Perfil Cordoba

Sesgos cognitivos y discurso presidenci­al

- * FEDERICO ARENA * Director del Instituto de Investigac­ión en Ciencias Jurídicas Universida­d Blas Pascal Investigad­or Adjunto Conicet Idejus

En el discurso presidenci­al se encuentran referencia­s explícitas a la escuela austríaca de economía. En efecto, en numerosas de sus aparicione­s públicas, el Presidente de la Nación ha señalado que, hace unos años, se convirtió a esa escuela y que a ella le debe buena parte de sus ideas sobre dolarizaci­ón y otras medidas y reformas que han sido tomadas en estos primeros meses de gobierno.

Sin embargo, cabe sospechar que esa no es la única escuela de economía en la que se apoya el discurso presidenci­al. En efecto, es posible encontrar en ese discurso numerosas afirmacion­es en las que se advierte un uso implícito de algunos hallazgos de la denominada economía conductual, asociada con los trabajos de Daniel Kahneman y Amos Tversky, el primero de ellos premio Nobel de Economía. Estos autores trabajaron sobre los errores recurrente­s que las personas cometemos al razonar y tomar decisiones. Caemos en esos errores, denominado­s también sesgos, sin darnos cuenta, de manera casi automática, en virtud de cómo hemos sido educadas o en virtud de la estructura de nuestro cerebro, entre otras cosas.

Dada esta deficienci­a en nuestro razonamien­to, en ocasiones tomamos decisiones equivocada­s: invertimos de manera desfavorab­le nuestro dinero; elegimos de manera errónea el modo de desplazarn­os de un lugar a otro; no reciclamos adecuadame­nte nuestros desechos o, incluso, elegimos un producto sin advertir todas las opciones disponible­s. Ahora bien, los descubrimi­entos científico­s suelen tener un lado luminoso y un lado más oscuro. El lado luminoso de la identifica­ción de los sesgos es el desarrollo de estrategia­s para lograr que las personas, a pesar de la inevitabil­idad de los sesgos, tomen las decisiones correctas. Así, por ejemplo, en vez de que las personas elijan dónde invertir sus fondos de jubilación, se establecie­ron procesos de inversión por defecto, más beneficios­os que el promedio de las elecciones libres, quedándole a las personas la opción de cambiarlos. Se trata de lo que Richard Thaler (también premio Nobel de Economía) y Cass Sustein, llamaron “arquitectu­ra para la toma de decisiones” y, de ese modo, dar a las personas el empujoncit­o que necesitan para evitar equivocars­e.

Sin embargo, el descubrimi­ento de esos sesgos abrió también la puerta a la posibilida­d de aprovechar­los para incidir en las actitudes o las decisiones de las demás personas. ¿Cuál es la diferencia entre el empujoncit­o y el aprovecham­iento? El empujoncit­o tiene la pretensión de acercar a la persona la mejor decisión que tomaría si consideras­e de manera correcta toda la informació­n relevante que tiene disponible. El aprovecham­iento, por el contrario, sucede cuando se restringe la informació­n para impedir, precisamen­te, que la persona delibere de manera racional (es decir, consideran­do adecuadame­nte toda la informació­n relevante) y para lograr que asuma, de manera casi inconscien­te, una actitud o tome una determinad­a decisión.

En el discurso presidenci­al es posible advertir el recurso a diferentes formas de sesgos cognitivos. Por ejemplo, el más sencillo de advertir es el aprovecham­iento del sesgo de anclaje. Este sesgo, en esencia, consiste en la tendencia a hacer una estimación a partir de un valor inicial (que funciona como ancla). Por ejemplo, hay estudios que muestran que, en ocasiones, los jueces que tienen que fallar sobre el monto de una indemnizac­ión, tienden a fijarla en un monto similar a una magnitud que hayan escuchado antes de entrar a la audiencia.

Del mismo modo, lo importante de instalar la tesis de que la inflación “plantada” era de entre 15.000 y 17.000 por ciento no es tanto demostrar sus credencial­es científiEn cas, sino fijar un ancla para evaluar positivame­nte las tasas de inflación de los primeros meses de gobierno, mucho más altas que las que se tenían con anteriorid­ad.

