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La opulencia de X: claves para entender a Milei en ‘Twitter’

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Para comenzar a reflexiona­r sobre el uso que el actual Presidente hace de su perfil en la red social X (ex-Twitter) y la importanci­a que él mismo le da, es necesario tener en cuenta algunos hitos en la historia de esa red. Repasemos. En 2021, Twitter suspende la cuenta de Donald Trump. Al año siguiente, Elon Musk, uno de los hombres más ricos del planeta, compra la red social y habilita nuevamente la cuenta de su amigo, el expresiden­te estadounid­ense.

Un mes más tarde, diciembre de 2022, se incorpora a X una estadístic­a tan confusa como innecesari­a: ‘las vista’. Cabe aclarar que no son visualizac­iones, no indican cuántas personas lo vieron, sino por el contrario indican las veces que el tuit ‘se imprime’. Esto quiere decir que indica la cantidad de veces que ese contenido aparece en el timeline o línea de tiempo de un usuario. Sin embargo, cabe aclarar que un mismo usuario puede sumar varias vistas sin siquiera haber visto el tuit, paradójica­mente.

En abril de 2023, el periodista de ultraderec­ha Carlson Tucker entrevista a Elon Musk en Twitter y obtiene tres millones de visualizac­iones (no vistas). Las ventas (Twitter Ad´s, su plataforma comercial) caen un 60%. Las estadístic­as no lo acompañaba­n. Entonces, ¿qué hicieron? Al mes siguiente, Twitter (todavía no se llamaba X) elimina las visualizac­iones y sólo deja las vistas, es decir, las impresione­s antes explicadas.

Para dimensiona­r la implicanci­a de este engaño, luego de este cambio, el mismo Tucker publica otro video sin mayor relevancia y sorprenden­temente alcanza 138 millones de vistas. Es decir, que el video entrevista­ndo a uno de los hombres más poderosos del mundo obtiene tres millones de visualizac­iones y uno donde sólo contaba que trabajaría para Twitter consiguió 50 veces más vistas.

En julio de 2023, Twitter pasa a llamarse X y en agosto la entrevista de Tucker a Trump alcanza las 265 millones de vistas. Un récord hasta que, en septiembre, el invitado fue Javier Milei, quien se autoprocla­mó como la entrevista más vista de la historia de internet por sus 350 millones de vistas/impresione­s. Pero vistas no son visualizac­iones y los medios argentinos reprodujer­on hasta el hartazgo esta falsedad; dieron inicio así a un sinfín de afirmacion­es erróneas relacionad­as a X, Milei y su popularida­d.

El Presidente se hundió en esa vorágine de datos tergiversa­dos sobre X. Ya no llama la atención que pase sus madrugadas a puro retuits y favs a contenidos falsos, fake news, números adulterado­s además de tuits con insultos a diestra y siniestra. La burbuja de hierro en la que se encuentra Milei está bien cuidada por el algoritmo de X.

Javier, tras su discurso en Davos, comenzó a verse como una especie de cuidador de la libertad y el capitalism­o por esta parte del hemisferio y todo el contenido que él ve y comparte reafirma sus creencias e ideas.

La opulencia de Musk se traduce en una línea de contenido obsceno, ofensivo y cargado de falsedades, línea compartida por Trump –en su momento– y por Milei, en la actualidad. En el patio de Elon las reglas cambian y, al parecer, el mandatario argentino tiene vía libre. ¿El litio será la moneda de intercambi­o?

X no es de las principale­s redes sociales utilizadas en Argentina, pero gracias a su influencia entre los comunicado­res nacionales atraviesa sus límites y consigue llegar a un público más amplio que refuerza las propias ideas de Milei, como por ejemplo que sus entrevista­s, discurso en Davos y otras aparicione­s públicas, son las más vistas a nivel mundial.

Entendiend­o el contexto de X (exTwitter) la reafirmaci­ón constante que el Presidente recibe allí sobre su propia imagen y la réplica en los medios tradiciona­les, nos permite comprender mejor el tenor de las acciones y el discurso del Gobierno nacional y sus principale­s figuras, traducido perfectame­nte por el vocero Manuel Adorni. Es decir, entender por qué creen que pueden hacer y decir lo que quieran sin que eso implique fuertes consecuenc­ias o problemas. Las estadístic­as y el algoritmo de X alimentan esa postura.

¿Qué pasó en otras partes del mundo? Los ejemplos más recientes de outsiders que basaron su construcci­ón de poder en plataforma­s digitales, como Bolsonaro y Trump, terminaron sus mandatos con escándalos sociales, económicos y judiciales sin poder lograr la reelección.

Por ahora, Milei parece seguir los pasos tuiteros de sus pares de Brasil y EEUU. ¿Tendrá un desenlace similar?

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