La relación de Milei con las mujeres
zar esas conquistas que atacar al peronismo en los sectores antiperonistas.
Lo que resulta un gran error histórico porque fue durante la presidencia de Perón en 1953 cuando la policía allanó su casa en Mar del Plata y arrestó a Victoria Ocampo junto con otras de sus amigas, trasladándolas al departamento central donde las interrogaron dos días sin comer para enviarlas luego a una cárcel común por sus actividades en la Unión Argentina de Mujeres (UAM) que luchaba por los derechos civiles de las mujeres desde 1936. De la misma forma que no fue el kirchnerismo sino Raúl Alfonsín y el radicalismo quienes condenaron y llevaron a la cárcel a los comandantes de la dictadura y todos los juicios que vinieron después se desprende de aquella gesta fundacional.
Pero más allá de que “el antifeminismo como bandera política exprime el filón del machismo”, como tituló el diario
para referirse al partido de extrema derecha español Vox, y que Milei tuvo entre sus votantes mayorías de hombres sin dejar de observar que también hay mujeres antifeministas que genuinamente creen que es útil socialmente su subalternidad a los hombres, es plausible conjeturar que haya algo que trascienda al marketing político en el caso de Javier Milei y su relación con las mujeres. Algo del ámbito personal que solo se trasforma en político por el rol institucional que hoy ocupa.
En los últimos diez días realizó tres agresivos tuits desmintiendo personalmente las informaciones de tres periodistas en todos los casos sobre cuestiones que no eran de la gravedad de un delito de acción pública que mereciera ser aclarado o desmentido y, fundamentalmente, en los tres casos se trataban de periodistas mujeres a la que se dirige con especial desdén.
Antes de su viaje a Davos llamó de “mentirosa” a la periodista Silvia Mercado por un tema relacionado con sus perros en la Quinta de Olivos. Desde Davos acusó a la periodista Luisa Corradini de “mentir, calumniar y difamar” porque “le dijeron que dijo” que la sala donde dio su célebre discurso prediluviano no estaba llena . Y al llegar de Davos, en Ezeiza, otro tuit acusando a la periodista María O’Donnell de “mentir para ensuciar” por el tipo de transporte que había usado al bajar del avión, todos hechos menores. En el caso de O’Donnell ofendió a la mayoría del periodismo al agregar: “Periodistas mintiendo... un clásico de la progresía argenta”.
Es evidente que Milei sigue el manual de Trump y Bolsonaro de elegir a los periodistas y los medios como contrincantes casualmente para mantener su visibilidad polemizando con quienes tienen la visibilidad como una rutina profesional. Lo mismo que con el Congreso: los diputados que no aprueban su ley ómnibus serán “coimeros”, los periodistas y medios que lo critican son “ensobrados” (recibían dinero en forma de publicidad del gobierno
y en griego odio y mujer. Misoginia ideológica fue parte de la norma
hasta el siglo XIX
anterior) y uno de los motivos por los que propone llevar a cero la inversión en publicitar los actos de gobierno es para tener siempre la excusa: “Me critican porque les corté la publicidad oficial”.
Los medios son organizaciones con recursos que pueden defenderse pero atacar a los periodistas individualmente es absolutamente inaceptable, sin necesidad que se le agregue la cuestión de género haciendo que su eventual misoginia sea una cuestión moral que cada votante podrá juzgar y ponderar a la hora de aprobar su gestión.