Ahí viene el Ser
Por G.O. Prósperi
En suma, lo que intentaremos plantear en este libro es la posibilidad de postular un Otro absoluto –y en esto retomamos la exigencia lévinasiana y, más allá, platónica y neoplatónica– irreductible al Ser/ente (es decir, a la diferencia ontológica y a los dos niveles –óntico (das Seiende) y ontológico (das Sein)– que esa diferencia articula y distingue) pero que no se relativice.
Para realizar tal movimiento teórico es preciso que esa Alteridad radical no guarde ninguna relación con el Ser/ente; y al mismo tiempo, es preciso que el Ser/ente no dependa de lo Otro, que es lo que ha terminado sucediendo en todos los autores mencionados, posestructuralistas y posmetafísicos incluidos. La hipótesis que intentaremos someter aquí a examen es que el Ser/ente no accede nunca a lo Otro ni lo Otro al Ser/ente. No hay relación.
La única “experiencia” del Ser/ente es la del Límite que lo circunscribe, experiencia que surge por vez primera con Parménides –recuérdese la noción de Límite último (peiras pymaton) que propone Parménides en el fragmento 8 de su poema y que no ha dejado de atormentar a los estudiosos desde la Antigüedad hasta nuestros días– y que Platón recupera, aunque solo para transgredirla, en
En tanto el Límite concierne a la ontología, en tanto es el Límite del Ser, la sobredosis platónica representa realmente un peligro mortal para el Ser, la posibilidad de transgredir el perímetro que mantenía al Ser en su condición propia, es decir siendo.
La filosofía contemporánea asume este desafío y lo extrema: está convencida de haber des-fundado finalmente al Ser puesto que, teniendo plena conciencia de las insuficiencias de la tradición metafísica, no concibe a lo Otro en términos de Fundamento, que era el modo mediante el cual esa tradición, ya desde el mismo Platón, lograba resucitar al Ser moribundo. Sin embargo, la estrategia que implementan los autores contemporáneos para des-fundamentar la ontología consiste en postular, por un lado, un Otro absoluto fuera del Ser y, por