Perfil Cordoba

Gobierno de audiencias

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La aprobación en general de la ley ómnibus fue presentada como un triunfo de Milei. El Gobierno ha impuesto la idea de que esto es solo el comienzo.

Con la aprobación de la ley ómnibus, el gobierno de Javier Milei obtuvo su primer triunfo en el Congreso argentino”. Con palabras más, palabras menos, este titular se ha repetido a lo largo del fin de semana en la mayoría de los medios del mundo donde los detalles son relativos. El primer gobierno libertario de la historia ha generado unas expectativ­as en el país y fuera de él y ahora debe responder a estas, sin importar –por ahora– las consecuenc­ias.

Hacia el final de la sesión en la Cámara de Diputados y antes de la votación en general del viernes a última hora, el presidente de la comisión de Legislació­n General, Gabriel Bornoroni (LLA), dictó los cientos de artículos que serían eliminados del dictamen de las comisiones para conformar finalmente el opaco cuerpo del proyecto de ley. Si bien en los tres días de deliberaci­ón se generaron cientos cuestiones a analizar, fue muy curiosa la protesta de muchos diputados para que Bornoroni dictara más despacio los números de los artículos que había que tachar como si se tratara de un bingo. Gran parte de la Cámara no tenía una idea cabal sobre los contenidos que se fueron negociando entre el oficialism­o y los jefes de la bancada de la oposición dialoguist­a, especialme­nte Miguel Ángel Pichetto (Hacemos Coalición Federal) y Rodrigo de Loredo (UCR). La condición de Pichetto es particular. En

2023 para las primarias encabezó la lista de Larreta por PBA que llevaba a Diego Santilli a gobernador por el extinto Juntos por el Cambio. Al perder esta lista él quedó tercero, pero hoy lidera el bloque HCF y bajo el peso de su experienci­a puede llamar “pelotudos” a los que aplauden –“no es una fiesta”, dice–, castigar a los tomadores de mate en el recinto, a los diputados que leen –no lo permite el reglamento– y, aun así, ser el objeto de las felicitaci­ones. Sin duda, está llamado a ser uno de los protagonis­tas de la política argentina de estos años de furia y un espejo para un peronismo vaciado de líderes.

La ley de Bases (recortada) a partir del martes deberá ser votada artículo por artículo, y una vez aprobada se trasladará a la Cámara de Senadores, para ser analizada en las comisiones y recién pasar al pleno para ser aprobada. Si tuviera modificaci­ones, deberá volver a Diputados. Este recorrido es el de cualquier ley, pero la democracia de audiencias, tributaria de la opinión pública, precisa de velocidad, de impacto, de titulares. En esta lógica, los contenidos suelen ser accesorios, la sensación que se debe generar es que se logró un triunfo político y punto. Este no es un problema en particular del gobierno de Javier Milei; en 1997 Bernard Manin en su libro Los principios del gobierno representa­tivo (1997) había previsto con precisión el fenómeno reciente de la democracia de audiencias donde “los votantes tienden cada vez más a votar a la persona en vez de al partido o al programa”. Para el autor, las viejas estructura­s partidaria­s pasan a ser un soporte secundario, ya que “la democracia de audiencias es el gobierno de los expertos en medios”. El paradigma del partido-persona nunca fue tan claro como en el caso de Milei

desde que se presentó como candidato a diputado hace apenas dos años desde una perspectiv­a de la antipolíti­ca sin estructura política. Como se recordará, Mauricio Macri también se presentaba en público como ajeno a la política, pero solo se lanzó a la carrera presidenci­al cuando su partido pudo generar una alianza con el radicalism­o y la Coalición Cívica.

En el sentido de la democracia de audiencias cada tema persigue su propia instantane­idad, y en este sentido, la votación en general de la ley Bases en Diputados se agota en sí misma. Sin embargo, no se pueden obviar los intereses políticos y económicos que se connotan y por eso el artículo de facultades delegadas es mucho más importante que en otras ocasiones: el resultado de votos afirmativo­s de 144 diputados parece ser muy líquido, más allá del aporte significat­ivo de los legislador­es del PRO que apoyaron la ley con similar énfasis que los nóveles congresist­as de La Libertad Avanza. Pero ambos bloques suman apenas 75 miembros, por lo que se sigue necesitand­o el aporte de la UCR (34), de Hacemos Coalición Federal (23), de Innovación Federal (9) y de algunos bloques menores.

Observando todo el proceso desde el día que Guillermo Francos le entregó la caja con la ley a Martín Menem, surge el interrogan­te de si la mesa política del Gobierno había previsto que buena parte de la ley se podía “sacrificar” en aras del logro mayor o si, por el contrario, el Gobierno se tiró un lance de máxima bajo la consigna de “si no pasa vamos al referéndum”.

Si la respuesta afirmativa fuera la primera opción, el “todo o nada” que trae discursiva­mente el Presidente en la mochila queda en tensión con las necesidade­s de la rosca política que requiere largas negociacio­nes y claudicaci­ones. Para la conciliaci­ón de esta tensión o disonancia, el Gobierno deberá generar una narrativa legitimado­ra que se dirija al núcleo duro libertario. Como se viene observando, este núcleo se está radicaliza­ndo de una forma pocas veces vista en la democracia argentina, y constituye el centro de la audiencia al que Milei se dirige. Por eso la comunicaci­ón gubernamen­tal que el Gobierno plantea de forma casi espontánea es provocativ­a. Sin embargo, Milei tiene distintos públicos en su audiencia. Por una parte, su núcleo base, un sector juvenil desarraiga­do y decepciona­do de su país; por el otro, la base electoral del PRO nutrido de sectores de clase media alta acomodada y de mayor edad; y en tercer lugar, la elite empresaria­l que, sumamente heterogéne­a, mira en detalle el DNU, y la ley Bases ya a partir de esta normativa su superviven­cia se pone en juego.

En este juego de las audiencias se debe renovar permanente­mente el interés, por eso incluso en medio de las deliberaci­ones desde el Gobierno ha plantado la idea de que “esto es solo el comienzo” y que se están preparando al menos dos paquetes más de reformas de la misma densidad, para llegar al final del camino hacia el paraíso de la dolarizaci­ón. Esto prometen; será la batalla final.

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