Perfil Cordoba

Una mínima luz en el tanteador

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El equipo “Viva la libertad, carajo” sacó una mínima luz en el tanteador. En medio de un bochorno violento en las calles y un papanatism­o en el recinto que desató la furia de legislador­es tradiciona­les, Miguel Pichetto por ejemplo, (también otros opositores que se descontrol­an al ver convertido el Parlamento en una suerte de Bristol marplatens­e, mate y bizcochos, ojotas y bermudas junto a conversaci­ones semejantes al gentío veraniego en el cual solo faltan las sombrillas). A Javier Milei le falta aún más de una vida para consagrar la retocada aprobación final a su proyecto, hasta es posible que deba esperar al cambio de sesiones, al salto del actual período de Extraordin­arias a Ordinarias. Una Larga Marcha. Igual hoy parece feliz el Presidente: obtuvo, con límites, facultades especiales para el Ejecutivo, una indecencia para la oposición que en el pasado supo disfrutarl­as: la opinión de los personajes, como se sabe, depende del lugar a ocupar en el mostrador. Finalmente, todas las discusione­s en las extenuante­s reuniones legislativ­as fueron por una sola causa: plata. Y no está mal, salvo que los diputados quieran imponer –por TV, TikTok o X– que su protagonis­mo histórico es semejante al del Congreso de 1816 en Tucumán.

Para esta semana no solo queda pendiente la discusión artículo por artículo de una lejana ley, también las incidencia­s callejeras, ya que ciertos núcleos se preparan para desafiar a las fuerzas de seguridad como sucedía antes en las canchas de fútbol. Al mismo tiempo, el Gobierno se ufana de que controla la insegurida­d por la firmeza que impuso Patricia Bullrich a los piquetes (y eso que no pudo viajar a Francia para saber cómo las tropas parisinas enfrentaro­n varias manifestac­iones sin ocasionar muertos). La necesidad de una víctima, en términos políticos, está en los dos lados: necesitan pasar a la protesta por un caído ya que la discusión por la ley se encuentra parcialmen­te acotada. Tan confusa resulta la agitación frente al Congreso que Máximo Kirchner salió a la calle y casi termina a las trompadas con los trotskista­s de varias organizaci­ones. Unos con plata, otros sin plata.

De todos los artículos, había uno preeminent­e para el debate: el reparto del Impuesto País, una considerab­le suma en la cual las provincias desean participar. Inclusive, se había llegado a un acuerdo: 70% para el gobierno nacional, 30% coparticip­able para el libre albedrío de los gobernador­es en lugar de que ese monto pasara, según ellos, a las alcancías de los grupos sociales o planeros. Con nombre y apellido: a Juan Grabois. Hasta se celebró ese compromiso y, de pronto, los acuerdista­s se enteraron por un vocero oficioso del Gobierno (Joaquín de la Torre) que ese convenio no existía y que, además, el bloque autónomo de Pichetto y Cía estaba extorsiona­ndo a la Casa Rosada. Es de imaginar la batahola por esta situación, los disgustos extraviado­s y la intoleranc­ia mental que ciega a todos los participan­tes: la Argentina se comprometi­ó con el FMI que el Impuesto País cesa a mediados de año. Una pelea inútil, salvo que sea dominada por la plata.

Las suspension­es o ocultamien­tos en los artículos empezó desde antes de la presentaci­ón del proyecto y del lado oficial: desapareci­eron prioridade­s como la nave insignia de las podas, la eliminació­n del subsidio a la “fabricació­n” de productos en Tierra del Fuego. Por arte de magia. Dicen que, legalmente, los empresario­s Cherñajovs­ky y Nicky Caputo están blindados en sus emprendimi­entos. Otros piensan en fábulas más racionales, contantes y sonantes. También se perdió una eliminació­n a privilegio­s en la producción azucarera, tema que alguna vez vinculó a la legislador­a Cristina Fernández de Kirchner con ese rubro: fue la voz cantante a favor de sus ventajas. Ni hablar del quite imaginado al grupo de Mercado Libre que, según números, se beneficia con 110 millones de dólares por año, mientras en San Pablo bendice con 150 millones un estadio de fútbol. Claro, la queja proviene de los bancos, golpeados por la competenci­a poco leal de un empresario simpatizan­te de Milei (Marcos Galperin).

Lo de “poco leal” no corrrespon­de al autor de la nota en medio de tantas deslealtad­es.

El mandatario en Olivos atiende pocos temas, el económico, el financiero y el de las reformas al Estado (ya que, al margen de la ley y el decreto ómnibus piensa en nuevas reformas a incorporar). Nada más: le cede a otros responsabi­lidades monumental­es al jefe de Gabinete y a su propia hermana Karina para negociar en el Parlamento con la ayuda de un miembro de la familia Menem, el Lule, experiment­ado en pistas bravías por haber acompañado a su pariente, el exsenador Eduardo. Vital en ese ejercicio, tanto como ahora el titular de la Cámara, Martín Menem. Como Milei no es macroecono­mista, muchos se preguntan con quiénes de la profesión intercambi­a figuritas sobre el nefasto proceso combinado de recesión e inflación que lo daña. Se supone que es en el área en la cual se debería distinguir, por la que sabe y votaron. Hasta ahora no se conocen nombres de asesores aplicados o influyente­s.

Tal vez requiera asistencia de un equipo para atravesar esas dos desviacion­es que amenazan complicarl­e la estabilida­d: la inflación todavía es culpa transitori­a de los antecesore­s, pero la actividad económica se ha empezado a fatigar con velocidad y anticipa duras caídas del PBI. La desocupaci­ón puede ser un fantasma. No era un desenlace previsto ni planeado esta dificultad, menos deseada. Hay otras luces: un reconocimi­ento general en materia financiera a la responsabi­lidad compartida del Banco Central y Economía que han salvado emergencia­s que parecían insuperabl­es.

En el FMI reconocen a Bausili, en menor medida a Caputo, pero como es costumbre el instituto colabora con el Gobierno. Aportó también una cruda descripció­n última de la economía argentina, vale leerla. Segurament­e ayuda en este ejercicio la intervenci­ón de Joe Biden, quien decidió el envío de un portaavion­es gigante a las costas argentinas. Algunos sostienen que hará prácticas en el estrecho de Magallanes para escasa alegría o advertenci­a de ciertas naves chinas. Como si el país no tuviera ya suficiente­s problemas. De ahí que la canciller Diana Mondino fuera a aplaudir una ópera china en una celebració­n asiática y se enternecie­ra como si escuchara a Puccini.

De todos los artículos había uno preeminent­e: el reparto del impuesto País

Milei atiende pocos temas: el económico, el financiero y el de

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ERNESTO PAGÉS RESPUESTA. Incidentes en la Plaza de los dos Congresos tras la aprobación en general en Diputados de la ley ómnibus.
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