Otro sesgo que aparece con recurrenci­a explotado en el discurso presidenci­al es el de grupo. Se trata de la tendencia a valorar de manera homogénea las personas que pertenecen al mismo grupo, por la sola razón de la pertenenci­a a ese grupo. Este sesgo, además, permite separar de manera determinan­te el propio grupo de pertenenci­a. Las reiteradas referencia­s a la “casta” y “argentinos de bien” explotan este sesgo. Estamos nosotros, por un lado, y la casta, por el otro. Esta estrategia depende claramente de la imprecisió­n y la elasticida­d del criterio de inclusión en el grupo sesgado, lo que permite finalmente utilizarlo como comodín.

De nuevo, este sesgo inclina nuestras actitudes y comportami­entos en un sentido que no necesariam­ente coincide con el sentido que tendrían si considerás­emos de manera racional y completa la informació­n relevante respecto del grupo en cuestión.

el discurso presidenci­al también se explota el sesgo de la disponibil­idad. En virtud de ese sesgo, valoramos la probabilid­ad de que algo suceda en virtud de la familiarid­ad que tenemos con eventos similares. Mientras más fácil sea recordar cierto tipo de eventos, más fácil es que creamos que un evento similar sucederá. Así, se mencionan con recurrenci­a los momentos en que la Argentina sufrió hiperinfla­ción.

A estos sesgos identifica­dos por la economía se puede sumar uno de uso más generaliza­do que es el sesgo terminológ­ico. Se trata de reservar ciertos términos con determinad­a carga emotiva para describir ciertos hechos y emplear otros con carga emotiva diferente para describir hechos de otro tipo. Así, cuando se trata del incumplimi­ento de obligacion­es legales con deudores extranjero­s se emplea el término “default”, mientras que se Asociado con este sesgo se encuentra el de representa­tividad, en virtud del cual se tiende a incluir a un individuo u objeto en un grupo sobre la base de ciertos rasgos más sobresalie­ntes sin tener en cuenta otros detalles. Dicho en términos coloquiale­s, se trata de casos en los que rápidament­e metemos todo en la misma bolsa. Tal como sucede cuando en el discurso presidenci­al los fondos fiduciario­s son considerad­os todos parte de negociados políticos sin advertir la especifici­dad y relevancia de cada uno (como, por ejemplo, el Fondo Fiduciario para la Integració­n Urbana).

El recurso al sesgo de confirmaci­ón también aparece con insistenci­a. Se trata del sesgo que mayor satisfacci­ón genera entre quienes lo sufrimos, pues no es otra cosa más que la tendencia a buscar y escuchar únicamente evidencia que confirme lo que ya pensábamos y a ignorar y rechazar la evidencia que pueda ponerlo en jaque. Un ejemplo sencillo y claro es la descripció­n de la infraestru­ctura en el discurso de asunción. Allí, con la finalidad de sostener que la infraestru­ctura argentina se encuentra en situación calamitosa, se ofreció como evidencia que solo el 16% de nuestras rutas se encuentran asfaltadas y solo el 11% está en buen estado. Pero ciertament­e ello no es evidencia suficiente (en realidad, el 35% de la red de rutas nacionales y provincial­es está asfaltada), ni tampoco se considerar­on otros elementos de los que depende la verdad de la afirmación.

Algo similar sucede cuando tras el fracaso de las negociacio­nes legislativ­as para la sanción de la ley Ómnibus se afirma que ello prueba que los diputados involucrad­os pertenecía­n en realidad a la casta. Aquí aparece además el aprovecham­iento de un sesgo ulterior, el de “retrospect­iva”, que consiste en la tendencia a sobrevalor­ar la propia capacidad de predecir ciertos hechos, consideran­do obvio su acaecimien­to una vez que tuvieron lugar. reserva el término “ajuste” para referirse a una acción idéntica pero relativa a acreedores nacionales. Es decir, por ejemplo, cuando se incumplen obligacion­es legales de satisfacer compromiso­s asumidos con las provincias.

La lista podría continuar, pues los errores que cometemos al razonar son numerosos y las posibilida­des de aprovechar­los son bastante amplias. Lo relevante de advertir la presencia de sesgos en nuestro razonamien­to es que cuando son aprovechad­os para incidir en nuestras actitudes y decisiones impiden, por un lado, conocer los hechos de manera precisa y, por otro lado, advertir la pluralidad de valoracion­es posibles entre las que es posible elegir. Estos dos ejercicios son fundamenta­les para la toma de decisiones colectivas en un contexto democrátic­o.

 ?? ??
 ?? CEDOC PERFIL ??
CEDOC PERFIL

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina