“Hay batallas ganadas como sociedad”
Intérprete de numerosos musicales, ahora pasa a la dirección de un clásico del género: Avenida Q. Integró el primer elenco que la estrenó en Buenos Aires y le da su impronta.
S“Es un musical un poco incómodo e irreverente, que a mí me conmueve.”
erán por ahora sólo ocho funciones, los martes desde el 5 de marzo a las 20.30 en el teatro Maipo, para poder ver el musical “Avenida Q”, estrenado en el año 2010. No hay casualidades, en aquella puesta Melania Lenoir interpretaba a uno de los personajes protagónicos y ahora asume sola la dirección. Será su segunda puesta, porque su primera –”Consentimiento”– la compartió con Carla Calabrese. El elenco está integrado por Nacho Pérez Cortes, Lali Vidal, Manu Victoria, Manu Ntaka, Julián Rubino, Stefi Ribisich, Juan Martín Giménez, Andy Cho, más el ensamble: Caro Liask, James Cowan y Joaco Catarineu. Es muy larga la trayectoria de Lenoir en musicales, los más recientes son Come from away, Shrek. El Musical y Forever Young. Anticipa: “Avenida Q fue muy importante para mí, ya que tuve que dejar Chicago para hacerla”.
—Fuiste intérprete y ahora serás la directora: ¿por qué?
—Siento que esto es como darle una vuelta, poder cerrar la historia desde otro lugar. Para mí tiene mucho significado, más profundo de lo que es simplemente hacer la obra y el mensaje que tiene. Me empecé a dar cuenta que hay una cualidad un poco mágica, que me pasa en la vida. Son varios los artistas trabajando ahora desde el otro lado y esto es una decisión que tomé a conciencia. Hay algo que sufrí un poco en mi pasado con el tema de las remakes de musicales. Cuando hice Chicago padecí la comparación, si el otro es mejor y la competencia en el arte para mí no es constructiva. Estamos felices de pasar la posta y podemos hacer algo, ni mejor, ni peor: distinto. Son gente que viene trabajando hace mucho tiempo y que tal vez no tuvo la posibilidad de protagonizar una obra y de repente les tocó.
—¿Hay temas actuales en este musical?
— Está el racismo, pero desde un lugar donde le da una vuelta de tuerca, por la forma en que se encara, ya que estos personajes son títeres. Me trae los recuerdos de mi infancia con Plaza Sésamo. Hay algo de la impunidad que permite el muñeco, como mostrar las relaciones sexuales. Es un musical un poco incómodo e irreverente, que a mí me conmueve. Con la máscara del humor hay dos temas que son muy importantes. El primero es que ayudando a otros nos ayudamos a nosotros mismos. Y el otro -por más cliché que parezca- es que habla de vivir. Es una obra de entretenimiento que tiene un mensaje, más cierta evocación a aquellos programas
infantiles y educativos.
—¿Qué destino tuvo a nivel internacional desde su estreno en los Estados Unidos?
—
Estuvo varios años en cartel, luego bajó y ahora se está reponiendo. Me enteré que en otro país de América Latina se vuelve a estrenar y también en España. Pasaron veinte años desde su debut
norteamericano y para mí hay algunas cosas del texto original a revisar. Por suerte hubo luchas y denuncias. En su momento fue rupturista, hoy cae en un lugar diferente, hay algunas batallas ganadas como sociedad.
—¿Cuáles son las dificultades de manipular títeres para los actores?
—Es otro ego, el del títere y eso es muy especial para un actor, debe aprender a correrse. Son intérpretes de musicales que aprendieron a manipularlos, gracias a Eduardo Pacha Paglieri. Hicimos audiciones abiertas, se presentaron muchísimos y armamos un equipo de cinco para evaluar. Primero vimos vídeos y así fuimos haciendo filtros. De 530 pasaron a ser treinta personas. El elenco no lo tenía. Estoy muy sorprendida de quienes terminaron quedando, porque realmente cada uno se ganó el lugar. Es un lujo poder hacerlo, ya que muchas veces el requerimiento de las producciones es que haya nombres conocidos. Acá ganó el talento y creo que la gente se va a sorprender mucho.