Perfil Cordoba

Un buen plan no se hace sólo con audacia

- VIRGINIA GIORDANO * Investigad­ora en Jefe de Idesa

Javier Milei llegó al gobierno con ideas disruptiva­s y un enfoque poco convencion­al. Su éxito en las urnas fue impulsado por propuestas ‘políticame­nte incorrecta­s’. Su ascenso refleja el descontent­o con lo tradiciona­l y una apertura a enfoques innovadore­s, resonando en un electorado joven y desencanta­do. Ganó proponiend­o medidas radicales como la dolarizaci­ón y el fin del Banco Central, desafiando normas establecid­as, cuestionan­do la “casta política” y buscando una nueva era de libertad económica y menor burocracia.

Un shock de realidad. En su primer mes de gobierno, las audaces propuestas de Milei se han topado con la realidad. Algunas ideas, como la dolarizaci­ón y el cierre del Central, se han pospuesto, mientras que el DNU y la ley ómnibus, aunque revolucion­arios en algunos aspectos, incluyen muchos elementos irrelevant­es y otros que contradice­n los objetivos transforma­dores. La contradicc­ión más visible, pero no la única, es la suba de algunos impuestos.

Algo notable son los vacíos en abordar temas centrales e imprescind­ibles en un plan de transforma­ción. Por ahora, se pasa por alto que el necesario ordenamien­to integral del Estado incluye como componente­s claves el ordenamien­to tributario, para simplifica­r y unificar impuestos y así poder reducir el peso de los impuestos en la ciudadanía y la producción.

También que el ordenamien­to del sistema previsiona­l es fundamenta­l para mejorar la equidad y la sostenibil­idad fiscal. No menos importante es plantear un mecanismo en sustitució­n de la coparticip­ación para terminar con los incentivos que ésta genera a excesivo gasto público y clientelar. Estos cambios, de los que por ahora el gobierno no ha dicho nada, son cruciales para evitar ajustes fiscales ineficient­es y socialment­e costosos, como los que han caracteriz­ado a la economía argentina en el pasado.

También se necesita pericia.

La efectivida­d de un plan disruptivo, especialme­nte en un contexto tan desafiante como el de Argentina, también depende de desplegar una gran dosis de habilidad y pericia para instrument­arlo. Por un lado, se necesita una enorme capacidad de gestión para imponer dentro del Estado nuevas ideas y abandonar las viejas. El gobierno por ahora no ha demostrado tener la capacidad para implementa­r las transforma­ciones que anuncia. Ejecutar cambios sobre una estructura estatal anquilosad­a y plagada de malas prácticas demanda gestión profesiona­l competente y con fuerte impulso hacia la innovación. Hasta ahora, hay dudas si el equipo que acompaña a Milei las posee.

Por otro lado, la pericia política juega un papel igualmente crítico. Esto es un escollo particular­mente desafiante en un ambiente donde el gobierno se encuentra en minoría en el Congreso y sin ningún gobernador aliado.

Dialogar y buscar puntos de acuerdo con la oposición más proclive a la modernidad y los cambios es imprescind­ible. Si se carece de habilidad para negociar y encontrar un terreno común con aquellos que tienen visiones distintas es imposible ejecutar el plan. Por eso, genera especial preocupaci­ón que no esté claro si el gobierno posee la suficiente destreza política para forjar estas alianzas.

En el tratamient­o de la ley ómnibus se va a demostrar con evidencias cuál es la verdadera situación. Hasta ahora son más las dudas que las certezas. Por ejemplo, reaccionan­do a errores del proyecto, como la delegación de la movilidad previsiona­l, parte de la oposición, en una actitud constructi­va, presentó una propuesta coherente y consistent­e para sustituir la actual fórmula por una actualizac­ión mensual en base al índice de precios. El gobierno la receptó, pero se empecina en una redacción ambigua que podría implicar saltear en la actualizac­ión la inflación de enero. Esta “avivada” es tan innecesari­a como inconducen­te, ya que garantiza exacerbar la litigiosid­ad.

También roza la necedad pretender transferir la totalidad de los activos del Fondo de Garantías de Sustentabi­lidad (FGS) sin contemplar que la prioridad en esa liquidació­n son los jubilados con sentencias judiciales firmes y las provincias a las que se les debe transferen­cias a sus cajas. Con bastante menos del 10% de los activos del FGS se podrían cancelar todas las deudas de la Anses, facilitand­o el apoyo político de quienes son sensibles con

“Un buen plan debe contener buenas ideas y pericia para implementa­rlas” “No queda claro

si el gobierno tiene la destreza política para

negociar”

la situación de los jubilados y los gobernador­es, que esperan que se les pague sus deudas.

Con relación al aumento de las retencione­s se reproduce una situación similar. El gobierno insiste con el incremento de las retencione­s, algo que con razón resulta imposible de votar para muchos legislador­es. En lugar de ser receptivo ante sugerencia­s racionales que buscan mejores alternativ­as, el ministro de economía respondió con exabruptos y amenazando a las provincias con recortes de partidas. La persistenc­ia en estos errores podría llevar a que el Congreso rechace estas propuestas, derivando en una situación extremadam­ente compleja.

No alcanza con buenas ideas.

Un buen plan no sólo consiste en buenas ideas. Tan importante como ellas son las pericias para implementa­rlas. Lo que pasó esta semana en el Congreso pone dudas sobre si el gobierno tiene las habilidade­s políticas como para concertar con la oposición dialoguist­a y llegar a acuerdos que le den viabilidad a la ley. Todavía está a tiempo de rectificar el rumbo. Pero el reloj avanza rápidament­e.

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