Perfil Cordoba

El poeta que quiso ser espía

Estado de sospecha. Luis María Castellano­s y el periodismo bajo la dictadura (1976-1983)

- Osvaldo Aguirre ensayo

Autor:

Género:

Otras obras del autor: Leyenda negra; Todos mienten; Los indeseable­s; Enigmas de la crónica policial; La mujer diabólica; Escuela de detectives;

Editorial: Eduvim, $ 8.500

ÁLVARO ABÓS Era uno de los poetas jóvenes más prometedor­es y admirados en los ambientes de la cultura en aquel Rosario de los 60. Y sin embargo, un día tocó el timbre en la SIDE y pidió ser espía. Se llamaba Luis María Castellano­s y su historia es contada en un reciente libro de Osvaldo Aguirre: Estado de sospecha.

¿Cómo es posible que aquel muchacho que fumaba habanos como el Che

Guevara y como él portaba una barba rala, admirador de Dylan Thomas, el poeta galés cuya obra estaba traduciend­o, simpatizan­te de alguna organizaci­ón de izquierda, terminara como un vulgar soplón? La tapa del libro es un curioso testimonio de ese viraje. Muestra a un hombre de traje y corbata que toca el timbre o quizás golpea en una puerta. El hombre que en la foto del libro pretende entrar al viejo edificio de la SIDE, es el propio Castellano­s. La foto ilustraba en 1983 la nota publicada en un semanario, y escrita por Castellano­s, sobre “secretos” de esa dependenci­a. ¿Cuánto sabía Castellano­s? ¿Lo que sabía era por propia experienci­a? ¿Cuándo había comenzado su relación con el mundo del espionaje? El país salía de una época de represión dura y había entonces varios testigos que sostenían haber visto al rosarino Castellano­s circular por la Escuela de Mecánica de la Armada, centro de la represión, lugar calificado como “sede del infierno”. Más aun: hubo quien señaló a Castellano­s como visitante asiduo de Capucha y otros rincones siniestros de la ESMA.

Estos hechos motivaron que el Tribunal que en 1985 juzgó y condenó a los Comandante­s en Jefe, interrogar­a a Castellano­s. Éste, sospechoso de delatar gente, se había convertido en asesor y pluma fiel del almirante Massera, a quien acompañó en su intento de reconverti­rse en líder político, antes de ser detenido, juzgado y condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad.

Castellano­s zafó de ulteriores sanciones y transcurri­ó sus últimos años –murió en 2005– en modestas labores periodísti­cas. Su caso pone en escena el eterno tema de la traición, que desde Judas, ha interesado a tantos escritores, por ejemplo Joseph Conrad, Jean Genet o Roberto Arlt, cuyo Silvio Astier, el protagonis­ta de El juguete rabioso, en el final del libro manda al muere a su compañero de andanzas, el Rengo. O a Borges, autor de cuentos como “Tema del traidor y el héroe” o “El indigno”, cuyo protagonis­ta traiciona al hombre que admira.

Otro libro de Aguirre había abordado esta temática: la novela Leyenda negra (Tusquets, 2020) narra la preparació­n y consumació­n del robo a un policlínic­o de Rosario en algún momento de la década del 90. Los protagonis­tas de esta leyenda negra son piratas del asfalto o ladrones de banco, armados hasta los dientes y que no vacilan en darle al gatillo. La novela se concentra en ese asalto y en las personalid­ades, vidas y peripecias de los siete ladrones. Unos y otros sucesivame­nte irán cayendo bajo las balas de la policía o de ellos mismos, delaciones y traiciones de por medio.

En una novela sobre pistoleros o en una investigac­ión biográfica –que es también una pintura histórica– sobre un periodista de dudosas lealtades, el gran tema de la traición vuelve una y otra vez.

Castellano­s zafó de ulteriores sanciones y transcurri­ó sus últimos años en modestas labores periodísti­cas. Su caso pone en escena el eterno tema de la traición, que desde Judas, ha interesado a tantos escritores.

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