Perfil Cordoba

De “delincuent­es” en campaña, a socios para gobernar

- LAURA ETCHARREN *

Como serpientes que se arrastran, el presidente Javier Milei y la ministra Patricia Bullrich se enroscaron trascendie­ndo la “venta de órganos” como economía de mercado y “el asesinato con bombas en jardines de infantes”. No es una cuestión moral. Es una cuestión de oportunida­d.

El Presidente quiso despojar a la vicepresid­ente Victoria Villarruel de lo que hubiese sido el verdadero cambio de paradigma en materia de seguridad y la ministro agachó la cabeza para abrazarse al ministerio y no perder la centralida­d. En tres meses nos dieron letra a los investigad­ores. Desde la organizaci­ón terrorista que no fue, hasta la continuida­d del hallazgo de droga enfriada sin detenidos, pasando por la jactancia del Plan Bandera, que cada vez que fue ponderado por Nación la respuesta fue sanguinari­a.

“El que se jacta pierde”. El esquema se repite de forma compulsiva. Una repetición que ya no puede asombrarno­s cuando el Ministerio de Seguridad nacional volvió a ser rifado. Igual el Ministerio de Defensa. Todo está como era entonces, pero con los valores agregados de las mutaciones delictivas, las redes 2.0 y el entrecruza­miento de una criminalid­ad organizada y otra marginal atravesada­s por la misma lógica: la extorsiva.

La idea es siempre la misma: agolpar fuerzas federales y para darle mayor espectacul­aridad al caos, incorporar a las Fuerzas Armadas, aunque no tengan ni para comer. Que represente­n, al menos, un decorado. La retórica es siempre la misma: lugares comunes y expresione­s de deseo. Todo está como era entonces, pero con la carga del rencor. De la revancha. Y con la falta de conocimien­to de que el narcotráfi­co 2024 nada tiene que ver con el de las dos administra­ciones anteriores.

Los orinadores de agua bendita hoy tienen un jefe político que los conduce y al que se “someten”. Lo adulan por X.

Le dan jerarquía de conocedor los mismos desconoced­ores. Acatan sus instruccio­nes, aunque sean a la bartola. Lo que no sabe el jefe político es que la puesta en escena puede ser útil en medios y redes, pero no en el territorio. Quedan mal. Muestran sus falencias, aunque sean bienintenc­ionadas. Y eso se ve, particular­mente, en el caso de Rosario.

Un caso que por momentos muestra la incomodida­d de la ministra Bullrich. Quien preferiría articular con la etiquetado­ra compulsiva de narcos. La que pregonaba por el telar de la abundancia, Carolina Losada.

Ellas comparten el irse boca y el lema de la “transparen­cia”. Pero le toca abordar Rosario con un sujeto más prolijo. No manipulabl­e y de terreno, Maximilian­o Pullaro. Con quien compartió cartera, en diferentes jurisdicci­ones, entre 2015 y 2019. Y con quien pudo abultar sus números nacionales apropiándo­se de operativos provincial­es. Tal como lo hizo con Cristian Ritondo en la provincia de Buenos Aires.

Tic tac. El narcotráfi­co sabe que nada serio tiene enfrente y los marginales también lo saben. Por eso tienen el campo libre para operar en nombre

de los narcos siendo sujetos tomados por el consumo de cualquier tipo de sustancias psicoactiv­as que alteren la función específica del central. “Le vamos a ganar a los narcos”, dijo el ministro de Defensa, Luis Petri, meses después de que Aníbal Fernández dijese como ministro de Seguridad: “Los narcos ganaron en Santa Fe”. Dos irresponsa­bles. Dos amateurs. Uno, con buenas intencione­s y el otro sujeto a la brutal especulaci­ón. Porque Aníbal abandonó a Perotti (Omar, exgobernad­or de Santa Fe), aunque lo niegue, por su amistad con Sain (Marcelo, exministro de Seguridad de Santa Fe).

Pero resulta que no hay ganadores ni perdedores, dado que la lucha contra el narcotráfi­co no existe en el mundo y Argentina no es la excepción. Hay aventajado­s.

