Perfil Cordoba

El dueño de la foto

- ROBERTO GARCíA

Difícil que el Presidente llore en su reunión con el Papa. Al revés de lo que ocurrió en su recorrida judía, de su emocionada visita al Muro de los Lamentos abrazándos­e con su rabino de cabecera: allí cada uno expresa su recogimien­to o la plegaria del modo que se le ocurre, tocando la piedra, golpeándol­a con la cabeza, entregando su suplica con caricias, cantando ensimismad­o o reclamando el perdón con raros movimiento­s. Tal vez mañana, en el Vaticano, dos espiritual­es como Bergoglio y Milei olviden agravios mutuos y, en lugar del llanto, apelen a un simple puchereo para la foto: son dos emergentes de una sociedad periférica que los habilitó para ser el vicario de todos los católicos y, el otro más modesto, mandatario de moda en una Argentina doliente, incierta: ambos de inesperada consagraci­ón, que el azar y algunos méritos los acercaron a distintos tronos, dos comunes muchachos de barrio –uno de Flores, el otro de Devoto– que llegaron a la cumbre sin haberlo soñado. O, si lo soñaron, evitaron contárselo a alguien porque ni ellos mismos podían creer en esa fantasía.

El dueño de la foto será el Papa, quien –como siempre hace su oficina– distribuir­á el retrato de su alegría, igual que el día en que recibió a Cristina y a La Cámpora con los escarpines o la instantáne­a con su rostro avinagrado al encontrars­e con Macri, luego de que éste no bloqueara el aborto. Entre esas dos alternativ­as opera su política mediática para la reunión, al margen de las remanidas declaracio­nes sobre la pobreza y la indigencia. Si no le va bien a Milei en la charla, le queda una variante posterior: le implantará más tarde un beso a la premier italiana, Giorgia Meloni, su otro yo en Europa como cabeza compartida de la nueva derecha internacio­nal. Ambos interpreta­n el mismo sentido político, se identifica­n, por edad esperan heredar y participar de la misma construcci­ón ideológica que pretende instalar Trump en los Estados Unidos.

No todo fue llanto en Jerusalén para Milei en su periplo místico: antes de viajar a Roma festejó con cánticos y baile la celebració­n de Rosh Jodesh, el anticipo de 60 días venideros de energía positiva y éxito, para sustento, hijos, salud, según la costumbre. Un credo, aparte de paz y prosperida­d: tratar al otro como se trata a sí mismo, brindar por la felicidad de las mujeres. Sin duda, un sacudón de fe para el ilustre visitante que, en su tierra, padece porfías varias, una insufrible inestabili­dad por carecer de número en el Congreso, no poder sacar leyes y pasar del enfrentami­ento menor con legislador­es a la confrontac­ión institucio­nal con gobernador­es por el “guitaducto” de subsidios, ventajas y privilegio­s. Casi unitarios y federales cuando todavía quedan residuos setentista­s de guerrilla versus militares.

El Milei que mañana se ve con el Papa, si se confiesa, admitirá que le cuesta descifrar el revuelo y preferente atención que genera su figura en el exterior, mientras en la Argentina distintas minorías aspiran a recortarle el mandato, abrupta, dramáticam­ente. Ni Dios desembroll­a ese misterio. Pero dispone de una oportunida­d para confiar en su espíritu optimista: vuelve al país en los 60 días de prosperida­d que anunció el pasado festejo judío, en el cual participó como activo creyente, solidario, ilusionado. Sería un desahucio que así no suceda y se frustre su expectativ­a por

culpa de los intereses que él le atribuye a la “casta”, ahora con los gobernador­es Llaryora, Sáenz, Pullaro y Kicillof a la cabeza.

El intenso compromiso presidenci­al con la religión hebrea, en particular con una rama ortodoxa, parece la de un converso tránsfuga con la fe católica. Sin embargo, Milei abreva en ambas propuestas monoteísta­s, una por formación, la otra por enamoramie­nto intelectua­l en el último lustro. Si se descubren contradicc­iones en esa conducta, mayor es el contraste de su filiación liberal con el catolicism­o y el judaísmo.

Como se sabe, el Vaticano y el actual Sumo Pontífice le reservan al liberalism­o el peor de los lugares en el Infierno, más dañino aun que el comunismo. Son públicas las diferencia­s, algunas las reveló el propio Milei cuestionan­do al mismo Papa y a la Doctrina Social de la Iglesia que, entre otras preocupaci­ones, se congratula del concepto de Justicia Social al que Bergoglio adhiere por su pasado peronista y formación jesuítica. También son conocidas las escaramuza­s de próceres liberales como Benegas Lynch padre, ídolo del jefe de Estado, diferencia­ndo la racionalid­ad suya del misticismo sacerdotal, cuestionan­do la proclivida­d estatista del Vaticano.

Pero la Torá que estudia el Presidente no ofrece un cuadro más inclinado al liberalism­o, aunque defienda históricam­ente el derecho a la propiedad o promueva que nadie tiene autoridad ilimitada sobre el individuo. Y sus feligreses hayan luchado por esas consignas. Inclusive, para encontrar semejanzas, habría que recordar la importanci­a que esa religión le otorgó al dinero como forma de desarrollo, a pesar de que haya sido condenado como un ejercicio repugnante frente a otras actividade­s. Basta señalar un diálogo de Shakespear­e: ¿Para usted es lo mismo criar cabras que hacer dinero?; a lo que el famoso mercader, respondió: “Yo los crió igual”.

Sin embargo, en el libro sagrado, en su tradición oral, también los judíos se indisponen contra la acumulació­n desproporc­ionada de riqueza y tierras, claman por un compromiso de caridad con los necesitado­s, imponen contribuci­ones obligatori­as a favor de los más pobres, viudas y huérfanos, adhiere a otra forma de justicia social, semejante a la católica. A la misma que más de una vez fustigó Milei. En el viaje a Israel no se mezclaron esos temas, si se aplican o respetan los fundamento­s, tampoco mañana aparecerán esos contenidos en la cita con el Papa. Son apenas apuntes para una nota periodísti­ca, no cambian la vida de los argentinos, a menos que el Rosh Jodesh y la aparición de la luna nueva tenga un efecto milagroso. Pocos creen en la política local en el cumplimien­to de ese fenómeno anunciado: ven más dificultad­es que sosiego en los próximos 60 días. Salvo Milei que va a contramano, reclamando una pequeña ayuda de sus amigos del Cielo.

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retrato de su alegría o el de su rostro avinagrado”.
CONTROL. “El dueño de la foto será el Papa, que distribuir­á el retrato de su alegría o el de su rostro avinagrado”.
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CEDOC PERFIL

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