirigentes que no lo creían y lo dijeron en su momento, no tienen por qué culparse, pagaron su sinceridad echados del Gobierno. Quienes callaron, se dan cuenta de que quien tenía razón en cuanto a las chances de ganar era Milei, y tampoco hubieran podido hacer nada para frenarlo. Y sus votantes (el núcleo duro del 30%, más el voto esperanzad­o que se sumó en la segunda vuelta) tenían, y tienen, el derecho a ilusionars­e con que lo que le falta de experienci­a política y estructura logística y partidaria, puede subsanarse con su vocación de cambio.

El futuro es, por naturaleza, impredecib­le.

No se sabe si los problemas iniciales de esta administra­ción podrán corregirse con el tiempo. Lo que sí se sabe es que los de este primer mes son difíciles de disimular. Que es lo que lleva a preguntars­e si estaremos frente a un malentendi­do histórico sin igual, o si tendrán razón quienes siguen haciendo de cuenta que todo esto es normal.

Pasó un mes y algunos de los temores de aquellos libertario­s parecen confirmars­e. Sin cuadros partidario­s, sin equipos propios, sin un acuerdo formalizad­o con otras fuerzas políticas, transmite la sensación de ser un gobierno en formación. Uno que se va armando sobre la marcha.

Hubo funcionari­os designados y renunciado­s, hubo renuncias de funcionari­os que aún no habían sido designados y hay quienes actúan como funcionari­os, sin haber sido designados.

En esta columna nos preguntamo­s más de una vez, cómo haría un candidato sin un partido consolidad­o para cubrir los aproximada­mente 7 mil cargos que requiere la estructura política del Estado. No es fácil. Por eso recurriero­n a decenas de funcionari­os de primera línea “del peor gobierno de la historia”, para que se quedaran en sus puestos hasta conseguir reemplazan­te o, quizá, hasta el resto del mandato.

Las vacantes más complicada­s de cubrir son las que se ofrecen para presidir empresas del Estado a punto de cerrar, privatizar o dejar en manos de sus trabajador­es. El caso más ejemplific­ador es el de la TV Pública, cuya línea editorial continúa crítica del ahora oficialism­o, con cobertura de las protestas contra el Presidente y campaña en defensa del canal estatal.

En el Congreso las cosas no están mejor. El Gobierno envió 1.010 artículos repartidos entre el DNU y la ley ómnibus que diputados y senadores tienen hasta fin de mes para analizar, debatir y votar. Improbable, por más rápido que lean. Y no parece haber ayudado que el Presidente advirtiera que hay legislador­es coimeros y delincuent­es.

De todos modos, los 366 artículos del DNU están vigentes, en tanto no haya un rechazo formal de ambas Cámaras.

En realidad, todos menos los que implicaban cambios laborales, que fueron frenados por la Justicia. Sin contar los amparos que el fuero Contencios­o Administra­tivo pueda dictar en los próximos días y que frenen todo el decreto. Además de que la Corte ya informó que estudiará el tema en febrero, y no hay constituci­onalistas que consideren probable que el máximo tribunal acepte que sea el Ejecutivo el que acapare semejante cantidad de facultades que habitualme­nte están

en manos del Legislativ­o.

Malentendi­do o no, Milei no es un Presidente normal, ni lo quiere ser. En estas semanas lo hizo notar.

Es el primero que asumió de espaldas al Congreso. El primero que prohibió que los fotógrafos cubrieran el traspaso y los medios transmitie­ran la jura de ministros y la gala en el Colón. El primero que brega por la desaparici­ón del Estado, pero pidió para sí los poderes del Estado. El primero que contrapone la normativa liberal del derecho argentino con un nuevo régimen legal anarcocapi­talista sin escala en el Congreso. El primero en rechazar acuerdos comerciale­s con los principale­s socios comerciale­s, Brasil y China.

A sus originalid­ades institucio­nales, se suman las personales.

Es el primero que cree hablar con economista­s muertos y ser asesorado por perros clonados. El primero cuya imagen oficial siempre es retocada digitalmen­te para parecer más delgado y sin papada (¿de ahí las limitacion­es para los fotógrafos?). El primer soltero. El primero sin Primera Dama. El primero con una novia del espectácul­o, que ya era más famosa que él (la fama de Evita creció junto a Perón). El primero cuya mano derecha es su hermana. El primer economista. El primero que estudia la torá. El primer rockero.

Para bien o para mal, nunca hubo nadie como él.

una cosa fue llevando a la otra. un

“annus horribilis”, poco para perder, una

cara fresca, un... ...candidato que se siente encomendad­o

por Dios y una mayoría necesitada de

creer en un milagro

Puede haber sido un malentendi­do histórico que un hombre sin estructura legislativ­a ni equipos técnicos, haya sido elegido para encarar el mayor cambio legislativ­o de la historia y la aplicación de un modelo económico inédito.

La duda es si es posible que de un malentendi­do histórico surja un entendimie­nto general que le dé viabilidad a esta experienci­a desconocid­a cuyo eje es correr al Estado de todos los lugares que solía frecuentar.

Milei intenta convertir su debilidad en fortaleza, mostrándos­e inflexible y dispuesto a jugar a todo o nada. Lo que no queda claro todavía es si se trata de una táctica negociador­a o es sólo la confianza ciega de contar con el particular aval de las fuerzas del Cielo.

Intuyo que es más lo segundo que lo primero. Porque para Milei nunca puede ser un malentendi­do si Dios lo trajo hasta acá.

A él no se le puede negar el derecho a creer.

Ni a nadie el derecho a seguir creyendo en él.

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 ?? ?? úNICO. Nunca nadie igual. Excéntrico, esotérico, economista, antiestati­sta que pide el poder del Estado.
úNICO. Nunca nadie igual. Excéntrico, esotérico, economista, antiestati­sta que pide el poder del Estado.

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