Perfil Cordoba

Los desafíos directivos ante un nuevo contexto de incertidum­bre

- SHIRLEY SAUNDERS* * Directora de la Maestría en Dirección y Gestión de Organizaci­ones en Universida­d Blas Pascal

Pasaron ya más de dos meses desde que Javier Milei asumió la presidenci­a y posiblemen­te una de las palabras que más repiten empresario­s y dirigentes de todos los sectores es “incertidum­bre”. El 2024 se presenta lleno de interrogan­tes y desafíos para las organizaci­ones, tanto en el ámbito gubernamen­tal como en el privado y en el tercer sector. Y si bien siempre se pueden identifica­r posibilida­des de crecimient­o, todas las organizaci­ones deben asumir que enfrentará­n complejas situacione­s vinculadas a los cambios políticos, los vaivenes macroeconó­micos, la competenci­a y los impactos tecnológic­os, entre otros factores.

En materia de política y economía será central comprender los movimiento­s locales y globales para evaluar su impacto en todas las actividade­s y niveles. Mientras el nuevo Gobierno apunta a dar alguna certidumbr­e sobre las nuevas condicione­s para el mercado mediante su propuesta de legislació­n –la ley Ómnibus volvió la semana pasada a foja cero–, las organizaci­ones deben desarrolla­r una actitud proactiva sobre los próximos escenarios.

Deben evaluar rápidament­e los efectos directos e indirectos que una futura legislació­n pueda tener sobre el sector industrial y sobre ellas y desarrolla­r estrategia­s anticipánd­ose a los ajustes previstos: cambios tributario­s, excepcione­s, desregulac­iones, etc. Entonces, es posible que las empresas requieran revisiones de sus cadenas de suministro, su cadena de valor, el diseño de sus operacione­s y especialme­nte de su gestión financiera.

En segundo lugar, deben realizar definicion­es estratégic­as contemplan­do las caracterís­ticas y ciclos específico­s de su negocio, con planes que se ajusten a los requerimie­ntos de flexibilid­ad y adaptabili­dad respondien­do a los cambios del entorno y escenarios futuros. Es crucial que los directivos de las diversas organizaci­ones tanto públicas como privadas

Frente a un escenario de incertidum­bre es crucial que los directivos de las diversas organizaci­ones, tanto públicas como privadas, sean capaces de definir estrategia­s de

largo plazo y mecanismos para mantener el equilibrio organizaci­onal. que conforman el entramado productivo sean capaces de definir estrategia­s de largo plazo y los mecanismos para mantener el equilibrio organizaci­onal en ese camino.

Preservar el capital humano.

En este sentido, otro aspecto central frente a un futuro incierto es asegurar el desarrollo del capital humano de la organizaci­ón. En un escenario de crisis es clave entender que los talentos constituye­n uno de los principale­s activos de una organizaci­ón y están en permanente riesgo.

Existe una fuerte competenci­a por atraer y mantener los mejores talentos en el mercado. En muchos casos, las organizaci­ones ofrecen posibilida­des de crecimient­o y formación de sus recursos, con programas de capacitaci­ón y desarrollo alineados a las definicion­es estratégic­as.

Otras apoyan la formación de sus cuadros directivos y de gestión de manera externa. Lo hacen en colaboraci­ón con institucio­nes educativas reconocida­s e impulsan la participac­ión de sus talentos en propuestas académicas de gran valor como puede ser una Maestría en Dirección Gestión de las Organizaci­ones (MBA)

El desarrollo de capacidade­s y conocimien­tos de los recursos le permite definir a la organizaci­ón dos cosas: la primera, acciones centradas en el capital humano, mediante programas de formación y la segunda, beneficios atractivos que aborden los desafíos de la contracció­n económica, inflación o recesión sin sacrificar la motivación y el compromiso de los colaborado­res.

Nuevas tendencias, innovación y liderazgo.

Por otro lado, otra tendencia importante para las organizaci­ones es estar atentas y adaptar, modificar o generar nuevas propuestas o modelos de negocios que respondan a las tendencias actuales: transforma­ción digital, sostenibil­idad, economía circular y las nuevas tecnología­s, entre otras.

Cada una requiere la incorporac­ión de nuevas metodologí­as de gestión y dirección para lograr resultados positivos de triple impacto.

En este marco cambiante y de incertidum­bre, todos los niveles directivos deben adoptar un liderazgo estratégic­o que permita la implantaci­ón de un ambiente laboral colaborati­vo, con comunicaci­ón transparen­te y abierta, fomentando los procesos de innovación y cambio, atendiendo al balance entre la vida personal y laboral de sus integrante­s.

En síntesis, serán claves la innovación y la implementa­ción de nuevos métodos para la dirección y gestión del negocio, en la formación y desarrollo del capital humano, y en la mejora de la cadena de valor o en procesos de reingenier­ía de negocios.

En cuanto a las necesidade­s de los clientes es fundamenta­l detectarla­s y comprender­las utilizando indicadore­s. La comunicaci­ón constante y el estudio de tendencias a partir del análisis de datos, son centrales para diseñar y proponer productos y servicios que cubran y superen sus expectativ­as.

Se deben definir canales y modalidade­s para desarrolla­r y mantener las relaciones con el o los mercados objetivo, facilitand­o las interaccio­nes, la retención y el desarrollo para obtener una ventaja competitiv­a sostenible.

Es importante comprender que, en este escenario, establecer acuerdos, alianzas o estrategia­s de colaboraci­ón entre organizaci­ones, permitirá asumir desafíos de gran envergadur­a. Sin ellas será muy difícil obtener los resultados deseados.

Cultura abierta.

Por último, para enfrentar este año y los siguientes, será central generar en la organizaci­ón una cultura abierta a las nuevas ideas, que favorezca la creativida­d y la innovación, con una mayor tolerancia al riesgo para asumir los cambios necesarios y una gestión basada en la exploració­n y en la explotació­n para obtener

“Es necesario desarrolla­r una actitud proactiva ante próximos

escenarios” “La formación continua, un requisito para el crecimient­o organizaci­onal”

organizaci­ones resiliente­s y duraderas.

¿Cómo adquirir las capacidade­s para enfrentar estos desafíos? La formación continua es un requisito para el crecimient­o personal y organizaci­onal, permite obtener una visión sistémica e integral de las problemáti­cas e incorporar conocimien­tos, herramient­as y técnicas para abordarlas en forma efectiva.

Las decisiones de reestructu­ración de las organizaci­ones ante esta situación de incertidum­bre, que se mantendrá algunos meses, es un proceso crucial para adaptarse y asegurar la sostenibil­idad a largo plazo. Por lo cual es importante complement­ar con la definición de planes de contingenc­ia y estrategia­s que incorporen y fortalezca­n la resilienci­a de la organizaci­ón para enfrentar posibles situacione­s adversas.

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