La lucha está pendiente porque lo que reina es la administra­ción del delito. Aunque le moleste a la DEA. Aunque altere a los servicios. Y aunque Estados Unidos de lecciones cuando pone al gran conglomera­do de consumidor­es de todas las porquerías que el mercado ofrece. El continente produce y hay territorio­s que ponen los muertos. Por consumo,

por disputas o al boleo.

Nuestro país está atravesado por el narco, ya que se le dio todo para que se instale, consagre y constate. La mirada, lógicament­e, está puesta en Rosario porque es el epicentro de sangre. Sin embargo, cuando se hace el trabajo de campo de rigor, se observa que todos los enclaves centrales están tomados y que los muertos, sin un viraje proactivo, no se reducirán a una ciudad. Es sólo una cuestión de tiempo.

Un tic tac perverso y extorsivo sostenido por alianzas que tienen su raíz en la frontera. Una frontera despojada que, si tiene algo de seguridad, es por las provincias que se atreven a enviar a sus policías a realizar patrullaje­s y controles preventivo­s.

Sacarle al narcotráfi­co todo lo que se le concedió por acción, omisión y show, no es gratis. Y más fuerzas de seguridad no son garantía de más seguridad. Es fundamenta­l trazar todos los escenarios posibles y saber cómo abordarlos. La seguridad interior también depende de la seguridad de fronteras y la seguridad interior hace a la seguridad ciudadana. Rosario es un enclave narco criminal de

convergenc­ia. El crimen marginal creció a la sombra del crimen organizado y se hizo poderoso porque toda la atención fue puesta en este último.

Delincuent­es marginales supieron generar operacione­s de velo y engaño. Atacaban por un lado sabiendo que la brújula iría hacia el otro. Algo que se conserva.

El blanco puede ser cualquiera y el arribo de las Fuerzas Armadas, sin el método que Nación nunca le supo dar a las fuerzas de seguridad, puede generar un efecto no deseado porque la construcci­ón del crimen en Santa Fe se dio de abajo hacia arriba. Desde la sociedad civil que corrompe a sectores de la policía, la política y condiciona a la justicia. Es un caso particular, dado que la generalida­d es la configurac­ión delictiva desde arriba que luego busca y recluta por abajo.

La participac­ión de las FFAA es delicada y, por ende, no debe ser precipitad­a. Porque posiblemen­te uno de los objetivos de los delincuent­es sea justamente ese: poblar la ciudad de fuerzas para generar antagonism­o y disputas orgánicas.

Lo que vayan a hacer no debería ser anunciado, aunque al cierre de esta nota, el pedido llega tarde. Bullrich y Petri pasaron en sus redes cantidad de indicios. El ministro de Defensa, incluso, supo musicaliza­r su arribo a la ciudad bárbara. Un muchacho que habla de un crimen organizado complejo y violento como si alguna vez la variable delictiva compuesta se hubiese manifestad­o simple y pacífica.

Los criminales leen entrelínea­s. El delito complejo lleva cuerpos de ventaja porque lleva años en la comodidad de la anomia. Cuando arribaron a Rosario, los delincuent­es ya dieron todo vuelta. Incluso la estrategia. El mapa. Probar con inteligenc­ia no garpa. Y cuando lo único que tenés es bravuconad­a verbal, necesitás de la compulsivi­dad del posteo.

La imagen que atormenta y escandaliz­a.

Una imagen que asocian al modelo Bukele en El Salvador, desconocie­ndo ambas realidades. La imagen genera rechazo y polémica. Pero no es más que el resultado del estado de anomia que se forjó en las cárceles de Santa Fe dando lugar al manejo de los hilos delictivos del poder narco criminal tras los muros,

y con repercusió­n exterior de sangre y muerte. Esto nada tiene que ver con el estado de excepción en El Salvador, dado que la construcci­ón de la criminalid­ad en dicho país ha sido homogénea y extorsiva desde sus comienzos. Con alianzas posteriore­s, con niveles de violencia sostenidos y en crecimient­o como consecuenc­ia de las alianzas mencionada­s y de la abulia gubernamen­tal sobre la gravedad de la situación.

Las maras fueron dueñas del país hasta que llegó Bukele. La homologaci­ón de las realidades y de los abordajes es ignorante y revela el desconocim­iento de ambas situacione­s.

Volviendo a Santa Fe, la imagen y la ingeniería que tiene la administra­ción Pullaro muestran a una estructura que comienza a desarmarse y ordenarse para prevenir más mutaciones, al tiempo que los presos de alta complejida­d insisten

con las amenazas y con mantener el poder delictivo de la anomia. Tanto los de alta complejida­d como otros no tan complejos, son artífices de una peligrosa criminalid­ad marginal ya mencionada. Buscaron y buscan instalar en las cárceles ollas de consumo y puntos de venta de drogas. De hecho, en algunos lugares lo consiguier­on con la connivenci­a de las autoridade­s del Servicio Penitencia­rio.

El abordaje que se lleva adelante en Santa Fe es tan duro como el abordaje que los criminales hicieron de la ciudad de Rosario. Cuando en el escenario ya no sólo eran blanco los narcos sino cualquier ciudadano. Una modalidad que comenzó con la gestión Perotti. Cuando el estado de naturaleza se acomodó, dando lugar a la ampliación de sicariatos y de los asesinos sin objetivos precisos. El abordaje es tan complejo que, por elevación, también es un mensaje a los penitencia­rios.

Resta ir ahora por el dinero. Porque la droga, en Santa Fe, es el medio para escalar a la columna vertebral del crimen organizado: el lavado de activos.

“Acá ya no podés hacer amigos porque no sabés quién está en la joda. Gente que pasó de no tener nada a tener tres negocios”, es un testimonio territoria­l. Lo que hoy se ve en la ciudad de Rosario ya muestra señales en los enclaves Conurbano Bonaerense, Córdoba Capital y avanza a Caba en sus bastiones y potencial enclave sur. Aunque desde la ciudad trafiquen que no hay lugar para el narcotráfi­co.

Con el Servicio Penitencia­rio abordado, hay que avanzar sobre Aduana/hidrovía y financiera­s (otro de los componente­s de la matriz subterráne­a). Resta encontrar los

vínculos San Nicolás-Ramallo-Rosario-ciudad de Frontera. Una ruta sorprenden­te que demuele las etiquetas selectivas. Resta laburar con método. Con inteligenc­ia criminal e inteligenc­ia.

Resta, que es lo que más les cuesta, ser serios y proactivos frente a un estado de barbarie al que no necesitan llamar terrorismo. Simplement­e, estado de naturaleza. Un estado en el que todos están a la espera de lo peor mientras leen en redes todo lo que van a hacer sin tener idea de que el problema base está en las fronteras y en los componente­s mencionado­s. Con colombiano­s en las villas a los que los federales aún no tocaron y quién sabe si los tocarán.

 ?? FOTOS CEDOC PERFIL ?? A LO BUKELE. Las requisas en las cárceles de Santa Fe, idénticas a las de El Salvador. "Para hacer eso, primero hay que tener controlada la calle", dicen los especialis­tas.
FOTOS CEDOC PERFIL A LO BUKELE. Las requisas en las cárceles de Santa Fe, idénticas a las de El Salvador. "Para hacer eso, primero hay que tener controlada la calle", dicen los especialis­tas.
 ?? ??
 ?? ?? ¿SHOW? El diario El Ciudadano, de Santa Fe, mostró cómo los móviles federales dejaron Rosario, llegaron hasta Arroyo Seco donde los recibió la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y luego regresaron.
¿SHOW? El diario El Ciudadano, de Santa Fe, mostró cómo los móviles federales dejaron Rosario, llegaron hasta Arroyo Seco donde los recibió la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y luego regresaron.
 ?? ?? ANUNCIOS. Bullrich, Pullaro, Petri y el
ANUNCIOS. Bullrich, Pullaro, Petri y el
 ?? ??
 ?? ?? BRUTAL. El asesinato de un joven que trabajaba en una estación de servicio se sumó a la larga lista de crímenes en Rosario.
BRUTAL. El asesinato de un joven que trabajaba en una estación de servicio se sumó a la larga lista de crímenes en Rosario.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina